Esto no es un cuento de hadas: W./E., el romance del siglo, de Madonna

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¿Cómo escapar a la biopic? ¿Cómo contar desde un ángulo distinto una historia que ya el cine y la televisión han documentado previamente? Estas eran preguntas que seguramente se hizo Madonna cuando asumió el proyecto de hacer –como directora y coguionista- W./E., el romance del siglo (W./E., 2011), otra vuelta de tuerca a las vidas de Eduardo VIII, Duque de Windsor y su esposa, la norteamericana Wallis Simpson, por la que abdicó al trono inglés. Los hechos son muy conocidos y parece que hay poco ya que añadir, por eso Madonna –en su segunda película como directora- decide narrarlos en paralelo con la historia de una mujer contemporánea, Wally Winthrop (la preciosa actriz australiana Abbie Cornish, la misma de Bright Star), obsesionada con la historia de amor de Eduardo y su mujer. Incluso su propio nombre es un homenaje que su madre y su abuela le hicieron a la notable Mrs. Simpson. Wally es un alter ego de Madonna, un personaje construido a la medida de su curiosidad por la vida de Wallis y de su interés en reivindicar su nombre.

Wally vive en la Nueva York de 1998 y antes de casarse con un prestigioso médico, que le da más importancia a su práctica clínica que a ella, trabajaba en Sotheby´s. Datos que son relevantes acá, pues en febrero de ese año, esa casa de subastas tuvo a su disposición 44.000 elementos de los bienes de Wallis y Edward, que fueron subastados por 23 millones de dólares. Wally tenía fácil acceso a Sotheby´s y a la colección, lo que aumentaba aún más su fascinación por el tema, por ese amor perfecto y eterno que superó cualquier barrera social, y que ni siquiera el trono inglés pudo frenar. Amor perfecto que ella idealiza, sencillamente porqué no tiene uno así.

W./E., el romance del siglo (W./E., 2011)

El relato de Madonna va entonces del presente al pasado y viceversa. Es mucho más interesante y logrado el relato del enamoramiento de los Duques de Windsor que el de las anodinas desventuras de Wally y su amistad creciente con un vigilante privado de Sotheby´s. Cuando Madonna nos sitúa en los años treinta del siglo XX, el colorido, los vestuarios, la ambientación y el núcleo de la historia de obsesión romántica, tienen sentido y peso, factores que incluso no se merman con la sorpresiva música diegética (Sex Pistols incluidos) que nos saca de la aparente rigurosidad histórica que se nos muestra, mientras nos recuerda que esta es una ficción manipulable por su creadora. Tan manipulable que, en un momento dado, Wallis se aparece en la historia de Wally como espíritu oficiante, a la manera de Bogart aconsejando a Woody Allen en Sueños de un seductor (Play It Again, Sam, 1972). Más tarde será Wally la que viaje al pasado para consolar a su mentora, en un dudoso lazo místico que las une.

W./E., el romance del siglo (W./E., 2011)

Este cruce de relatos y encuentros espirituales es lo más discutible del filme, cuyo interés se va diluyendo con la historia de abuso, soledad y abandono de Wally, sin que Madonna proponga nada distinto a la cicatrización progresiva de heridas físicas y morales con la ayuda de otro hombre de espíritu más puro. Solo falta algo más para aterrizar a esta mujer: que sepa realmente qué tan feliz fue la vida de los Duques luego de la abdicación. Del propio puño y letra de Wallis Simpson se entera. Tras esto, no sabemos si Wally toma conciencia, crece, se libera, se redime o se reafirma en sus creencias. Solo sabemos que es hora que deje de vivir historias ajenas y se decida a asumir una propia: “Get a life”, le dice Wallis sin reconocerla exactamente. El consejo es más que oportuno.

Publicado en la revista Arcadia No. 80 (Bogotá, mayo-junio/12). Pág. 28
©Publicaciones Semana, S.A., 2012

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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