Sin escape posible: A Man of Integrity, de Mohammad Rasoulof

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“Dios tiene una solución para todo”, le dice un empleado de una aseguradora a Reza, el protagonista de A Man of Integrity (Lerd, 2017), luego de contarle de las movidas subterráneas que debe hacer para conseguir que un seguro le cubra el envenenamiento colectivo ocurrido en su granja de peces. Realmente no es orar el camino que le queda a Reza, es entrar en el juego colectivo de corrupción que en el que están inmersos todas las entidades, publicas y privadas, con las que debe relacionarse para solucionar los problemas, que en cascada, le han caído encima a él y a su familia.

Reza (Reza Akhlaghirad), su esposa Hadis (Soudabeh Beizaee) y su hijo, provienen de Teherán y están instalados en un pueblo del norte de Irán. Ella es la rectora del colegio de mujeres de la población y él administra una granja piscícola en la que viven. Tienen deudas con el banco y desde el momento en que Reza se niega a pagar un soborno para que le rebajen los intereses moratorios empiezan sus problemas.

A Man of Integrity (Lerd, 2017)

El no acceder a entrar en el “sistema” de coimas se interpreta como un acto de rebeldía que no va a ser tolerado. Cuando además empiece un pleito con un vecino –un dirigente “mafioso” de algo muy asimilable al gobierno que se llama “la Compañía”- las cosas no harán sino empeorar: lo meten preso y lo demandan por daños y perjuicios. Después, para no seguir detallando aspectos argumentales, los problemas alcanzarán a su mujer y a su hijo, llenándolo de desesperación al no poder solucionar nada por las vías legales. El director Mohammad Rasoulof sabe de qué habla: fue condenado a seis años de prisión en Irán por filmar sin permiso y pagó un año de cárcel antes de salir bajo fianza.

A Man of Integrity pese a sus raíces realistas –tan bien fundadas dentro del cine iraní- parece un relato kafkiano. Su protagonista no quiere ceder en sus principios morales, pero todos a su alrededor le están demostrando que esos principios no tienen utilidad alguna, que incluso estorban a la hora de tomar las medidas necesarias para proteger su hogar y su patrimonio. No se trata de inoperancia estatal: según el filme la corrupción es la moneda legal en Irán y nada fluye sino hay una “mordida” de por medio. No solo nada funciona, sino que además a usted lo van a intimidar para que “entre en razón”.

A Man of Integrity (Lerd, 2017)

El rostro perplejo y la angustia de Reza son apenas consecuentes con la avalancha de dificultades que le caen encima. Su mujer no es nada pasiva ni resignada, desde su posición y su punto de vista apoya a su marido y le hace ver la telaraña en la que están atrapados. Sin embargo la sociedad machista iraní ve como una ofensa al honor masculino que una mujer tome la iniciativa en estos asuntos y llegado a un punto del relato, Reza decide que no puede soportar más oprobios.

La parte final de A Man of Integrity es la demostración que la corrupción es un monstruo tan inescrupuloso que también puede usarse para combatirla. Pero también es la constatación de que quien la usa no vuelve a ser quien antes fuera. Para Reza fue arma, pero también cepo.

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