¿Salvar un periódico o un país?: The Post, de Steven Spielberg
Uno podría no estar de acuerdo con el tipo de cine tan variopinto que hace Steven Spielberg –que, por ejemplo, el mismo año dirigió Jurassic Park y La lista de Schindler– pero otra cosa son sus películas: pocos podrían decir que sus filmes no son atractivos y supremamente bien planeados y desarrollados. Spielberg es un excelente narrador y además del oficio que le han dado los años, tiene a su alcance todos los recursos económicos y técnicos que requiera.
Todos estos elementos confluyen felizmente en The Post: Los oscuros secretos del pentágono (The Post, 2017), un filme acerca de la revelación que el periódico The Washington Post hizo acerca de los “papeles del Pentágono”, documentos secretos filtrados a la prensa sobre lo que las sucesivas administraciones de la Casa Blanca hicieron para llevar a Estados Unidos a la guerra de Vietnam y cómo era evidente que ese conflicto bélico no iba a ganarse.
La dueña del periódico era Kay Graham (Meryl Streep) y el editor en jefe era Ben Bradlee (Tom Hanks, en su quinta película a las órdenes de Spielberg). Cada uno vivía sus propios dramas personales y profesionales, pero The Post se centra en Kay, una mujer que debió tomar las riendas de un periódico que era de su padre y luego de su esposo, con todas las responsabilidades que eso implica para alguien que se siente más cómoda organizando lujosas recepciones en su mansión que teniendo que lidiar con decisiones editoriales complejas.
De esta forma la película resulta convertida en un historia de emancipación personal que no por convencional deja de ser atractiva, sobre todo por la manera tan efectiva que Spielberg tiene para atraparnos con un relato que depende de determinaciones tomadas en caliente, con la presión de una hora de cierre de edición o de un posible juicio por desacato a una orden judicial.
Era decidir entre el futuro de un periódico o el destino de un país y The Washington Post obró a conformidad, allanando además el camino para el Watergate, tal como se ve en el epílogo de esta cinta, convertida en involuntaria “precuela” de Todos los hombres del presidente (1976). Ambos filmes dan cuenta del poder de la prensa, sobre todo cuando la democracia está amenazada por los líderes llamados a protegerla.
Publicado en el periódico EL Tiempo (Bogotá, 11/02/18) con el título “¿Salvar un periódico o un país?” p. 2.6
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