La máquina, de Benny Safdie

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Benny Safdie rueda La máquina (The Smashing Machine, 2025) como si estuviera haciendo una home movie de finales del siglo XX, con un estilo amateur, semidocumental, de baja iluminación, zooms repentinos y planos que, adrede, se ven despulidos. Su apuesta estética conecta con la tradición del cine de registro acelerado que Benny y su hermano Josh consolidaron en Good Time (2017) y Diamantes en bruto (Uncut Gems, 2019): una cámara que parece improvisar, pero tras la que existe una inmediatez absolutamente controlada. Safdie no busca la perfección formal, sino que persigue la sensación de lo real: una textura que recuerda a las cintas caseras en VHS, a las filmaciones familiares donde equivocarse era parte del encanto. En La máquina, esa imperfección se convierte en toda una declaración de intenciones como autor: mostrar desde lo formal el mundo con la misma crudeza que tienen las artes marciales mixtas, el deporte que practica Mark Kerr, el imperfecto protagonista de este filme.

La máquina (The Smashing Machine, 2025)

Esa decisión estética está también justificada por lo underground que esa actividad física tenía cuando Kerr la practicaba entre 1997 y 2000. En esos años, las artes marciales mixtas aún buscaban un lugar legítimo dentro del deporte, y su presencia mediática era marginal. Los torneos se transmitían por pay-per-view, en emisiones restringidas al cable o al satélite, lejos de la visibilidad del gran público y de la sombrilla de las cadenas televisivas convencionales. Esa condición casi clandestina —de espectáculo que sobrevivía, por su violencia casi sádica, en los bordes del sistema— coincide con el pulso visual que Benny Safdie imprime a La máquina: una sensación de registro furtivo, de imagen grabada ilegalmente, como si la cámara también luchara por existir. Eso tuvo que pesar a la hora de otorgarle el León de Plata al mejor director en la edición 82 del Festival de Cine de Venecia.

La máquina (The Smashing Machine, 2025)

La película registra el ascenso meteórico y la caída de un deportista cuyos demonios interiores parecían aún más vigorosos que él mismo, incapaz de resistirse a la falsa panacea opioide. Las historias de redención personal son moneda común, y todo indicaba que, dramáticamente, La máquina iba a resultar muy predecible en ese aspecto. Pero Safdie evita el camino fácil de la biopic deportiva convencional. En lugar de glorificar el regreso o la superación, su mirada se detiene en el derrumbe personal. Safdie no busca héroes: prefiere seres fracturados que se mueven entre la euforia y la aniquilación. La cámara, siempre demasiado cerca, a punto de ser salpicada de sangre, convierte cada movimiento de Kerr en un combate interior, cada golpe que da (y recibe) en una forma de autodestrucción. En esa tensión entre lo físico y lo emocional, Safdie encuentra un botín dramático alterno al que esperábamos: la vulnerabilidad como espectáculo, la descripción del tinglado emocional donde se enfrentan el cuerpo que se propone resistir y la mente que cede, ya totalmente agotada.

La máquina (The Smashing Machine, 2025)

Dwayne Johnson interpreta a Mark Kerr con la convicción que da el haber recorrido un camino deportivo similar. Detrás de las prótesis faciales que transforman su fisonomía está un actor que llevaba más de una década obsesionado con la historia del luchador, desde que vio el documental de HBO The Smashing Machine (2002), un retrato tan brutal como humano de los primeros años de las artes marciales mixtas y de la autodestrucción del propio Kerr. Fascinado por su complejidad, Johnson compró los derechos e imaginó una biopic que, en sus primeras etapas, intentó desarrollar junto a los hermanos Safdie. Pero la llegada de la pandemia interrumpió el proceso y el proyecto quedó en suspenso. Años más tarde, cuando Benny coincidió —como actor— con Emily Blunt en el rodaje de Oppenheimer (2023), ella sirvió de puente para reactivar el contacto con Johnson. De esa coincidencia fortuita nació una colaboración insólita: la del astro indestructible —él es The Rock— y el cineasta que filma la vulnerabilidad con una intensidad casi inédita. La inclusión de Emily Blunt en el reparto, como la pareja de Kerr, fue una elección más que natural.

La máquina (The Smashing Machine, 2025)

Aunque buena parte del metraje transcurre en el cuadrilátero, el otro campo de batalla de La máquina es el doméstico. Kerr y su novia Dawn evidencian desde el inicio un desgaste en su relación que atraviesa toda la película. Ella se siente menospreciada, como si su presencia incomodara a un hombre incapaz de expresar adecuadamente sus emociones y que, de pronto, estalla con violencia ante la frustración. Dawn (Emily Blunt) responde con igual intensidad, atrapada en un vínculo de amor y odio que el abuso de drogas de Kerr solo agrava. Pese a su enorme corporalidad y la ferocidad que muestra en el ring, Kerr revela una inmadurez autodestructiva que Dawn intenta sobrellevar y contener como puede. No es una mujer guiada por la razón, sino por un afecto que roza lo maternal, hacia un hombre que reemplaza la falta de argumentos con la elocuencia de los golpes.

La máquina (The Smashing Machine, 2025)

Aprender a caerse sin hacerse daño es, para un luchador como Kerr, más fácil que aprender a perder, una asignatura que este hombre, acostumbrado a confiar en la fuerza de sus puños, tuvo siempre pendiente. Disfrazada de crónica deportiva y de biopic, La máquina es, en realidad, una película sobre la aceptación de los propios límites, sobre el aprender a vivir cuando ya no estamos en la cima y otros nos miran desde ahí. Sin condescendencias, Benny Safdie se pone del lado de Kerr y lo acompaña en ese tránsito vital hacia una vida lejos de los reflectores, los flashes de las cámaras fotográficas y los premios. Safdie filma esa caída con la certeza de que en la vulnerabilidad también hay una forma de grandeza. Al final, La máquina no habla de un luchador vencido, sino de alguien que —por primera vez— aprende a enfrentarse a sí mismo y a reconciliarse con el reflejo que lo observa desde el espejo.

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.  

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