Greatest Hits: Happy End, de Michael Haneke

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¿Isabelle Huppert? La profesora de piano (La pianiste, 2001) de Haneke ¿Isabelle Hupert en un personaje que se llame Anne Laurent? Le temps du loup (2003) de Haneke ¿Grabaciones de imágenes? Benny’s Video (1992) y Escondido (Caché, 2005) de Haneke ¿Niños aparentemente normales que hacen actos terribles? La cinta blanca (Das weiße Band, 2009) de Haneke ¿Un personaje que asfixie a su esposa por piedad? Georges en Amor (Amour, 2012) de Haneke. ¿Una sola película que tenga todos estos elementos juntos? Happy End (2017) de Michael Haneke.

Ya teníamos claro que Haneke repite los nombres en sus filmes: Anne, Georges, Eva… pero ahora nos pone en un permanente déjà vu. Happy End es un compilado de grandes hits de su cine, donde situaciones, símbolos y motivos reaparecen acá para regusto cinéfilo, pero sin que acaben de cohesionar. La narración nos cuenta de una familia francesa muy adinerada, con un patriarca viudo nonagenario llamado Georges Laurent (Jean-Louis Trintignant) y sus dos hijos, Anne (Huppert), que lleva las riendas empresariales, y Thomas (Mathieu Kassovitz), un prestigioso cirujano. El hijo adulto de Anne y la segunda esposa de Thomas también constituyen el clan, que ahora se ve aumentado con la llegada de Eve, una adolescente de 13 años, hija del primer matrimonio de Thomas.

Happy End (2017)

Ya conocida la familia, a partir de ahí el relato tendrá tres ejes, los tres relacionados con secretos, con cosas que hacemos en nuestra vida privada y que son parte de una intimidad tan propia como inconfesable: alguien hace con un smartphone un diario visual de su vida (con comentarios editoriales), alguien lleva una relación extraconyugal, alguien desea matarse. No es un secreto saber quién es quién, eso no le interesa a Haneke. Él nos quiere voyeurs e intrusos y él sabe que en el fondo eso nos gusta. La vida ajena siempre tendrá algo atractivo.

Dentro de la armonía pomposa de la elegante familia Laurent las cosas no son pues exactamente perfectas, pero los “pecados” que ahí aparecen no son exactamente macabros o fruto de la decadencia burguesa endogámica. Tanto allá como acá los adolescentes son crueles, los adultos son infieles, los ancianos están agotados, no falta un hijo problemático y borracho que avergüenza a todos en una reunión social. Cualquiera sufre un accidente de tránsito, lo muerde una mascota, se porta mal en el colegio.

Happy End (2017)

Sin embargo Haneke va cocinando todos esos elementos caseros y banales para asestarnos un golpe maestro que nos sacuda. O eso pensábamos. En realidad el problema de Happy End es que -haciendo honor al título del filme- el Haneke punitivo se fue de vacaciones y nos dejó uno que se deleitó con las inteligentes referencias cinéfilas a su propia obra y con una escena final insólita en su cine: no causa pasmo, provoca genuina risa.

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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