Primum non nocere: La chica desconocida, de Jean-Pierre y Luc Dardenne

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Seraing es un pequeño municipio belga y ahí ejerce su consulta privada una joven médica, la doctora Jenny Davin. Su ejercicio profesional es un ejemplo de lo que debería ser la labor de un médico general: atiende adultos, niños y ancianos, hace venopunciones, inyectología, curación de heridas y atención domiciliaria. En su consultorio no tiene secretaria ni auxiliar de enfermería, solo un interno que la acompaña. Ordena exámenes especializados, toma conductas autónomas, ella es realmente quien decide qué hacer con sus pacientes. Yo ignoro todo respecto al sistema de salud belga, pero me alegra el empoderamiento que el médico general tiene allí, tal como esta película, La chica desconocida (La fille inconnue, 2016), nos muestra. Y sabiendo los antecedentes del cine de sus autores, los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne, es muy probable que el ejercicio profesional que la doctora Davin despliega en esta cinta sea completamente ajustado a la realidad.

La filmografía de los Dardenne está llena de retratos realistas muy duros. Sabemos que gustan de reflejar la cara más incómoda de Europa: la de la pobreza, la carencia de oportunidades, la inmigración ilegal, la niñez abandonada, la trata de blancas, las adicciones y la falta de solidaridad, por solo mencionar algunas máculas exploradas ya en su cine. Formalmente son transparentes: la fuerza de sus narraciones habla por sí misma sin tener que recurrir a juego estilístico alguno. Sin embargo, cuando dejan de lado sus preocupaciones sociales e introducen algún elemento externo o se desvían hacia el cine de género, al que no están tan habituados, flaquean. Ocurrió en El silencio de Lorna (Le silence de Lorna, 2008) con la psicopatía y ahora pasa de nuevo en La chica desconocida con la obsesión.

La chica desconocida (La fille inconnue, 2016)

La doctora Davin -interpretada por la actriz Adèle Haenel, quien protagonizó Amor a primera vista (Les Combattants, 2014)- omite algo, aparentemente banal y sin intención alguna, una noche al término de su consulta. Ese hecho, sin embargo, tendrá consecuencias graves para el destino de una mujer, la chica desconocida del título. La médica se llena de culpa y ese sentimiento vampiriza sus días y sus noches, convirtiéndose en una obsesión por esclarecer lo qué pasó. El hecho de recibir testimonios bajo el secreto y la confidencialidad médica la obligan a emprender una investigación por su propia cuenta, poniendo en peligro su propia seguridad personal. Culpa, secreto, sufrimiento personal: los ecos de Yo confieso (I Confess, 1953), de Hitchcock, son audibles aquí. Sin embargo los Dardenne no tienen la habilidad para el thriller del maestro inglés, ni la doctora Davin es una detective privada. Por eso el desarrollo de la película se siente forzado: la conducta de la protagonista no está mediada por la lógica, sino por el remordimiento.

La chica desconocida (La fille inconnue, 2016)

Protagonista que, por cierto, es la segunda chica desconocida del filme. De Jenny Davin no sabemos absolutamente nada. Ni de familia, amigos, amores o aficiones. A su apartamento entramos unos segundos a sacar comida y enseres porque ella se muda al consultorio. De resto siempre está trabajando o buscando pistas que le ayuden a dormir tranquila. Jamás piensa en ella, nunca tiene un momento de descanso o de paz. Espero que este retrato de los Dardenne sea consecuente con el trastorno obsesivo de la doctora y no con su idea de lo que un médico es: un profesional comprometido y técnicamente eficaz, pero un ser humano aislado y fallido. Ese autismo afectivo y esa insensibilidad para el disfrute de la vida no puede estar vinculada a esta profesión que, como podrán ver los espectadores de este largometraje, sirve hasta para devolverle la identidad a una víctima condenada al anonimato de los desposeídos.

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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