La fiesta llega a su fin: Eden, de Mia Hansen-Løve

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Este diálogo entre Paul Vallée –el protagonista de Eden (2014)- y su amante norteamericana, Julia, que quiere volver a su patria, es clarividente sobre lo que este filme nos va a mostrar. Ambos están en París, compartiendo el lecho, desnudos. Él trata de convencerla de que no se vaya:

-París es mucho más divertido. Es el lugar del momento. Tú serás escritora, yo seré DJ. Seremos ricos. Por favor quédate.
-Esto tiene que acabar un día. La “dolce vita” se acabó.
-No digas eso. Acaba de empezar.

La tensión entre el hoy despreocupado y festivo, y el futuro y lo que implica en términos de crecer, aterrizar y sentar cabeza, es lo que constituye el nudo dramático de Eden, el cuarto largometraje de la directora francesa Mia Hansen-Løve. Si su filme previo, Un amor de juventud (Un amour de jeunesse, 2011), era autobográfico, este está basado en la vida y experiencias de su hermano mayor, Sven Hansen-Løve, un DJ que vivió y trabajó durante la época del surgimiento y auge del french touch o french groove, el grupo de dj´s franceses de música electrónica que mezclaron el house con la música disco, el funk y sonidos indie, y que tiene en el dúo Daft Punk a su representante más exitoso.

Greta Gerwig como Julia en Eden (2014)

Greta Gerwig como Julia en Eden (2014)

El hermano de Mia –conocido en ese entonces como Sven Løve- era cultor, junto a su amigo Greg Gauthier, del estilo “House Garage UK/US”, concebido por el DJ Larry Levan en el club Paradise Garage en Nueva York en los años ochenta. Løve y Gauthier trasladan el Garage a la escena musical parisina de los años noventa, creando unas fiestas llamadas “Cheers” donde tocan sus mezclas en clubs como Respect o Queen. En la película, Paul Vallée (interpretado por Félix de Givry) es el alter ego de Sven y Stan el de Greg Gauthier. Vamos a seguir la trayectoria de Paul entre 1992 y 2013, y esto incluye sus primeras incursiones artísticas, sus altas y sus bajas, sus amores, decepciones, adicciones y aterrizajes forzosos. La película está dividida en dos partes: “Paradise Garage” y “Lost in Music”, señalando el espiral en descenso del protagonista.

Félix de Givry en Eden (2014)

Félix de Givry en Eden (2014)

Es obvio que la música tiene un rol central en Eden: iremos de fiesta en fiesta evocando los sonidos house de los años noventa gracias a una banda sonora sólida y la presencia –interpretándose a sí mismos- de artistas como Tony Humphries, La India, Arnold Jarvis y Terry Hunter. Pero Eden no se queda en la experiencia sensorial del Garage y la rumba desplegada a su alrededor. En ese aspecto el filme toma distancia, pues quiere retratar la vivencia de un DJ que es un apasionado tan grande de lo que hace, que da por hecho que nada más importa, que los amores se van pero otros vendrán, que con su talento le basta para triunfar, ser una estrella y no necesitar nada más. Va a aprender que el éxito está reservado para unos pocos.

Hay una secuencia de la película que es bastante diciente. En una fiesta casera dos muchachos amigos de Paul toman en un momento dado el control de los tornamesas. Se ven ansiosos, conversan entre sí, detienen la música que estaba sonando, ponen la aguja sobre el vinilo que trajeron y de repente suena Da Funk y la multitud grita de gozo. Los muchachos son Thomas Bangalter y Guy-Manuel de Homem-Christo: estamos asistiendo al nacimiento de Daft Punk. Vamos a seguir viéndolos como personajes secundarios de Eden, casi siempre haciendo fila para entrar a las fiestas de Cheers. Todos, sin embargo, saben que están ahí para grandes cosas. Ese momento de epifanía que Mia Hansen-Løve recrea me recordó el instante en que Bob Dylan toca por primera vez en el Gaslight Café en Balada de un hombre común (Inside Llewyn Davis, 2013) mientras el protagonista de este filme de los hermanos Coen recibe otro golpe más de la vida.

Eden (2014)

Eden (2014)

Muy a su pesar, Paul va a descubrir un día que la fiesta se termina. Que las mujeres a su alrededor han crecido (ellas siempre nos dan las lecciones correctas, hay que aceptarlo) y que él está estancado, convencido erróneamente de la perpetuidad del goce. Tiene que reconocerlo: su “dolce vita” llegó a su fin. Una compañera de estudios le entrega un libro de poemas de Robert Creeley y le señala uno para que lea, The Rhythm.
En una de sus estrofas Paul lee:

The little children
grown only to old men.

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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