La sonrisa de Alex

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Quizá el mejor símbolo de lo que es el cine del director norteamericano Alexander Payne se encuentra en Las confesiones del Sr. Schmidt (About Schmidt, 2002), cuando el personaje protagónico –interpretado por Jack Nicholson- lleno de nostalgia frente al recuerdo de su esposa recientemente fallecida, se sienta en el tocador de su cuarto y se aplica en el rostro una de las cremas faciales que ella usaba. Está triste, pero en su cara se ve ahora la blancura del rostro de un payaso, que cualquiera supone alegre. Ese es exactamente el universo de Alexander Payne: el de la tristeza y el dolor aliviados por una involuntaria sonrisa. Por eso algunos pueden llegar a confundirse ante sus películas, como ha sido el caso de la más reciente de ellas, Los descendientes (The Descendants, 2011), frente a la que habían unas expectativas cómicas no satisfechas. Lo que debe quedar claro es que sus filmes no son comedias, se trata de dramas humanos que describen situaciones que no buscan exactamente hacer reír, pero que sin embargo poseen una soterrada ironía y una sutil comicidad, fruto de unos guiones que rebosan inteligencia y que Payne ha ayudado activamente a escribir.

El proceso de escritura de sus guiones y la experiencia adquirida como realizador le ha permitido ir creciendo en profundidad dramática y en la confección tridimensional de sus personajes protagónicos. Hay una enorme distancia entre la mordacidad punitiva de Election (1999) –uno de sus primeros filmes- y la mesura y el cariño por sus personajes que se refleja en Los descendientes. Si bien parece consecuente con el planteamiento narrativo del filme que el profesor de escuela secundaria interpretado por Matthew Broderick en Election sufra merecidamente las consecuencias de su torpeza, no deja uno de pensar que Payne lo utilizó como chivo expiatorio para hacer una sátira social y sexual tan despiadada como la que Todd Solondz había hecho un año antes con Felicidad (Happiness, 1998) y que también Sam Mendes retomaría en Belleza americana (American Beauty, 199), filme estrenado –curiosamente- unos meses después de Election.

Las confesiones del Sr. Schmidt (About Schmidt, 2002)

Las confesiones del Sr. Schmidt (About Schmidt, 2002)

Lo que a ese filme de Payne le sobraba en veneno le faltaba en compasión, un sentimiento que desde Las confesiones del Sr. Schmidt ha atravesado su cine, permitiendo que el espectador se identifique sin dificultad con sus personajes, seres que pasan por una crisis existencial que les obliga –casi que a marcha forzadas- a repensar sus vidas, casi que a volverlas a construir de lo desmoronadas que quedaron. Payne se pone del lado de ellos y por ende del lado del público: sus protagonistas son personas de mediana edad, sin muchos atributos y llenos de defectos, que viven en ciudades intermedias, lejos de los grandes centros de poder. El señor Schmidt acaba de jubilarse de una empresa de seguros tras décadas de un trabajo predecible, Miles Raymond en Entre copas (Sideways, 2004) es un profesor de inglés en un colegio y frustrado aspirante a escritor, Carol en 14e Arrondissement –el segmento que Payne dirigió en París te amo (2006)- es una anónima mensajera de Denver visitando Paris sola, Matt King en Los descendientes es un abogado hawaiano más interesado en los negocios inmobiliarios que en sus hijas a la deriva. Todos experimentaran la soledad y el dolor, a todos los veremos hacer el ridículo y soportar humillaciones y descubrimientos inesperados y vergonzosos. La codicia, la muerte, la infidelidad y el despecho son los eventos vitales disparadores de sus crisis, que los impulsan a moverse, transformando estos filmes en catárticas road movies que en últimas no son otra cosa que búsquedas de algo parecido a una redención interior.

Ya he mencionado a sus personajes, pero quisiera detenerme en ellos un momento más, pues Payne sabe que el éxito de sus filmes radica en la fuerza y tridimensionalidad de sus protagonistas. En el momento en el que los ridiculice la credibilidad del filme se habrá pulverizado y por eso se cuida de caricaturizarlos. Puede que no sean exactamente modelos de conducta y haya mucho que reprocharles, pero llevan implícitos una bondad y una nobleza que Payne nos va ir descubriendo lentamente. Miles (interpretado de manera perfecta por Paul Giamatti) es probablemente su creación más completa: un ser lleno de inseguridades, insatisfacciones y fracasos, pero que encierra dentro de sí un espíritu que le permite disfrutar a cabalidad un buen vino, ser un buen conversador e intentar escribir una novela. Entre copas no sería la película que es sin este personaje tan contradictorio y fascinante, contrapuesto a su compañero de viaje, Jack, un macho que solo piensa con los genitales.

Entre copas (Sideways, 2004)

Entre copas (Sideways, 2004)

Con ambos como ejemplo, descubrimos la mayor táctica humorística de Payne: rodear al protagonista – Schmidt, Miles, King- de caricaturas, para que el contraste con su humanidad sea aún mayor. Para eso se sirve de la suculenta fauna pueblerina de los Estados Unidos, perfecta para encajar todo tipo de bromas por su ingenuidad e inveterado mal gusto. Payne nació en Omaha, Nebraska, y sabe muy bien lo cursi y absurdo de la vida en este tipo de ciudades. De esa ramplonería saca partido para hacer humor, tal como lo hacen, con menos escrúpulos aún, los hermanos Coen, unos verdaderos especialistas en burlarse de sus congéneres.

Los descendientes es el más reciente capítulo de su obra, ganadora del Globo de oro a mejor película dramática, premio del American Film Institute a la mejor película del 2011 y actual contendora a 5 premios de la Academia de Hollywood. El alto perfil de George Clooney como protagonista ha desviado toda la atención hacia su actuación, pero ella -como ya hemos visto- es simplemente la consecuencia natural de la obra previa de Alexander Payne. Él es el creador de esos mundos donde la tristeza y la alegría conviven. Suyas son las palabras que pronuncian, suyos son los dolores que padecen. Es, no lo olvidemos, la sonrisa de Alex la que alegra momentáneamente los rostros circunspectos de sus marionetas de celuloide.

Publicado en el suplemento “Generación” del periódico El Colombiano. Medellín, 26/02/12. Págs. 4-5
©El Colombiano, 2012

Los descendientes (The Descendants, 2011)

Los descendientes (The Descendants, 2011)

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