Film Tati Nº 4: El ilusionista, de Sylvain Chomet

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Los amores se delatan con facilidad: en Las trillizas de Belleville (Les triplettes de Belleville, 2003) es fácil observar un poster enmarcado de Las vacaciones del señor Hulot (Les vacances de Monsieur Hulot, 1953) en una de las paredes de la casa de las ancianas protagonistas, y podemos verlas divertirse mientras ven en televisión a Jacques Tati encarnando al cartero François en Día de fiesta (Jour de fête, 1949). El director de Las trillizas, el animador Sylvain Chomet (Maisons-Laffitte, Francia, 1963) es en realidad el enamorado del cine de Tati y seria él el encargado de convertir en imágenes un guion que Tati escribió pero que nunca concretó, un manuscrito llamado El ilusionista (L’illusionniste) y que se encontraba catalogado en los archivos del Centre National de la Cinématographie de Francia con el poco halagüeño título de “Film Tati Nº 4”.

El ilusionista (2010), de Sylvain Chomet

El ilusionista (2010), de Sylvain Chomet

Chomet llegó a El ilusionista gracias a una de las hijas del desaparecido realizador, Sophie Tatischeff, a quien contactó para poder utilizar el clip de Día de fiesta en Las trillizas. Ella mencionó el guion no filmado y autorizó a Chomet para hacer una versión animada, pues no quería a ningún actor interpretando a su padre. “Debido a que el personaje de El ilusionista definitivamente no es el señor Hulot, Sophie Tatischeff no quería ver ninguna de las familiares marcas de fábrica de ese personaje siendo dramatizadas por otro actor. Por lo tanto, la animación parecía el medio ideal para resolver todos estos problemas dando la oportunidad de crear, empezando desde cero, una versión animada de Tati interpretando el personaje de El ilusionista. Tristemente, Sophie murió cuatro meses después de nuestro primer contacto. Sin embargo los herederos estuvieron de acuerdo con su decisión y me confiaron las joyas de la familia”, relata Chomet en el pressbook del filme.

Jacques Tati escribió el guion de El ilusionista en algún momento entre 1956 y 1959 antes o durante su relación laboral con el payaso, comediante y actor Pierre Étaix que desembocaría en la activa participación de este en Mi tío (Mon Oncle, 1958). Tati pensó que Étaix sería el actor indicado para interpretar al protagonista de su guion, pero luego que ambos se distanciaran, archivó el proyecto que él incluso sentía que era demasiado personal, una suerte de dolorosa catarsis privada.

El ilusionista (2010), de Sylvain Chomet

El ilusionista (2010), de Sylvain Chomet

Tras el estreno de El ilusionista en 2010, uno de los nietos de Tati, Richard McDonald, reveló públicamente que su madre Helga Marie-Jeanne –hija mayor del artista- no fue reconocida por él. Aconsejado por su hermana mayor, Tati le hizo firmar a la madre de Helga un documento en el que lo liberaba de sus deberes paternos a cambio de una compensación económica. La mujer se fue de Francia con la bebe y terminó casándose con otro hombre, Escribe McDonald que “la deplorable conducta de Tati –en ese momento actuando en El Lido de París junto a su amante, mi abuela Herta Schiel– hacia su primera hija fue recibida con profundo disgusto por la mayoría de sus colegas en la escena. Despedido del Lido por Léon Volterra y habiendo sido rechazado en el circuito de cabarets parisino por su canalla traición a uno de los suyos, fue por este acto que Tati se refugió en la villa de Sainte-Sévère en 1943, donde más tarde rodaría Día de fiesta, y no para escapar a los reclutadores Nazis como equivocadamente se cuenta”.

El ilusionista (2010), de Sylvain Chomet

El ilusionista (2010), de Sylvain Chomet

Tati habría escrito el guion de El ilusionista con el propósito de disculparse de su hija –en ese entonces una adolescente– de ahí que los cambios que le introdujo Sylvain Chomet al relato –una revisión nostálgica donde la figura central es Tati mismo y su caracterización de Hulot- fueran vistos por Richard McDonald como “un acto irrespetuoso que solo muestra una falta total de compasión tanto hacia el artista como hacia la joven a la que se supone se dirigía”.

Semejante tormenta afectó negativamente la apreciación de un filme que, ajeno a ese propósito subterráneo del guion original, se propuso traer de nuevo a la vida al señor Hulot mediante una animación preciosista que partió del estudio juicioso de la gestualidad y el lenguaje corporal del personaje que Jacques Tati creó, para entregarnos una reproducción meticulosa y entrañable de un ser de celuloide que los cinéfilos añoramos. Este no es El ilusionista que los hijos de Helga Marie-Jeanne aspiraban ni es el de los académicos y estudiosos del cine de Tati, esta es la versión de Sylvain Chomet, qué pasó la acción de Praga a Edimburgo, qué hizo de Hulot el protagonista (dándole incluso un empleo) y qué optó por dedicar este filme a Sophie –como el propio Tati hizo con Play Time (1967)- que fue quien le permitió hacerle un homenaje a un autor del que su propio cine ha bebido, como pudo constatarse en su siguiente proyecto, la comedia romántica (y musical) Attila Marcel (2013), su primer filme con intérpretes de carne y hueso.

El ilusionista (2010), de Sylvain Chomet

El ilusionista (2010), de Sylvain Chomet

El ilusionista es una película hecha con gran amor, cada detalle de su puesta en escena así lo demuestra. El mago francés que finalizando los años cincuenta ve la desaparición del music-hall y con él su carrera, intentará sobrevivir en otras latitudes y en el camino lo que hace es conquistar el asombro de una joven adolescente que decide seguirlo encandilada por sus supuestas capacidades sobrenaturales. Ambos despertarán a la realidad, una donde la magia no existe y los magos están condenados al olvido. En cambio Sylvain Chomet prefiere seguir soñando.

Publicado en la revista Kinetoscopio No. 114 (Medellín, vol. 26, 2016), págs. 37-38
©Centro Colombo Americano de Medellín, 2016

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