El extraño mundo de Tim: Sweeney Todd, de Tim Burton

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Las películas habituales de Hollywood son empacadas al vacío, sin que se adivine en ellas el sello de algún director apersonado de su labor, que logre imprimirles un rasgo distintivo que les de vida propia. El cine de Tim Burton es una gran excepción: su estilo es inconfundible, su mirada no admite falsas interpretaciones. Es uno de los pocos autores norteamericanos que merecen ese título.

La condición de autor se refiere a una manera personal y particular de pensar e imaginar el cine –y la vida- que da lugar a la conformación de un universo propio, cohesionado por elementos formales o temáticos que le son suyos y que se constituyen en una suerte de firma registrada. La admiración de Burton por lo gótico y por el cine de terror, representados en la figura del mítico actor Vincent Price, lo llevaron a buscar rumbos independientes -luego de un paso breve por la Disney como dibujante y animador- donde pudiera dar libertad a su imaginación desbordada, a su visión irónica, a su gusto por lo macabro y por la creación de atmósferas oscuras.

Sweeney Todd, el barbero demoníaco de la calle Fleet (Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street, 2007)

Sweeney Todd, el barbero demoníaco de la calle Fleet (Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street, 2007)

Filmes como Batman, El joven manos de tijeras, Ed Wood, La leyenda del jinete sin cabeza, Charlie y la fábrica de chocolates o El cadáver de la novia se ven como capítulos diversos de un mismo libro. Puede que cambie el tono, el nivel de ironía o dramatismo, pero la sensación es la misma: que estamos en sus terrenos, que sus historias le pertenecen, que ese cine es auténtico y vital, nos guste o no.

Ahora viene a sumar un nuevo tomo a su obra, llamado Sweeney Todd, el barbero demoníaco de la calle Fleet (Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street, 2007), según el musical de Broadway escrito por Stephen Sondheim. Se trata de un proyecto arriesgado, pues el musical no es un género que cuente con unánime aceptación -sobre todo en países como el nuestro, donde no existe esa tradición- y más si se trata de una partitura pesimista y oscura como esta. Pero Burton, convencido de tener un material digno de él en sus manos, asumió el reto, en el que incluyó a su actor habitual, Johnny Depp.

Lo que observamos es una obra ambiciosa, que juguetea con el cine de terror en la gráfica descripción de unos crímenes sucesivos que buscan compensar una injusticia cometida años antes. El director le da enorme fuerza a una puesta en escena tremendamente dramática que no ahorró esfuerzos para impresionar al espectador, cautivo de una historia densa y sin tregua, donde el protagonista es un asesino enceguecido. El resultado es muy sangriento, pero -lo intuíamos- genial.

Publicado en el periódico El Tiempo (Bogotá, 21/02/08). Columna Cine, pág. 1-18
©Casa Editorial El Tiempo, 2008

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