La vida pública: El amor es asunto privado, de Louis Malle
“La película de Malle trató de sugerir que detrás del mito público había una chica asustada y tímida incapaz de encontrar su lugar en el mundo”.
-Hugo Frey
“Intentó abrirse camino posando para revistas. De ahí al cine solo hay un paso. Y lo dio sin mucho entusiasmo. Algo pasó entre aquel rostro y aquella máquina. Una relación misteriosa, una unión mágica. Y Jill, a su pesar, se convirtió en una estrella, una reina, una diosa, un monstruo sagrado” nos dice el narrador de El amor es asunto privado (Vie privée, 1962). Luego la historia avanza tres años y hemos visto cómo Jill se ha transformado en una estrella de cine, con titulares en las revistas y periódicos que destacan no solo su éxito profesional, sino ante todo sus amoríos, romances y escándalos. La vemos en un estudio haciendo la sincronización del diálogo de uno de sus filmes y el narrador prosigue: “Al principio el ruido le gustó al productor. Era un cineasta astuto, ávido de cualquier publicidad. Pero pronto, a medida que aparecían nuevos amantes, empezó a inquietarse. Temía que el público se rebelase y le diera donde más le dolía, en la billetera”.
Como El amor es asunto privado es una película francesa y Jill tiene el rostro, la voz, y el cuerpo de Brigitte Bardot, la identificación entonces fue inmediata: la historia de Jill era la de B.B., no había otra explicación para el público. Leamos a Louis Malle, que hizo el guion del filme, de nuevo junto a Jean-Paul Rappeneau: “pensé que podría ser interesante tratar de recrear en la película el extraño fenómeno social en el que Brigitte Bardot se convirtió, el objeto sexual que se había vuelto objeto de escándalo. A su manera fue pionera del movimiento feminista. Ella no era política, pero había decidido vivir su vida como un hombre podría hacerlo: ser igual a los hombres a todo nivel” (1).
La vida de Brigitte Bardot tenía todos los elementos para generar titulares morbosos de la prensa del espectáculo. Desde que su esposo Roger Vadim la hiciera protagonista de Y Dios creó la mujer (Et Dieu… créa la femme, 1956) el escándalo la acompañó: su personaje era un vendaval femenino, rebelde, sensual, caprichoso y dueño de sí. Una mujer por completo emancipada y dispuesta a disfrutar del sexo sin remilgo o remordimiento alguno. Separada de Vadim en 1957, se involucró con el actor Jean-Louis Trintignant con quien vivió dos años. A él le siguieron Gilbert Becaud y el cantante Sacha Distel. En 1959 queda en embarazo del actor Jacques Charrier, con quien va a casarse. En 1962 se separa, pero previamente se había involucrado con el actor Sami Frey y con Francois de l´Esquinade. En el camino quedó su intento de suicidio en 1959 y dos años después la amenaza contra su vida de parte de la OAS (Organisation de l’Armée Secrète), el grupo terrorista francés de derecha que estaba en contra la independencia argelina. “Ella tenia una reputación infame, estaba en los pasquines de escándalos cada semana, era como una obsesión para los franceses de ambos sexos. Mucha mujeres la odiaban, muchos hombres la despreciaban, por supuesto todos estaban llenos de lujuria”, precisaba Malle (2).
Pero hacer un filme semi ficticio sobre la vida de Brigitte Bardot no fue idea suya. La propuesta llegó a él de parte de la productora Christine Gouze-Renal –cuñada de François Mitterrand- que ya había hecho para la actriz dos filmes previos, La pequeña B.B. (La mariée est trop belle, 1956) y La femme et le pantin (1959). Quería invitar a Malle a hacer una película para B.B. que fuera un remake de Private Lives, la obra teatral de Noël Coward que había sido llevada al cine por Sidney Franklin en 1931. El guion lo escribiría el veterano Henri Jeanson. Malle aceptó la invitación –sabiendo además que la MGM estaba respaldando la financiación y la distribución internacional del futuro proyecto- pero planteó una contrapropuesta: recrear a medio camino entre la ficción y la biopic la vida y milagros de Brigitte. Malle la conocía, es más, una fuente asegura que el director había tenido un amorío con Marie-Jeanne, apodada Mijanjou, la hermana menor de la actriz (3). Antes de escribir el guion, él y Jean-Paul Rappeneau se reunieron varias veces con ella para conocer detalles de su vida y poderlos incluir en el argumento de esta “autobiopic”. La actriz afirmaría que El amor es asunto privado reproducía “momentos importantes de mi vida. Tuve momentos difíciles con algunos episodios que todavía eran muy dolorosos para mí en ese momento… Hay mucho de verdad, de algún modo hecha ficción, pero la base de los eventos [en la película] son verdaderos” (4).
Sobre la vinculación de Marcello Mastroianni a la película, el actor recordaba que Malle fue a verlo a Roma a hablarle de un proyecto de un filme sobre un matrimonio. El actor lo conocía por Los amantes y accedió a ser parte del filme sin pedirle que le dejara ver el guion. “Un par de meses más tarde me presenté al trabajo y Malle me entregó un guion que no tenía nada que ver con lo que habíamos hablado. Iba de la Bardot interpretando a la Bardot y de su obsesión con la prensa y los fotógrafos. Miré a Malle y le dije «Esto no es lo que habíamos acordado». Se limitó a encogerse de hombros y añadir: «Haz lo que quieras, pero no olvides que detrás de esto está la MGM». Me sentí realmente decepcionado. Aún no comprendo como un director con talento pudo seguir adelante con una película en la que le tocaba trabajar con un actor que odiaba lo que estaba haciendo” (5). Malle tiene otra apreciación sobre este asunto: “accedí a enrolar a Marcello Mastroianni, pese a que yo pensaba que no era la elección correcta. Marcello es un gran actor, pero no era un buen rol para él y él lo sabía. Trató de renunciar una semana antes de que empezáramos” (6).
El amor es asunto privado nos describe a Jill como una bailarina francesa viviendo en Ginebra (en realidad B.B. recibió clases de ballet con el ruso Boris Knyazev en el Conservatoire Nationale de Danse en Paris en 1947), que regresa a Paris para hacer una carrera como modelo y posterior a ella ascender al firmamento del cine, impulsada tanto por su talento, su belleza y sus escándalos; veremos sus romances, escapadas, engaños y decepciones; el asedio a la que es sometida por sus seguidores y los periodistas, la moda que induce con su vestuario y su peinado, el desespero y la melancolía que le causan ser una celebridad sin un mínimo de privacidad.
El filme recrea un episodio antológico que le ocurrió en 1959 cuando una mujer atacó a B.B. en un elevador con un tenedor. El incidente en la película solo es verbal, pero igual de estremecedor e impactante. La mujer de la limpieza, que coincide con Jill en el ascensor del edificio donde ella reside, al reconocerla le espeta en la cara: “Empiezo a estar harta de verla en todas partes. Harta de sus números. ¿Qué tal si deja en paz a esos pobres chicos? ¿No irá a acostarse con todos? ¿Qué es usted? ¿Una perra? Sí, es eso, una perra. Una zorra carente de respeto y pudor. Te dan millones para verte desnuda mientras mi hermano lucha en Argelia. Pero esas cosas se pagan”. La película nos muestra con claridad la adoración y el odio que al tiempo generaban su imagen, enfatizando la dependencia emocional de la protagonista, uno de los tantos puntos donde la frontera entre personaje ficticio y real se borra.
Curiosamente El amor es asunto privado –no sé si conscientemente o no- sigue la receta que parecía protocolaria con las películas protagonizadas por Brigitte Bardot: la diva debía salir desnuda o semidesnuda, en ropa interior, con bikini o con la camisa de su pareja como único atuendo. Dado que no veo ironía en la puesta en escena de esos momentos, supongo que fue una exigencia de la producción y de la misma actriz. Como la vida imita al arte, el rodaje de la película en Ginebra fue complicado por el rechazo de los suizos frente a la actriz. La primera noche de rodaje le tiraron una matera con geranios, luego tomates y baldes de agua, mientras le gritaban “puta” y “vete de Suiza”.
Tuvieron que traerle un médico que le diera sedantes para tranquilizarla. Posteriormente se trasladaron para París a trabajar en estudio y por último se dirigieron a Spoleto, en Italia, a rodar las secuencias finales del filme. La biografía de B.B. escrita por Barnett Singer nos revela el grado de aislamiento al que tenía que someterse la actriz debido a la persecución implacable de la prensa: “después del rodaje todos los demás podían irse a cenar a una trattoria acogedora, mientras Brigitte tenía que encerrarse detrás de pesadas cortinas comiendo pollo frío” (7) y más adelante, “Los domingos todos se iban a un lago cercano para refrescarse y relajarse, pero de nuevo Brigitte permanecía encerrada” (8). Eso no era vida, eso tenía que pasar una cuenta de cobro tarde o temprano.
La película tenía como núcleo romántico la relación entre Jill y Fabio (Mastroianni), un italiano editor de libros de arte y director de montajes teatrales, pero es evidente que no hubo química alguna entre los protagonistas, lo que se reflejó en la frialdad y poca credibilidad de las secuencias que compartían. “Se suponía que la película tenia escenas de amor líricas entre dos actores que a duras penas se hablaban el uno al otro y se comportaban como extraños en el plató. Recuerdo haber dicho en esos momentos «no pienso que yo sea un director lo suficientemente bueno como para hacer que funcione, para hacer creíble en la pantalla que una pareja está locamente enamorada cuando en realidad se odian el uno al otro en la vida real». Supongo que ahora me las habría arreglado mejor, aunque probablemente habría despedido a uno de ellos” (9), recordaba Louis Malle. Posiblemente el despedido hubiera sido Mastroianni, pues a Brigitte Bardot volvería a convocarla para hacer Viva Maria! (1965).
El amor es asunto privado fracasó en las taquillas y obtuvo muy malos comentarios de la crítica. Es ante todo una curiosidad, un encargo que quiso explotar la fama de la estrella francesa del momento y hacernos recordar que tener una vida pública -tan visible y tan expuesta- nunca es buena idea.
Referencias:
1. Philip French (Ed.), Malle on Malle, Londres, Faber and Faber, 1996, p. 33
2. Ibid., p. 33
3. Barnett Singer, Brigitte Bardot: A Biography, Jefferson, McFarland & Company, 2006, p. 66
4. Nathan Southern y Jacques Weissgerber, The Films of Louis Malle: A Critical Analysis, Jefferson, McFarland & Company, 2011, p. 76
5. Donald Dewey, Marcello Mastroianni: una biografía intima, Barcelona, Paidòs, 1994, p. 159
6. Philip French (Ed.), Op cit., p. 34
7. Barnett Singer, Op cit., p. 67
8. Ibid., p. 67
9. Philip French (Ed.), Op cit., p. 34
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