Nudo de víboras: la reina Margot, de Patrice Chéreau

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El testimonio lo recoge André Maurois en su Historia de Francia: el príncipe Enrique de Navarra, preso en el palacio de El Louvre, es interrogado una noche por uno de sus leales: “Sire, ¿es verdad que el espíritu de Dios trabaja y habita aún en vos? Suspiráis constantemente por la ausencia de vuestros amigos…, pero vos no tenéis sino lágrimas en los ojos y ellos tienen armas en las manos (…) Ellos no temen sino a Dios, y vos a una mujer, ante la cual juntáis la manos, cuando vuestros amigos tienen el puño cerrado. Ellos están a caballo, y vos de rodillas” (1).

Esa mujer a la que Enrique sucumbe no es otra que su esposa, Margarita de Valois, hija de Catalina de Médicis y hermana del rey de Francia, Carlos IX. La proverbial belleza de Margarita, su conducta disipada y el turbulento entorno de la corte francesa en el siglo XVI aportaban los elementos suficientes para una trama novelesca, como lo entendió Alejandro Dumas al escribir en 1845 La reine Margot, después de haber tenido la experiencia de haber adaptado con éxito en las tablas otros dramas basados en hechos históricos como Enrique III y su corte, en 1829; o Carlos VII entre sus grandes vasallos, en 1831.

Daniel Auteuil e Isabella Adjani en La reina Margot (1994)

Daniel Auteuil e Isabella Adjani en La reina Margot (1994)

La novela -en la que desfilan la pasión, el incesto, la ambición y las luchas religiosas fraticidas- no podía ser ignorada por el cine y ya en 1954 Jean Dreville realiza una primera adaptación protagonizada por Jeanne Moreau y Louis de Funes. Cuarenta años después, y con el aval de Claude Berri -dedicado ahora a los macroproyectos-, La reina Margot (La reine Margot, 1994) vuelve, a las pantallas, en esta ocasión bajo la dirección de Patrice Chéreau, I’enfant terrible del teatro y la ópera francesas. El director de la escuela de teatro de Nanterre no es, sin embargo, ajeno al cine. Entre su filmografía se cuentan títulos como La chair de l’orchidée (1975), Judith Therpauve (1978), El hombre herido (1983) y Hôtel de France (1987).

Con guión de Daniéle Thompson y el propio Chéreau, La reina Margot es una versión fiel de la novela de Dumas, con un inocultable empaque de superproducción en la cual se invirtieron ciento cuarenta millones de francos, para recrear de manera auténtica la Francia de 1572 y sus complejas circunstancias. No es sencillo tratar de acercar al espectador a la difícil maraña político-religiosa en la que se movía la corte de Carlos IX y la película recurre a una sucinta explicación escrita que no es fácil de asimilar. Empieza entonces una sugestiva lucha por el poder político, sexual, religioso y económico, donde no hay amigos, sólo aliados, y donde las armas y la sangre resultan más efectivas que el diálogo y la convicción.

Isabella Adjani en La reina Margot (1994)

Isabella Adjani en La reina Margot (1994)

El filme reproduce los hechos que precedieron y se sucedieron a la pavorosa masacre de San Bartolomé, la noche del 23 de agosto de 1572, durante la cual, en París y en las ciudades aledañas, fueron asesinados más de cinco mil protestantes que se habían reunido para la boda de la católica Margarita (Isabella Adjani) con el príncipe protestante, Enrique de Navarra (Daniel Auteuil), enlace arreglado por Catalina de Médicis (Virna Lisi) como una estratagema para buscar la paz y recuperar un maltrecho poder político. Pero el odio religioso impera sobre los sentimientos fraternos y ocurre la masacre en la cual cae el hugonote almirante Coligny, de gran influencia sobre el rey y que pretendía llevar a Francia a una guerra religiosa contra España. Enrique y su esposa son puestos prisioneros en el Louvre y éste es obligado a abjurar de su fe. Intrigas y crímenes van y vienen, pero el azar le tiene predestinado a Enrique la corona de Francia, a la que accederá por encima de todas las adversas circunstancias.

Cabe aquí una reflexión: a veces se olvida que el cine no es un espejo de la realidad, y que lo que relata no tiene que ser cierto o haber sucedido. Lo que de histórico tiene La reina Margot ha pasado por el cedazo de la imaginación de Alejandro Dumas: él fue quien primero manipuló la realidad para convertirla en una novela y es ahora el cine el que transcribe sus palabras en imágenes, las cuales, sin embargo, tienen el peso de algo real, de algo que de verdad ocurrió. Y ese es el mensaje deformado que el espectador recibe y así da por ocurridos hechos que son tan sólo una representación, una ficción histórica lejana de la verdad.

Sangre, sudor y lágrimas
A veces la suma de las partes de una película es inferior a lo que podría esperarse considerando por separado los elementos que la constituyen y esto ocurre aquí. Me explico: una cuidadosa puesta en escena, un rigor absoluto de vestuario, un grupo de actores de apreciable trayectoria, la fotografía del admirado Philippe Rousselot y la dirección de un hombre que ha ayudado a encontrar nuevos caminos al teatro francés, darían para una obra maestra, pero La reina Margot no lo es. Es, por supuesto, una muy decorosa película, una cinta que debe ser vista y apreciada y más en esta época en la que los textos clásicos se han abandonado, pero carece de ese algo que diferencia o una película cualquiera de un clásico.

Isabella Adjani y Vincent Pérez en La Reina Margot (1994)

Isabella Adjani y Vincent Pérez en La Reina Margot (1994)

Y ese algo, pienso, radica en el guión. Una historia tan densa se diluye entre una multiplicidad de personajes que pretenden todos tener algún papel protagónico y eso hace que no haya un foco dramático que sirva como eje sobre el cual gire la cinta. Si, por ejemplo, el énfasis era sobre la vida disoluta de Margarita, de ella sólo anticipamos unos breves pincelados al principio del filme, pues su papel pierde protagonismo y gana nobleza. Su presencia cada vez menor se circunscribe a intentar la liberación de su esposo y luego la de su amante. Pareciera que a la mitad del camino de la historia hubiera cobrado más importancia la disputa del poder religioso en la medida en que la figura de Enrique de Navarro se hace más palpable y clara. Ante la falta de un rol masculino fuerte, se introduce además un personaje curioso, el Conde de la Môle (Vincent Pérez), tratando de unir a la fuerza el elemento heroico con el romántico. La Môle siente la obligación de rescatar a su líder prisionero, cuya esposa es a la vez su amante. Tras bambalinas es la reina madre, Catalina de Médicis, la que decide el destino de todos en un papel de titiritero omnipotente ante el cual los demás son marionetas.

Tantos elementos sueltos diluyen la atención del espectador que no sabe si se encuentra ante una historia de amor con ribetes históricos o ante una adaptación histórica con tintes románticos, o ante ambos. Además, la película apela de manera gratuita a una violencia gráfica que tiñe de sangre, a veces en exceso, la pantalla. Quisiera detenerme en la puesta en escena. El origen del director deja rastros imborrables en momentos como el de la suntuosa boda, o el de la espantosa matanza que parece extraída de un cuadro de El Bosco, o la agonía del rey envenenado, instantes de gran dramatismo en los cuales cierta ampulosidad teatral, que sin duda Chéreau ha promovido, juegan a favor de la cinta, imbuyéndola de un ligero tono de irrealidad más afín al teatro, con el que la emparientan de igual manera los parlamentos grandilocuentes y afectados que la recorren de principio o fin.

Virna Lisi en La reina Margot (1994)

Virna Lisi en La reina Margot (1994)

Pero, a su vez, el parentesco con las tablas le da un ritmo lento, un estatismo por momentos agobiante, que no alcanza a ser aliviado por el parejo trabajo de los actores, encabezados por una joven mujer como Isabella Adjani sobre cuya belleza me quedan cortos los adjetivos. Virna Lisi, Daniel Auteuil, Jean Hugues Anglade y hasta el propio Miguel Bosé en un pequeño rol, dan brillo a un filme complejo, cuyo resultado final se me antoja frío, un poco impersonal y tan calculador como cualquiera de los traperos cortesanos de esta película, nudo de vívoras ponzoñosas, prestas a atacar.

Referencias:
1. Maurois, André, Historia de Francia, Barcelona, Editorial Surco, 1947, pág. 161.

Publicado originalmente en la Revista Kinetoscopio no. 39 (Medellín, vol. 7, 1996) págs. 84-86
©Centro Colombo Americano de Medellín, 1996

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

Patrice Chéreau

Patrice Chéreau, 1944 – 2013

Reina Margot 3 poster

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