Claude Chabrol nos visita…

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Juan Carlos González A.

Publicado en el suplemento “Generación”, del periódico El Colombiano (Medellín, 21/10/12). Págs. 14-15
©El Colombiano, 2012 
La XI versión del Festival de Cine Francés que se inició en Medellín el pasado jueves incluye cinco películas de un autor legendario cuya obra invitamos a redescubrir. 
“Trabajar con el microscopio, más que con el telescopio. Tener un universo cerrado para observar. La casa me parece el símbolo más evidente de ese modo de actuar. Está todo, el encierro, también la noción que tengo del tiempo. Es decir, el pasado existe sólo cuando está presente. Está en el principio de la casa, donde las cosas del pasado existen en el interior, pero en armarios. Hay que abrir los armarios para tener el pasado enfrente”, declaraba Chabrol en el documental Gran carrusel, ¿qué motiva a Claude Chabrol? (2006) de Olivier Bourbeillon. Y en esas palabras están todos los elementos necesarios para entender el cine de este director francés que siempre fue tan crítico y tan punzante con una burguesía que conocía bien, sencillamente porqué hacía parte de ella. 
El cine de Chabrol mira a sus personajes de cerca, los examina utilizando la lente de la cámara como si se tratara de un microscopio sofisticado en su capacidad de detalle. Chabrol los desnuda para nosotros, los expone en sus debilidades y miserias, los denuncia, los confronta. Quiere que confiesen que son frágiles, que han ocultado (mal) sus errores, que se sienten a gusto cerca de la maldad, que son egoístas y fríos. Que por eso matan sin remordimientos, agradecidos de quitarse de encima seres incómodos, menos hábiles y más ingenuos que ellos. Chabrol los persigue hasta sus guaridas, pero no esperen cuevas oscuras. Sus personajes –habitantes por lo general de la provincia francesa- son privilegiados, cultos, aristócratas, amantes de la buena vida y del buen vino. Habitan mansiones hermosas, aunque un tanto decadentes, a las que Chabrol entra con libertad para seguir buscando ahí –en esos armarios cerrados, en esas buhardillas polvorientas- no solo esqueletos ocultos, sino las raíces de la maldad que consume a los protagonistas de sus filmes. Encontrará la enfermedad mental, el desasosiego personal, los celos, la infidelidad, la hipocresía, las ganas de revancha, la ambición, la lujuria, la ceguera que da el dolor. Todas y ninguna explican los motivos de un autor que hizo de su cine un recordatorio incómodo de la acechanza de nuestros bajos y más primarios instintos, capaces de salir a flote en medio de la más distinguida clase social, victimaria y víctima a la vez de una ruina personal y colectiva que Chabrol describe con ironía y dolor en unas películas convencionales en lo técnico, clásicas en lo narrativo, pero intensas en lo dramático, dueñas de una violencia psicológica y física que nos perturba por lo cercana, por lo real y poco sublimada. 

Claude Chabrol nació en París en 1930 y estudió ciencias políticas. Crítico de cine de las revistas Arts y Cahiers du cinéma (parte de esa camada irrepetible que incluía a Truffaut, Godard, Rohmer y Rivette), escribió junto a Eric Rohmer el primer texto crítico en francés sobre Alfred Hitchcock y fue uno de los primeros directores de la nueva ola francesa. Su opera prima, El bello Sergio (1959), vio la luz gracias a una herencia que su esposa recibió y que le permitió crear una compañía productora independiente. Era el inicio de una carrera que se extendería durante cinco décadas. Su película última, Bellamy, se estrenó en Francia el 25 de febrero de 2009, exactamente 50 años y 14 días después de El bello Sergio. Entre ambos filmes vendrían obras imprescindibles como Las ciervas (1969), La mujer infiel (1969), El carnicero (1970) o Violette Noziere (1978): alrededor de 55 largometrajes para cine componen una filmografía cohesionada, coherente y digna, que desde su tercer filme, Una doble vida (À double tour, 1959), empezó a mostrar los rasgos característicos que lo iban a convertir en ese autor travieso e inquisidor que tanto admiramos y que hace dos años nos dejó para siempre, pero con la grata tarea de visitar periódicamente su obra y seguir encontrándonos con nuevas sorpresas y, claro, con nuevos sobresaltos. 

Las películas que veremos 

El bello Sergio (1959) 
El primer largometraje de Chabrol se rodó en Sardent, en la región de La Creuse, donde este director pasó algunos años de su infancia. Es una historia mesiánica y con simbolismos espirituales claros acerca de un hombre que regresa a su pueblo y pretende reclamar una ascendencia moral de la que carece. En palabras de Chabrol: “Era [una película] muy valiente, pero también un tanto premeditada. Si la tuviera que rehacer ahora es probable que consiguiera cinco millones más, pues pondría justo lo que se necesita para crear una mayor excitación en el espectador”
Inspector Lavardin (1986) 
A propósito de esta película, el recordado crítico francés Serge Daney afirmó que “da la impresión de que el universo chabroliano es revisitado por uno de los mil ojos malignos del doctor Mabuse, convertidos en rayo láser”. Se trata de la segunda aparición del personaje del inspector Lavardin –interpretado por Jean Poiret- en su cine, luego de su presencia en Pollo al vinagre (1985). La investigación del crimen de un escritor católico le permite a Chabrol lanzar nuevos dardos sobre la hipocresía de la sociedad francesa. El realizador volvería a recurrir al inspector en dos películas para la televisión: L’Escargot noir (1988) y Maux croisés (1989).
Un asunto de mujeres (1988) 
Esta película cuenta la historia de Marie, una mujer que se dedica, como medio de subsistir, a practicar abortos en la Francia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial. La doble moral es la protagonista de este filme polémico y magistral. Afirmaba Chabrol que “Me pareció que era un tema que expresaba de manera bastante exacta el horror de lo que se vivía en ese momento. Para no mencionar el hecho de que esa pobre desgraciada fue la última mujer ejecutada en Francia.”.
Betty (1992) 
Una excelente actuación de Marie Trintignant da vida a uno de los personajes más perturbados y trágicos del cine de Chabrol, una mujer excluida de la clase social que la acogió y tirada literalmente a la calle, luego de tener los hijos que se esperaba aportara. Se refugiará –entre nostalgias y alcohol- en una mujer que la acoge, interpretada por Stéphane Audran, la eterna musa y exesposa de Chabrol. Betty está basada en una novela de Georges Simenon.
La ceremonia (1995) 
Una de las películas más interesantes y unánimemente celebradas de Chabrol, narra el encuentro entre dos mujeres –interpretadas nada menos que por Isabelle Huppert y Sandrine Bonnaire- y cómo planean fríamente una venganza. Según Chabrol: “Ambos personajes se entrelazan. Existe un término psiquiátrico criminal muy interesante: la locura a dos. Aparentemente son tranquilas hasta que se unen y la actitud de una alimenta a la otra. Juntas se convierten en una amenaza para la sociedad. A mi me interesa la historia porque más que explicar sucesos exteriores, busco las motivaciones secretas del comportamiento humano”.
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