La última entrevista a Truffaut: La ceremonia del adiós

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En su edición digital, la revista The New Yorker reprodujo el pasado 16 de agosto -gracias al blog del crítico de cine Richard Brody- la última entrevista que concediera François Truffaut, texto publicado originalmente dentro de un volumen colectivo editado por Gary Morris el año anterior. La extensa entrevista, titulada Alter Ego, Autobiography, and Auteurism, fue realizada en mayo de 1984 por Bert Cardullo, doctor en bellas artes de Yale, crítico y dramaturgo.

Truffaut venía enfermo desde agosto de 1983, víctima de un tumor en la región frontal de su cerebro. Sometido a cirugía y a radioterapia, ya era claro que tenía frente a sí sus últimos meses de vida. Cardullo lo recuerda “claramente débil, pero indudablemente lúcido”, y este último adjetivo se hace evidente al leer sus respuestas, en las que hace una hermosa y reveladora síntesis de su vida y obra. Hasta sus últimos momentos fue coherente con todo lo que siempre expresó previamente y esta conversación no hace más que enfatizar ese rasgo y a la vez dar algunas nuevas luces sobre su manera de entender el cine y la vida, dos cosas que para él representaron lo mismo.

Truffaut no deja dudas sobre el influjo que Renoir y Rossellini tuvieron sobre él a la hora de preferir la vida real como tema, a optar por la simplicidad, a hacer de los niños protagonistas de sus películas. Sin embargo, el idealismo que lo llevó a afirmar en 1957 que el cine del mañana sería hecho en primera persona del singular por directores que filmarían lo que les ocurre y les interesa, fue reemplazado por un “Hable de lo que le interese, pero asegúrese de que también les interese a los demás”.

Valoraba su labor inicial como crítico de cine, pues el ejercicio activo de escribir le asegura una mayor comprensión de los filmes. No obstante, reafirma que siempre lo consideró un oficio provisional. También acepta que sus posiciones críticas fueron radicales y destructivas, y se arrepiente de eso. Puesto a juzgar su primer largometraje, Los 400 golpes, como el crítico de cine que fue, refería que la película le hubiera gustado, pero que no la hubiera considerado una obra maestra. Confesaba que la filmó en estado de ansiedad, pues como crítico había insultado a muchos y ellos ahora lo juzgarían. Y sobre la “nueva ola” menciona que no tenían algún plan revolucionario, sólo querían hacer un cine más sincero del que se realizaba en esos momentos.

Truffaut se iba, pero dentro de las ceremonias de ese prematuro adiós nos dejaba unas palabras -aún vigentes y cálidas- como última declaración de amor a un arte que llenó de sentido su existencia.

Publicado en el periódico El Tiempo (Bogotá, 02/09/10). Pág. 1-16
©Casa Editorial El Tiempo, 2010

François Truffaut, 1937-1984

François Truffaut, 1932-1984

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