70 años después…

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Juan Carlos González A.

Publicado en el periódico El Tiempo (Bogotá, 28/04/11). Pág. 16

¿Que hace que una película se haga eterna? ¿Qué tiene que ocurrir para que se vuelva un mito? Oportunidad, suerte, genialidad… las respuestas pueden ser muchas y ninguna. Lo cierto es que una película estrenada el 1 de mayo de 1941 continúa -70 años más tarde- siendo una referencia obligada en la historia y en la evolución del cine. No es difícil adivinar que se trata de Ciudadano Kane, el esperado debut de Orson Welles delante y detrás de las cámaras, prueba de fuego de su talento suicida para asombrar e irritar a las esferas del poder.
Me imagino la ansiedad que rodeó al estreno ese jueves en el RKO Palace Theater, en Broadway. La película llegaba precedida de un boicot y una campaña de desprestigio orquestadas por el magnate de la prensa William Randolph Hearst, quien suponía ridiculizada -en la pantalla- su imagen y la de su amante, la actriz Marion Davies. Temeroso de la ira de Hearst, Louis B. Mayer le ofreció infructuosamente al presidente de la RKO casi 900.000 dólares por destruir el negativo y todas las copias. El Radio City Music Hall se negó a exhibir la película; todos anhelaban la caída del arrogante chico maravilla del Mercury Theater, que creó pánico colectivo unos años antes con la emisión radial de La guerra de los mundos
La película fue un fracaso de taquilla y se convertiría para Welles en una maldición que le impediría volver a rodar un proyecto con plena libertad. Kane era demasiado osada, compleja y arriesgada para su tiempo. Martin Scorsese, excelso director y gran conocedor de la historia del cine explicaba que “Welles era como un joven mago encantado por su propia magia. En realidad, el aspecto más revolucionario de Ciudadano Kane es su autoconciencia. El estilo se prestaba atención a sí mismo, lo que contradecía la idea clásica de la cámara invisible y los cortes disimulados”. La película recurriría a una elaborada narración fragmentada, en la que muchas voces iban a intentar reconstruir, a saltos, la historia de un hombre solitario que fue muchos a la vez: un magnate soberbio, un periodista escandaloso y contradictorio, un político con pies de barro. 
Al sortilegio contribuyeron el guionista Herman Mankiewicz, el cinematografista Gregg Toland y el músico Bernard Herrmann. Todos aportaron para convertir a esta película en un símbolo de la capacidad del cine para sorprender, reinventarse y perdurar. 70 años después aún volvemos a ella y Kane siempre nos ofrece algo nuevo, algo para aprender de ella. ¿No es eso magia?
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