Sentimentalismo y riesgo: el cine de Xavier Dolan

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-¡Siempre con tus comparaciones! ¡Yo no soy como los demás chicos y tú no eres como las demás madres! –le grita desesperado Hubert –un adolescente- a Chantale, su madre. Son los protagonistas de Yo maté a mi madre (J’ai tué ma mère, 2009), la ópera prima del canadiense Xavier Dolan como director cine. Y como es él mismo el que en este filme interpreta a Hubert, pues entonces es Dolan quien – rompiendo la distancia entre personaje y creador- pronuncia esas palabras que brotan ardientes y mordientes.

Sin duda Xavier Dolan no es como los demás chicos de su edad. Cuando Yo maté a mi madre debutó en el Festival de Cine de Cannes en la sección “la quincena de los realizadores”, el 19 de mayo de 2009, Dolan hacía menos de dos meses que había cumplido 20 años de edad. Además de dirigirla, él fue el coproductor, el que escogió al reparto, escribió el guion y protagonizó la película. De sus propios ahorros aportó 150.000 dólares canadienses para financiarla parcialmente.

Xavier Dolan

Este precoz realizador nació en Montreal el 20 de marzo de 1989, hijo de Genevieve Dolan, una profesora, y de Manuel Tadros, cantante y actor de origen egipcio, pareja que se separó cuando su hijo tenía dos años. Desde los cuatro años comenzó a aparecer en comerciales de televisión y en 1995 empezó a actuar en series de televisión y tres años después en el cine, tanto en cortos como en largometrajes, incluyendo su participación en la película francesa de terror Mártires (Martyrs, 2008). También trabajó haciendo el doblaje al francés de películas en inglés. Al alcanzar la mayoría de edad tenía experiencia como actor y dinero para financiar sus propio proyectos, pero Dolan carecía de estudios de cine, incluso abandonó sus cursos preuniversitarios para seguir su carrera como cineasta. Desde todo punto de vista ha sido un wonder boy, un chico maravilla convencido de su enorme talento.

Xavier Dolan

El éxito instantáneo de Yo maté a mi madre le facilitó hacer y estrenar su segundo filme, Los amores imaginarios (Les amours imaginaires, 2010), que también escribió, coprotagonizó, montó y del que hizo el diseño de vestuario. La película participo en Cannes en la sección competitiva “Una cierta mirada”, ganando el premio a la joven promesa. A ese mismo festival y a la misma sección regresará con su tercer largometraje, Laurence Anyways (2012), de nuevo escrita y montada por él mismo. La película obtuvo el premio a la mejor película canadiense en el Festival de Cine de Toronto. Su cuarto filme fue Tom en la granja (Tom à la ferme, 2013) un ejercicio de estilo –el thriller psicológico- a partir de la obra de teatro homónima de Michel Marc Bouchard. Dolan hizo la adaptación; además protagonizó, coprodujo y montó el filme.

Xavier Dolan

Mommy (2014) representó para Dolan lograr el reconocimiento global que estaba esperando. Presentada en la sección oficial de Cannes, obtuvo el Premio del Jurado, ex aequo con Jean-Luc Godard y su Adiós al lenguaje (Adieu au Langage). La diferencia es que Dolan en ese entonces tenía 25 años y Godard 83. Con su sexta película, Solo el fin del mundo (Juste la fin du monde, 2016), protagonizada por Gaspard Ulliel, Marion Cotillard y Vincent Cassel, ganó en Cannes el Gran Premio del Jurado. Está basada en una obra teatral de Jean-Luc Lagarce, dramaturgo francés que murió de Sida en 1995. Su siguiente proyecto, The Death and Life of John F. Donovan, está en post producción. Se trata de su primer filme en inglés, protagonizado por Kit Harington, Natalie Portman y Jessica Chastain. Nada mal para un hombre de 28 años.

Con sus seis películas estrenadas y el éxito con ellas logrado, Xavier Dolan se ha convertido en uno de los cineastas jóvenes que más atención recibe y que más comentarios genera, sea para celebrar su obra o para criticarla. La diversidad de conceptos se deriva del hecho de que este realizador canadiense es un autor cinematográfico y que por ende ha constituido un universo particular y peculiar que no a todos complace, como era apenas de esperarse. Veamos algunas claves de su cine:

Yo maté a mi madre (J’ai tué ma mère, 2009)

1. Diversidad sexual
El enorme afiche de River Phoenix que está en la cabecera de la cama de Hubert en Yo maté a mi madre nos recuerda que este actor fallecido prematuramente fue el protagonista de Los dueños de la noche (My Own Private Idaho, 1991), de Gus Van Sant, un autor transgresor a la hora de abordar la sexualidad de sus personajes. Xavier Dolan es homosexual y sus personajes protagónicos también. No hay para ellos exactamente un conflicto personal sobre su orientación sexual, de ella se parte para generar drama, bien sea porque alguien descubre la homosexualidad del personaje –Yo maté a mi madre-; porque deba ocultarla para evitar un conflicto familiar –Tom en la granja– ; porque a partir de ella se genera una ilusión romántica –Los amores imaginarios– o porque implica un destino trágico –Solo el fin del mundo. El único filme donde el protagonista se cuestiona su naturaleza sexual es Laurence Anyways, pues el personaje debe aceptarse como transexual, con todos los efectos personales, familiares, afectivos y sociales que eso implica. Su situación no es precisamente un sufrimiento para él, es una liberación.

La franqueza sexual del cine de Dolan se antoja consecuente con lo que él es, como vive, siente y ama. De frente es como nos presenta las cosas. Pero volvamos a Gus Van Sant: fue el productor ejecutivo de Laurence Anyways.

Los amores imaginarios (Les amours imaginaires, 2010)

2. Amores difíciles
Dolan es un romántico. Su cine es la extensión de sus anhelos sentimentales, no siempre fáciles de concretar. Los amores imaginarios –dirigida en clave de comedia- hace honor a esa dificultad. Sus protagonistas, un hombre homosexual y una mujer heterosexual, aspiran a conquistar al mismo hombre, con resultados que pueden causar risa, pero que hacen parte del más honesto repertorio de fracasos afectivos que se haya visto reflejado por el cine. Laurence Anyways es posiblemente su filme más sentimental, pues pese a que su personaje descubre y acoge su transexualidad, es su relación con una mujer a la que ama y con la que convive, el centro de un relato de aliento operático que no teme admitir sus intenciones grandilocuentes.

Tom en la granja (2013)

Acogiendo las convenciones del cine de género, Tom en la granja, tiene en el fondo el dolor mudo de una separación causada por la muerte, una distancia que no puede ser llorada públicamente y que debe ocultarse, negarse, reinventarse.

Casi siempre sus personajes afrontan profundas crisis, cuyo origen puede trazarse a los afectos, a no lograr el amor que desean o a no poder resignarse a perderlo.

Solo el fin del mundo (Juste la fin du monde, 2016)

3. Conflictos familiares
Leamos este diálogo de Laurence Anyways, entre un hijo adulto y su madre:

-“Siempre te vi solo como una mujer que vivía en la casa. Nunca como mi madre”.
-“Y yo nunca te vi como mi hijo” – le responde ella.

Desde su primera película, Dolan plantea una desilusión profunda con la familia y más específicamente con la imagen materna. Para él el hogar equivale a soledad, incomprensión, asfixia, campo de batalla. Exceptuando a Los amores imaginarios, en todos los demás filmes suyos hay una familia disfuncional compleja en plena batalla. Yo maté a mi madre es el primer y autobiográfico ejemplo y uno de los más intensos, quizá seguido por el infierno que representa la familia de Louis, el personaje principal de Solo el fin del mundo. La psicopatía es el rasgo que caracteriza a Agathe y a Francis, madre e hijo, protagonistas de Tom en la granja; mientras la distancia apática es la que predomina entre el protagonista de Laurence Anyways y su progenitora.

Mommy (2014)

Una única secuencia de Yo maté a mi madre, en la que Dolan se pone del lado de los adultos y defiende la labor de una madre que está criando sola a un hijo difícil es la base del retrato materno corajudo y conflictivo que hace en Mommy. No es casual que la misma actriz –Anne Dorval– interprete a ambos personajes. Y haciendo referencia a las intérpretes, Dolan le dio el papel de madre en Laurence Anyways y en Solo el fin del mundo a la misma mujer, la veterana Nathalie Baye, la actriz de Truffaut en La noche americana (1973), El hombre que amaba a las mujeres (1977) y El cuarto verde (1978).

Sin duda es la familia un dolor que Dolan quiere exorcizar mediante el arte. No oculta cuanto le pesa, no disimula cuanto le angustia.

Laurence Anyways (2012)

4. Exuberancia audiovisual
A partir de Los amores imaginarios hubo un cambio cualitativo en la obra de Dolan. Empezó a exhibir una consciencia formalista evidenciada en ciertas posiciones de cámara (tomas de la nuca de los personajes, una cámara que los persigue desde detrás, primeros planos estáticos, ángulos elevados), en la paleta de colores, en la elección de vestuario (que el propio Dolan selecciona), en el eclecticismo de la banda sonora, en la iconografía pop (James Dean y Audrey Hepburn son referencias habituales). Parecido por momentos al Godard de los años sesenta, pero en realidad fuertemente influenciado por Wong Kar-wai y Pedro Almodóvar, Dolan no teme al exceso, al chillido visual, a la exuberancia cromática o musical. Laurence Anyways es el pináculo de su estilo operático, lleno de riesgo y valor. Que la película funcione maravillosamente y no pierda nunca el curso habla de un director al comando de sus decisiones estilísticas, las que vino a confirmar con Mommy, rodada en un formato cuadrado 1:1 que podía expandirse de acuerdo a las decisiones dramáticas del director.

Laurence Anyways (2012)

Muchos se han quejado de los elementos ornamentales de su obra, que poco o nada le aportan al desarrollo dramático de los personajes y su accionar, pero Dolan es insistente en llenar sus filmes de color, en utilizar canciones populares, en ralentizar sus imágenes, en ofrecernos –en resumen- su particular visión del mundo. Es su cine, no lo olvidemos.

Por cierto, “particular” o “especial” son palabras que a Dolan no le gustan. En Yo maté a mi madre le dice a la cámara: “Ellas son el tipo de mujeres que dicen ꞌes particularꞌ. Es tan irritante. Cuando la gente dice ꞌparticularꞌ carecen de la inteligencia de comprender o apreciar la diferencia. O tener el valor de admitir que la odian. Mi mamá a menudo dice que yo soy ꞌparticularꞌ”. Así pues, su obra rechaza los adjetivos y opta mejor por las interjecciones: por ahora todas son de asombro.

Publicado en el suplemento “Generación” del periódico El Colombiano (Medellín, 02/07/17), págs. 8-10
©El Colombiano, 2017

Xavier Dolan y Jessica Chastain durante el rodaje de The Death and Life of John F. Donovan

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