Darse contra las paredes: Yo maté a mi madre, de Xavier Dolan

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“Madre, confieso ante ti / Los escollos de un mundo embustero / Aleja mi débil barca / Quiero deberle toda mi felicidad /A la ternura maternal”. El texto es de Alfred de Musset y es la última estrofa del poema “A mi madre” impreso en la página 218 de una antología que una profesora de literatura le regala a Hubert como despedida y como lección.

Hubert –un adolescente de 16 años– lee esas palabras y queda perplejo. Pese a lo que le insinúa su adorada profesora, la única mujer adulta que parece entenderlo, él no quiere deberle nada a su madre, ojalá ni siquiera su presencia en este mundo. Tal es el grado de rechazo que ella le genera, tal es el rencor acumulado, tan grande es su dolor. Hubert y su madre Chantale protagonizan Yo maté a mi madre (J’ai tué ma mère, 2009), el debut de Xavier Dolan como director cine, un filme estrenado en el Festival de Cannes cuando Dolan –además guionista, actor y productor de esta cinta- contaba con 20 años de edad.

Yo maté a mi madre (J’ai tué ma mère, 2009)

Un afiche de Los cuatrocientos golpes (Les Quatre cents coups, 1959) se ve brevemente en una de las paredes de la habitación de Antonin, el adolescente amante de Hubert. No es casual ese afiche: el parricida título del largometraje de Dolan remite a una escena de ese filme de François Truffaut, en el que Antoine Doinel, el protagonista, justifica una de sus escapadas del colegio informando de la muerte de su madre, una mentira que tendrá duras consecuencias para él. Hubert hace lo mismo para evitar consultarle a ella una tarea, pero esa temeridad lo llevara a asumir un destino como el de Antonie. El gesto de ambos es parecido, pero mientras en Antonie se antoja una salida infantil a una situación escolar, la afirmación de Hubert frente a la muerte de Chantale es una negación, un exterminio simbólico que viene de muy adentro de él: es matar a la madre para reafirmarse como ser, es matar la autoridad, las reglas, el modelo imperante para inventar e implantar una manera propia de ver y sentir el mundo.

Sin esa mujer la vida sería más fácil, no tendría –por ejemplo- que estar ocultándole su relación homosexual, un secreto que contribuye a minar la relación entre ambos, una relación materno-filial donde impera la intolerancia. Él la grita y la maltrata verbalmente, ella le grita y lo increpa públicamente. No se soportan. La pantalla deviene en ring de boxeo para dos contendientes completamente opuestos: ella representa la autoridad del adulto, él la rebeldía extrema del joven que no se siente identificado con los valores que su madre representa, ni con sus actitudes, ni con su pasividad. Su padre y su madre se separaron cuando Hubert tenía 7 años y esa figura paterna poco ha representado para él, diferente al hecho de hacerlo crecer solo junto a Chantale.

Yo maté a mi madre (J’ai tué ma mère, 2009)

Yo maté a mi madre es una película llena de contradicciones, las mismas de sus protagonistas, incapaces de reconocer públicamente que se necesitan, que el lazo afectivo que los une no desaparece de un día para el otro. Por eso también hay momentos de paz, de un aparente sosiego que rápidamente desaparece para de nuevo iniciar una nueva ronda de improperios y desilusión, de darse mutuamente contra las paredes. Aunque el punto de vista del filme es el de Hubert (interpretado por el propio Xavier Dolan) hay una escena al final donde Chantale (la actriz canadiense Anne Dorval, que va a volverse recurrente en su filmografía) recibe una llamada telefónica que le informa de una situación con su hijo y donde le sugieren la posible raíz de los conflictos del joven. Ahí Dolan cambia de perspectiva y se pone del lado de la mujer, que -como una fiera- defiende su posición como madre que tiene la patria potestad y la responsabilidad de la crianza de un muchacho como este. ¿Tiene solución todo esto? En este momento y en este estado de crispación afectiva es imposible, pero Dolan inserta en su filme un epígrafe de Guy de Maupassant que dice: “Amamos a nuestra madre sin saberlo, solo tras el último adiós somos conscientes de la profundidad de ese amor”. Pero faltará mucho para que Hubert descubra por sí mismo si esa frase es cierta, si también aplica para él.

Yo maté a mi madre (J’ai tué ma mère, 2009)

Xavier Dolan escribió una novela breve cuando tenía 16 años y a partir de ese texto hizo el guion de Yo maté a mi madre, un argumento que consideró demasiado personal y autobiográfico como para interesar a alguien. Tras abandonarlo y ensayar otros guiones, volvió a este proyecto que se iba a convertir en su opera prima. Tenía los medios para hacerlo gracias a su trabajo como actor infantil y juvenil, pero sobre todo tenía un talento inaudito para alguien de su edad. Se ve que este filme es -para él- quemar las naves, fundar su propio reino, inventarse una revolución, clavar la bandera en la cima. En últimas, matar a sus padres

.©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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