Código negro, de Steven Soderbergh

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El muy versátil y prolífico Steven Soderbergh hace con Código negro (Black Bag, 2025) un thriller de “mecha lenta”, donde el drama no está depositado en el acción externa, sino en los diálogos y en la conducta de los personajes, todos espías del servicio secreto británico.  El mundo de la inteligencia oficial inglesa fue popularizado en el cine por el agente 007 con películas donde era evidente que él tenía licencia para matar, pero el veterano guionista estadounidense David Koepp –que se ha convertido en colaborador cercano de Soderbergh, como lo confirman los guiones de Kimi (2022) y Presencia (2024)- ha preferido para Código negro el enfoque cerebral de John Le Carré y el método detectivesco de Agatha Christie en sus películas con Hércules Poirot.

Código negro (Black Bag, 2025)

Poirot solía reunir a  “los sospechosos habituales” en un mismo lugar después de cometido un crimen y luego al final, tras haberlos estudiado a todos, vuelve a reunirlos para dar el resultado de sus conclusiones y revelar quien fue el culpable. Ese esquema lo imita George Woodhouse, interpretado por Michael Fassbender, el protagonista de Código negro, al reunir en su casa a cenar a cuatro de los agentes sospechosos de ser un infiltrado dentro de la organización. En realidad son cinco, pues su esposa Kathryn (Cate Blanchett, nada menos) no solo lo acompaña como anfitriona, sino además como posible sospechosa de traición. Mientras Poirot es un observador externo que desentraña las motivaciones humanas con precisión de rayos X, George está emocionalmente implicado, ya que su propia conyuge es una de las implicadas. Esto añade una capa de conflicto interno que no solemos ver en las películas de Poirot, quien permanece imparcial y cerebral. Aquí no, George tiene en juego dos lealtades: la marital y la de su patria.

Código negro (Black Bag, 2025)

Soderbergh, siempre obsesionado con la estructura narrativa, convierte la cena inicial en un campo minado donde cada palabra es un movimiento estratégico y cada pausa, una amenaza latente. No es casualidad que el montaje adopte un ritmo así de rápido, alternando primeros planos intensos con encuadres más amplios que revelan la dinámica de poder en la mesa. Geroge, contenido, se convierte en un observador de su propio destino, mientras Kathryn desliza cada línea de diálogo con una calculada ambigüedad que la vuelve aún más enigmática. No hay explosiones ni persecuciones, pero el peligro se siente en cada sorbo de vino, en cada cruce de miradas, en cada silencio que se extiende un segundo más de lo normal. Soderbergh juega con la paciencia del espectador, confiando en que la tensión de lo no dicho será más letal que cualquier tiroteo.

Código negro (Black Bag, 2025)

En esa cena hace erupción un tema que subyace a la trama de espionaje de Código negro: el de la sinceridad y el compromiso marital. George y Kathryn parecen, en su felicidad conyugal, una anomalía en medio de unos compañeros laborales que se aprovechan de la confidencialidad de su trabajo como espías para traicionar a sus parejas. Una de esas agentes, Clarissa Dubose (Marisa Abela) interpela a George al respecto, en un parlamento que es clave en esta película: “Cuando puedes mentir para todo y negar absolutamente todo ¿Cómo dices la verdad acerca de cualquier cosa? ¿Cómo funciona? ¿Cómo se puede hacer funcionar?”. Es posible que tanto George y Kathryn hayan hecho un pacto de fidelidad y apoyo mutuo, sabedores que es fácil para ambos descubrir –el filme así demuestra- lo que hace cada uno cuando está en una misión secreta incluso fuera del país. La ética de su trabajo trasladada al plano doméstico, algo que los demás sospechosos no necesariamente aplican. ¿Será acaso que Kathryn se dejó contaminar por ellos y por las libertades que su labor le permiten? He ahí el drama de Código negro.

Código negro (Black Bag, 2025)

George es un personaje frío y calculador, que aprovecha para sus intereses todo lo que sabe de sus compañeros de oficio y gracias a ese chantaje consigue sus propósitos, sin saber que quizá está cayendo en una trampa mientras busca dilucidar quien es el infiltrado dentro del servicio secreto. Una trampa que quizá lo incrimine a él y desviando así las sospechas sobre el verdadero culpable. Aquí la película echa mano de algo que quizá para los espías no siempre está permitido, pero sí es un deber para las parejas: la sinceridad. Confiarle a su esposa sus temores y dudas, buscando su ayuda, así ella termine traicionándolo. Insisto: como pareja son una saludable anomalía en un mundo donde mentir y no confiar en nadie es lo habitual.  ¿Envía el guionista David Koepp un salvavidas frente a la institución matrimonial?   ¿O esto es solo una ilusión? Recuerden que Soderbergh fue el director de Sexo, mentiras y video (Sex, Lies, and Videotape, 1989).  

Código negro (Black Bag, 2025)

En el universo de Código negro la verdad es siempre un espectro cambiante, un juego de sombras donde la confianza es una ilusión peligrosa, un eco que resuena entre las grietas de una fe siempre al borde del abismo. Fassbender y Blanchett  como actores componen un duelo interpretativo magistral donde cada gesto parece una confesión y cada silencio, una traición. Cuando los créditos aparecen, el espectador no recibe una resolución complaciente, sino una incertidumbre persistente: ¿es posible amar sin reservas en un mundo donde la mentira es el aire que se respira? Como en las mejores obras de Le Carré, la verdad no se revela, sino que se intuye, se palpa en los pliegues de la ambigüedad moral de sus personajes. Y con ello, Steven Soderbergh reafirma su genio al transformar este thriller en un lienzo donde se pintan, con trazo firme, las grietas del alma humana.

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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