Honestidad brutal: Rapera a los 40, de Radha Blank

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“Siento que el fracaso es una gran herramienta en la comedia. La adversidad es un gran pulidor del espejo de la vida”
– Radha Blank

Si uno logra ignorar y/o disculpar el desafortunado título que en español recibió The Forty-Year-Old Version (2020), debut de Radha Blank como directora, productora, guionista y protagonista, lo que va a encontrarse es una maravillosa película. Una en la que una mujer desnuda su ser frente al espectador y, con una enorme capacidad de burlarse de sí misma, se nos presenta y nos dice “aquí estoy, esta es mi vida”.

Ser autobiográfico en el cine no es fácil, es caminar permanentemente en una cuerda floja: en la de la vulnerabilidad de la exposición pública. Por ejemplo, Woody Allen fue claramente autobiográfico en Annie Hall (1977) y en Manhattan (1979), pero en ninguna de las dos películas utilizó su propio nombre, ni su profesión real, para empezar. La neoyorquina Radha Blank, en cambio, es ella misma, del nombre en adelante. Ella es dramaturga, ella fue un talento precoz –con el drama Seed (2010)- ella ha hecho rap, ella ha conocido el fracaso y el no poder cumplir con las expectativas propias y ajenas. Así pues, con esto ha hecho una “autobiopic”, en la que es capaz de exponer su situación de inconformismo vital (por los 40 años que está a punto de cumplir, por su peso, por ser mujer, por ser negra, por su situación laboral), filtrado a través de un finísimo humor, al que contribuye su enorme carisma personal, que nos desarma y nos pone de inmediato de su lado. Obviamente esto no es un documental y hay situaciones ficticias y personajes que son la condensación de varias personas, pero esencialmente esta es su propia historia.

Rapera a los 40 (The Forty-Year-Old Version, 2020)

Radha, la protagonista del filme, se enfrenta a un dilema común del artista: preservar la pureza de la creación y con ello limitar sus posibilidades comerciales; o adaptarla a las necesidades y gustos de quienes están en capacidad de comercializar su obra. En este caso se trata de un drama que ella escribió para el circuito off Broadway y que ahora desea poder escenificar, tras años dedicada a la docencia en un colegio público y en los que prácticamente desapareció del radar teatral. Pero llevarla a las tablas implica comprometer su mirada y complacer a benefactores blancos que ven en el teatro dirigido por mujeres negras algo exótico y que es cool apoyar, siempre y cuando sea como ellos aspiran a que sea, incluyendo temas como la gentrificación de ciertas zonas de la ciudad. La condescendencia no es gratuita.

Rapera a los 40 (The Forty-Year-Old Version, 2020)

Mientras si decide si se presta a ese tipo de concesiones, va a encontrar un escape a su indeterminación y a su inseguridad en el rap. Se sabe con talento para la rima y va a intentar explotarlo, de nuevo enfrentada al mismo inconformismo y la misma indecisión, pero ahora en un ámbito que es ajeno a ella. Tanto en la atmósfera teatral como en la musical la película es clara: triunfar es difícil y esto no es un cuento de hadas ni una historia de superación personal. Esta es, ante todo, una historia de aceptación personal, de sinceridad con uno mismo, con sus posibilidades y sus limitaciones. A ese respecto escuchen por favor lo que el habitante de calle que vive al frente de Radha tiene para decirle un día que ella fue a llevarle un sándwich. Entenderán ahí el tono anti fábula de este filme.

Rapera a los 40 (The Forty-Year-Old Version, 2020)

Añadamos por favor nostalgia del recuerdo de su madre fallecida, testimonios espontáneos de conocidos, soledad, fotos familiares, discusiones con un amigo del alma (un genial Peter Kim), el aplazado encuentro con su hermano y una perspectiva visual poco habitual -pero hermosa en su diversidad- de Nueva York, y lo que obtendremos en Rapera a los 40 es el retrato brutalmente honesto de una mujer que fue al encuentro de sí misma y tuvo la gentileza de mostrarnos ese viaje.

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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