Springsteen: Música de ninguna parte, de Scott Cooper

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Retratar en imágenes el proceso creativo que conduce a un cantautor a gestar un álbum musical puede ser —desde lo fílmico— tan desafiante como cuando un músico decide, en vez de grabar un disco de potenciales éxitos, impulsar un proyecto personal e intimista. Es más fácil lidiar desde lo cinematográfico con temas como los inicios de su carrera, el peso de la fama creciente, la presión de las grabaciones y los conciertos, y el abismo de los vicios; antes que concentrarse en los conflictos interiores -no necesariamente demoníacos- que llevan a que un compositor componga un álbum conceptual que le ayude a ponerse en paz consigo mismo. Esa fue la decisión arriesgada que tomó Scott Cooper como director y guionista de Springsteen: Música de ninguna parte (Springsteen: Deliver Me From Nowhere, 2025): en vez de hacer una biopic sobre los años de “el jefe” en la cima -cuando lanzó su álbum Born in the U.S.A., por ejemplo- prefirió contarnos sobre lo que implicó para este artista grabar su disco previo, Nebraska

Springsteen: Música de ninguna parte (Springsteen: Deliver Me From Nowhere, 2025)

La idea de hacer esta película surge del libro Deliver Me From Nowhere: La historia y creación de Nebraska de Bruce Springsteen de Warren Zanes, publicado en 2023, en el que este autor hace una crónica prolija de lo que representó para este músico concebir dicho álbum. Sin embargo, el propio Springsteen en su autobiografía de 2016, Born to Run, da muchas luces sobre lo que lo llevó a tomar la decisión, tras terminar la gira de su álbum The River, de escuchar sus necesidades como autor y no las de la industria musical.  Tenía mucho peso a cuestas en su bagaje personal: “Mi familia, Dylan, Woody, Hank, los cuentos de estilo gótico de americano de Flannery O´Connor, las novelas negras de James M. Cain, la callada violencia de las películas de Terrence Malick y la decadente parábola del director Charles Laughton en La noche del cazador, guiaban mi imaginación. Eso, y la voz plana, muerta, que recorría mi pueblo en las noches de insomnio”, según nos dice en su autobiografía. Si era honesto consigo mismo, debía primero procesar todo eso que tenía en su cabeza y en su consciencia antes de seguir agotando entradas para conciertos y lanzando singles de éxito inmediato. Eso no lo satisfacía ni lo hacía feliz. Se sentía un impostor, pese a que la industria lo presionaba a seguir fingiendo que era un joven rockstar, despreocupado y complaciente.  

Springsteen: Música de ninguna parte (Springsteen: Deliver Me From Nowhere, 2025)

La película es tremendamente fiel a sus inquietudes artísticas: lo que vamos a ver es a un artista joven, interpretado por Jeremy Allen White, que está teniendo éxito –es una estrella en ascenso- pero que no se siente satisfecho. Fantasmas de su infancia lo visitan y vampirizan sus recuerdos, se ve reflejado en los niños sometidos a su padrastro en La noche del cazador, encuentra inspiración en la violencia de Badlands (1973) de Malick, no se decide a abrirse a un interés romántico: luce como un autista afectivo que todos quieren tener cerca, pero él anhela aislarse y desaparecer. Está buscando –escuchando la distancia, oyendo al pretérito, sintiendo sus latidos- una voz que le permita manifestar su dolor, convertir en palabras todo lo que sangra en su vida y en sus recuerdos. Ese impulso artístico, aunado a una depresión que va a irse manifestando, lo llevó a proponer que Nebraska fuera una especie de diario, escrito en primera persona, que sirviera de exorcismo personal. “La tensión que recorría el núcleo de esta música era la delgada línea entre la estabilidad y ese momento en que te fallan las cosas que te conectan a tu mundo, tu empleo, tu familia, tus amigos, el amor y la gracia en tu corazón. Quería que la música pareciese un sueño en vigilia y se moviese como la poesía. Quería que la sangre de estas canciones sonase a predestinación y fatalidad”, escribe Springsteen en su autobiografía.      

Springsteen: Música de ninguna parte (Springsteen: Deliver Me From Nowhere, 2025)

Ese mismo espíritu es el de la película. Pocas veces lo vemos en concierto, solo algunas veces estará grabando en un estudio. La mayoría del tiempo está pensando, recordando, escribiendo, documentándose, tratando de conciliar su interés por una joven (Odessa Young) con su cobardía romántica. Está huyendo, quizá en realidad está disolviéndose. Jeremy Allen White lo interpreta con el grado de confusión, inseguridad y ambigüedad requeridas: es un hombre en fuga y así lo vemos frente nuestros ojos (no se intentó transformarlo físicamente, fue suficiente la caracterización emocional). Su polo a tierra es su productor, Jon Landau (Jeremy Strong), que redime la figura del empresario musical transformándose en un hombre empático, sensible e incondicional. Un socio fiable para un músico extremadamente necesitado de alguien en quien confiar.

Springsteen: Música de ninguna parte (Springsteen: Deliver Me From Nowhere, 2025)

En Springsteen: Música de ninguna parte, el eje dramático surge de la gestación casera de Nebraska: una grabación solitaria hecha en el dormitorio de su casa en Colts Neck, New Jersey, usando una cinta de casete y una grabadora japonesa Tascam 144 de cuatro pistas. Intentar reproducir el espíritu amateur de esas melodías en estudio demostró ser una fuente de frustración. Ahora al tono reflexivo de esas canciones había que sumar la mala calidad del sonido, algo a lo que Springsteen parecía no darle importancia. Él lo resume así en su autobiografía: “Cuando aprendes a contener tu música en una grabación, siempre se gana y se pierde algo. (…) Al final del día, satisfecho tras haber explorado las posibilidades de aquella música y todos sus callejones sin salida, saqué la casete que había estado llevando en el bolsillo de mis tejanos y dije «Esto es el disco»”. Y en últimas, esta es –también– la película. 

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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