Los orígenes de un revolucionario: El joven Karl Marx, de Raoul Peck
“Karl Marx jugó desde el principio un papel importante para mí: en el trabajo, en mi compromiso y, en general, en mi vida. Siempre he sospechado de todos los dogmas y de la naturaleza del marxismo como tal. Pero tuve la suerte de encontrar su trabajo por primera vez en contextos académicos, en un momento menos polémico que hoy”, declara el director de El joven Karl Marx (Le jeune Karl Marx, 2017), el haitiano Raoul Peck, cuyo filme previo fue el documental No soy tu negro (I am Not Your Negro, 2016). La palabra “compromiso” está en su declaración y es notoria en el cine que realiza, comprometido con lo social y lo político. Que en su película sobre los años de la juventud de Marx aparezca el director francés Robert Guédiguian como coproductor es apenas consecuente con esas intenciones militantes.
Por suerte el guion del veterano Pascal Bonitzer –cuya asociación con el cine de Jacques Rivette y Raoul Ruiz fue legendaria- nos evita el pasquín político y nos deja frente a una sobria biopic acerca de los años en que Marx y Friedrich Engels se conocieron y empezaron su colaboración filosófica y revolucionaria. No es la época más ampliamente conocida de sus vidas y Peck decidió tomar como fuente de documentación las cartas que ambos hombres se cruzaron y la correspondencia entre Marx y su esposa Jenny von Westphalen.
El resultado es un filme que, sin perder de vista sus intenciones políticas, se centra en la relación de camaradería y afinidades intelectuales de dos jóvenes camaradas que se reconocen notablemente inteligentes y con el poder de cambiar el rumbo de la sociedad gracias a sus ideas, su inconformismo y su rebeldía. Marx (interpretado por August Diehl) es un contradictor inveterado, capaz de demoler con la fuerza de sus argumentos al pensador más arrogante que encuentre, mientras Engels (Stefan Konarske) parece querer expiar con sus actitudes radicales la cuna burguesa en la que nació.
El joven Karl Marx, así como El joven Lincoln (Young Mr. Lincoln, 1939), de John Ford, toman una figura histórica y nos la muestran en sus años de formación, para ver la semilla de dónde surgieron sus ideales. La Europa de mediados del siglo XIX era el caldo de cultivo perfecto para unas propuestas revolucionarias marxistas cuyas repercusiones aún resuenan.
Publicado en el periódico EL Tiempo (Bogotá, 25/03/18) con el título “Los orígenes de un revolucionario” p. 3.7
©Casa Editorial El Tiempo, 2018
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