Del abismo como vocación: Biutiful, de Alejandro González Iñárritu

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El reto que afrontaba el realizador mexicano Alejandro González Iñárritu con Biutiful (2010) era grande. Era su primer largometraje sin su compatriota Guillermo Arriaga, el guionista de Amores perros, 21 gramos y Babel, y por ende la oportunidad de revalidar en solitario los logros de su cine. Esas estructuradas historias -entretejidas hasta lo improbable- que caracterizaron los tres largometrajes se han ido con Arriaga, pero ha quedado algo que también las definía: la exploración (casi escribo “explotación”) del dolor humano.

González Iñárritu no se caracteriza por la compasión hacia sus personajes, seres que deben expiar sus culpas a través del sufrimiento causado por una serie de penurias que parecen caer como castigo divino. Biutiful prolonga ese vía crucis vital en la figura de Uxbal (inmenso Javier Bardem, que con su solvencia mantiene en pie este filme), un hombre que parece acostumbrado a andar en la cuerda floja existencial. Habituado a ganarse la vida como intermediario de la explotación de inmigrantes africanos y asiáticos en Barcelona, Uxbal deambula en la marginalidad y en el desasosiego. No encuentra paz, por qué no sabe cómo buscarla. Las urgencias vitales del día a día le impiden pensar en ello: tiene dos hijos bajo su custodia, una ex esposa de gran inestabilidad emocional, y ahora resulta que su salud se está deteriorando seriamente. Ah, sin mencionar que puede comunicarse con los muertos.

Biutiful (2010)

La receta está lista para un viaje de descenso hacia los abismos de la miseria y el dolor, en medio de los arrabales de una urbe que tradicionalmente hemos visto soleada y amable, pero que ahora se antoja gris, intolerante y corrupta. El director no le ahorra a Uxbal ningún padecimiento ni ninguna prueba moral o física que lo haga golpearse y martirizarse aún más. En un momento dado el espectador del filme se pregunta cuál es el propósito de semejante pena, hacia dónde va este relato trágico. ¿Busca Uxbal la redención? ¿Le queda alguna gota de esperanza a su exhausto espíritu? El público de Biutiful no encuentra esas respuestas en la mirada perdida y cansada de ese hombre cuya vida se agota, mientras él en silencio oculta su derrota.

En lo formal la película no deja dudas del oficio de este realizador, que ha querido manipularnos con sus imágenes, tan bellas como aterradoras. Luego de ver Biutiful, no sabe uno si la vocación hacia el abismo es la de Uxbal o la de su pretencioso creador, Alejandro González Iñárritu, improbable profeta del dolor.

Publicado en el periódico El Tiempo (Bogotá, 03/03/11). Pág. 16
©Casa Editorial El Tiempo, 2011

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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