Slim y Steve: una historia de amor

7829
0
Compartir:

He aquí el relato del inicio de la carrera de Lauren Bacall y de su romance con Bogart. Hay final feliz.

En una de las escenas iniciales de la película Cómo casarse con un millonario (1953) hay un diálogo entre los personajes que interpretan Lauren Bacall y Marilyn Monroe que funciona como una broma privada de Hollywood. Schatze Page (Bacall) –refiriéndose a alguien más- pregunta: “-¿Tiene clase?”. Pola Debevoise (Marilyn), responde: “-¿Qué si la tiene? ¿No te dije que ha salido en la portada de Harper’s Bazaar tres veces?” “-¿Y sabe cómo manejarlo?”, pregunta Schatze de nuevo.

La que sin duda supo manejarlo fue Lauren Bacall. Fue ella la que apareció en la portada de Harper’s Bazaar en marzo de 1943 en una fotografía en que la vemos frente a la puerta de un servicio de donación de la Cruz Roja. Sus labios rojos hacen juego con su bolso, pero su expresión seria y su traje negro nos recuerdan que estamos en plena Segunda Guerra Mundial. En ese momento no se llamaba aún Lauren Bacall, sino Betty Joan Perske y era una modelo neoyorquina de dieciocho años de edad.

Lauren Bacall como modelo en las páginas de Harper´s Bazaar

Lauren Bacall como modelo en las páginas de Harper´s Bazaar

Esa foto fue definitiva para su carrera. Una de las personas que la vio en esa portada fue Nancy “Slim” Hawks, la esposa del director de cine Howard Hawks, que lo alertó sobre el potencial de la joven. “Había algo de pantera en ella”, relataba Nancy, que estaba segura que a su marido iba a interesarle. La contactaron, le enviaron pasajes hasta Los Ángeles y el 6 de abril llegaría a esa ciudad para que le hicieran una prueba ante la cámara (un screen test), lo que llevó a que Hawks se decidiera a proponerle un contrato de siete años. Además la entrenó para bajar el tono de su voz y hacer más grave su timbre. Lectura en voz alta enfrente del cañón en la afueras de Mullholland Drive y el hábito de fumar fueron parte del secreto para convertir su ronquera en herramienta infalible de seducción del público. Y de su futuro marido, el gran Humphrey Bogart.

Fue el propio Howard Hawks el que los presentó. Fueron hasta el plató donde se estaba rodando la película Pasaje a Marsella, estelarizada por Bogart. A Hawks le interesaba contar con él en un futuro proyecto de adaptación de una novela de Ernest Hemingway y pasaron a saludarlo. Ella recuerda que “no hubo un trueno, ni un rayo, solo un ‘¿cómo está?’. Bogart era más bajo de lo que imaginé -1.78 mts., vistiendo su disfraz de pantalones sin forma, camisa de algodón y bufanda alrededor del cuello. No dijimos nada importante, no nos demoramos, pero parecía un hombre amistoso”. Fue el primer encuentro que tuvieron Bacall y Bogart en Hollywood. Ella era una novata absoluta y él era ya uno de los actores más importantes del momento, el mismísimo protagonista de Casablanca (1942).

Bacall, Bogart y el director Hawks (a la derecha)

Bacall, Bogart y el director Hawks (a la derecha)

En enero de 1944 se le hizo otro screen test para ver si la Warner aceptaba que protagonizara el proyecto de la novela de Hemingway. Todo salió bien. Un par de semanas antes de empezar el rodaje, ella iba hacia la oficina de Hawks y Bogart salía de allí. “-Acabo de ver tu prueba. Nos divertiremos mucho juntos”, le dijo. Ninguno de los dos imaginaba cuánto. Ya para ese entonces Hawks había escogido un nombre artístico para ella, Lauren, y le dijo que afirmara ante la prensa que era un viejo nombre familiar, el de su bisabuela. También añadió una segunda “l” al apellido Bacal de su madre. Bajo el tutelaje de Nancy Hawks en términos de vestuario y glamur, Lauren Bacall estaba lista para surgir.

La película se llamaba Tener y no tener, y la adaptación para la pantalla la hicieron el veterano guionista Jules Furthman y el futuro ganador del Premio Nobel de literatura, William Faulkner. Los hechos de la novela de Hemingway acaecían en Cuba, la cinta de Hawks se desenvolvía en Martinica, colonia de la Francia ocupada por los nazis. Es innegable que el guión la convirtió en una variante de Casablanca: un individualista antihéroe norteamericano que exhibe un inesperado y generoso valor cuando las circunstancias se lo exigen.

"Steve" y "Slim" en Tener y no tener (1944)

“Steve” y “Slim” en Tener y no tener (1944)

El rodaje se inició a finales de febrero de 1944. La primera escena entre Bacall y Bogart es en la que ella pregunta, parada en el marco de la puerta de la habitación de él, si alguien tiene un fósforo. A la chica le temblaba la cabeza, las manos, el cigarrillo. Todos trataban de tranquilizarla y darle confianza, incluso Hawks decidió partir la escena para facilitarle las cosas. En la tercera o cuarta toma, a Lauren se le ocurrió algo: “me di cuenta que la única forma de dejar quieta mi cabeza era mantenerla abajo, con el mentón bajo, casi hasta mi pecho y mis ojos mirando hacia arriba a Bogart. Funcionó”, recordaba la actriz en su biografía By Myself and Then Some.

Ese tipo de gestos y su voz ronca volvieron icónica su aparición en Tener y no tener. Este es el filme donde ella pronuncia esas palabras que se convirtieron en mito del cine cuando, al dirigirse a Harry Morgan (el personaje de Bogart), le dice: “Tu sabes que no tienes que actuar conmigo Steve. No tienes que decir nada y no tienes que hacer nada. En absoluto. Oh, quizá solo silbar. ¿Sabes cómo silbar, verdad Steve? Solo junta los labios y… sopla”.

Humphrey Bogart y Lauren Bacall en Tener y no tener (1944)

¿Steve? Desde que la película empieza ella le dice así. Y él le dice a ella Slim, sin que medie explicación alguna. “Slim” y “Steve” eran los sobrenombres de Nancy y de Howard Hawks y eso explica todo. Esa familiaridad en el trato, que en el guion iba aumentando a medida que los personajes se enamoraban, continuaba entre Bacall y Bogart cuando las cámaras se detenían al final de cada jornada. Es más ellos, mismos se llamaban Slim y Steve en privado. “La electricidad entre ellos era de no creerse. Era tan tangible que podía sentirse en el aire. Yo sabía que algo iba a salir de eso”, comentaba el publicista Mickey Seltzer. Bogart estaba por su tercer matrimonio. Su mujer, la actriz Mayo Methot, era de temperamento volcánico y las peleas entre ambos eran asunto cotidiano. Bogart, 25 años mayor que Bacall, estaba absolutamente prendado de ella.

Humphrey Bogart y Lauren Bacall en Tener y no tener (1944)

Humphrey Bogart y Lauren Bacall en Tener y no tener (1944)

Hacia la tercera semana de rodaje Bogart fue una noche a su camerino a despedirse, e impulsivamente la besó. Ese sentimiento es evidente en las escenas entre ambos: los ojos les brillan con sinceridad y hay una sonrisa de picardía imposible de fingir. Eso obró a favor de Tener y no tener, pese al disgusto de Howard Hawks al enterarse del affaire entre ambos. La amenazó incluso con arruinar su carrera si insistía en involucrarse con Bogart, pero la joven estaba decidida a correr con las consecuencias. Las cámaras se detuvieron por fin el 10 de mayo. En octubre de ese año se hizo un preestreno en Nueva York y en el resto del país se estrenó en enero de 1945. Desde las primeras exhibiciones se pudo constatar que con Lauren Bacall había nacido una estrella nada fugaz. La Warner quiso aprovechar de inmediato esta situación y volvió a unirla a Bogart en una segunda película dirigida por Hawks y escrita por Faulkner, El sueño eterno, según la novela de Raymond Chandler. Pero cuando ese filme se estrenó, en agosto de 1946, ya Lauren Bacall era la cuarta y última esposa de Humphrey Bogart.

Humphrey Bogart y Lauren Bacall en El sueño eterno (1946)

Se casaron el 21 de mayo de 1945. Tras El sueño eterno les quedarían dos películas juntos: Dark Passage (1947) y Cayo largo (1948). En ese momento su carrera se separa y Lauren se dedica –sin abandonar el cine- a la maternidad. Su hijo Stephen nació en 1949 y su hija Leslie tres años después. Bogart fallece en 1957. Lauren Bacall nos acompañaría otros 57 años más, para alegría nuestra. Desde el 12 de agosto de 2014 Slim y Steve están juntos otra vez. Los dos hacen parte de la historia del cine, o sea que –por fortuna- seguirán vivos cada vez que el proyector se encienda.

Publicado en la revista Credencial No. 334 (Bogotá, septiembre de 2014), págs. 54-56
©Magazines Culturales Ltda., 2014

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

A6

Compartir: