O una bala en el sendero, o una horca en Abilene: The Naked Spur, de Anthony Mann

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“Incluso en la medida en que los westerns son intrínsecamente mitológicos, supongo que uno podría argumentar que este [The Naked Spur] bien podría estar ocurriendo dentro de la cabeza de Anthony Mann”
-Jonathan Rosenbaum

Howard Kemp es un mercenario implacable. Un caza recompensas obsesivo que viene persiguiendo desde Abilene, en Kansas, a un asesino fugitivo. Ahora está en las montañas de Colorado, cerrando por fin el círculo sobre su presa. Una sola idea fija parece mantenerlo vivo: poder cobrar el dinero que ofrecen por la cabeza de Ben Vandergroat, el prófugo. Desconfiando de todos a su alrededor, no admite distracciones. Los cinco mil dólares que pagan por Vandergroat son su aliciente y su alimento. Nada ni nadie va a impedir que lo capture, así tenga que matar con sus propias manos a quien ose obstaculizar su misión, e incluso no importa si debe liquidar él mismo al criminal: en Abilene lo quieren vivo o muerto. ¿Aparecerá en ese momento un paladín de la justicia que impida que Howard Kemp cumpla su cometido, le asegure a Ben Vandergroat un juicio justo, lo lleve a Abilene y done la recompensa a la viuda de la víctima? No. No va a aparecer. Así nos parezca difícil de creer para nuestras convenciones cinéfilas, Howard Kemp es el héroe de este filme, de este The Naked Spur, de este western formidable que Anthony Mann realizara para la MGM en 1953.

James Stewart en The Naked Spur (1953)

James Stewart en The Naked Spur (1953)

La sorpresa es mayor si nos enteramos que Howard Kemp es interpretado por James Stewart –el actor que en el imaginario cinematográfico había representado hasta ese momento todos los valores positivos de la sociedad norteamericana y que además era un condecorado veterano de la Segunda Guerra Mundial- en su tercera colaboración con Mann, después de Winchester ´73 (1950) y Bend of the River (1952). Juntos harían ocho filmes (de ellos cinco fueron westerns) en una asociación que renovaría el género, añadiéndole capas de complejidad psicológica y de contradictoria humanidad que tomaron literalmente desarmados a unos espectadores que estaban acostumbrados a ver en la pantalla a unos adalides inderrotables e indestructibles que salían de ninguna parte, ajusticiaban a los forajidos sin pedir nada a cambio y desaparecían casi sin dejar huella en medio del agradecimiento de unos pobladores del far west que los veían marcharse cabalgando hacia el poniente, mientras una canción nostálgica sonaba en la banda sonora. Piensen en una película tan popular como Shane -realizada precisamente el mismo año que The Naked Spur– y entenderán de que hablo.

The Naked Spur (1953)

The Naked Spur (1953)

Pero lo que el cine del californiano Anthony Mann venía a ofrecerles a los fanáticos del western era otra cosa: héroes improbables definidos por un pasado traumático que los dejó marcados casi de forma indeleble, y que ahora pretenden redimir sus culpas y emprender -acaso- una nueva existencia. Están solos, obligados a ocultar su vida previa y debiendo obtener un desquite a su padecer en la figura de una venganza nada fácil de lograr y que puede verse, también, como una suerte de purgatorio tras el cual encontrarán una anhelada redención. Sin embargo en el camino hacia ella los aguarda el dolor. Pero no me refiero al dolor espiritual, sino al físico. Los personajes de estos westerns no sólo causan dolor: lo padecen.

Howard Kemp se quema las manos tratando de subir por una cuerda a un acantilado del cual cae aparatosamente; recibe un balazo en una pierna a manos de los indios; sufre pesadillas y delirios nocturnos de los que emerge gritando; se cae de su caballo por un abismo y se trenza en una violenta pelea cuerpo a cuerpo con un soldado que lo acompaña. En todos los momentos la expresión de James Stewart es de enorme autenticidad: el personaje que representa está sufriendo y no hay quien alivie su pena. Y lo peor es que él tampoco está buscando alguien que lo consuele, curtido de tantas penurias y desengaños previos, en eco indudable de las películas de film noir -como T-Men (1947) y Raw Deal (1948)- que Anthony Mann realizara antes de estos westerns.

Robert Ryan y Janet Leigh en The Naked Spur (1953)

Robert Ryan y Janet Leigh en The Naked Spur (1953)

El esquema básico se repite en esas cinco películas con James Stewart – hay que sumar The Far Country (1955) y The Man from Laramie (1955) a las ya mencionadas- pero aquí en The Naked Spur Anthony Mann lo llevó al paroxismo: Howard Kemp está enfermo, paranoico y obseso. Víctima de una mujer que lo traicionó y que vendió sus tierras cuando él estaba en la Guerra Civil, para después marcharse con otro, el hombre está ahora al borde de un colapso nervioso. Atrapar a Vandergroat es –desde su óptica desesperada- la única oportunidad que tiene de recuperar lo que una vez fue suyo y de reintegrarse a una sociedad de la que ya no hace parte. Haciéndose pasar por sheriff trata de ganar aliados desinteresados a su empresa, tales como Jesse Tate (Millard Mitchell), un viejo gambusino; y Roy Anderson (Ralph Meeker), un soldado a quien han dado de baja sin honores, a los que encuentra cuando ya tiene cercado a Vandergroat. Ambos le ayudarán a atraparlo, para descubrir luego que se trata de un caza recompensas –una figura que era relativamente nueva dentro del panorama del western- y exigirle dividir el dinero. En ese momento no van aún veinte minutos del metraje y ya lo que falta, aparentemente, es el regreso a Abilene con el forajido capturado.

The Naked Spur (1953)

The Naked Spur (1953)

Pero la empresa no va a ser fácil. Vandergroat (interpretado por Robert Ryan con inocultables socarronería y malicia) no huía solo, sino con Lina Patch (Janet Leigh), la hija de un amigo a quien ha prometido llevar a California, y él va aprovecharse de la codicia del gambusino y del soldado, y de la atracción que la belleza de esta mujer provoca en Kemp, para dividir a sus captores y permitirle fugarse. Lentamente va sembrando la semilla de la desconfianza y de la avaricia entre todos, que parecen incapaces de resistirse al embrujo de este hombre, poseedor de una indudable capacidad de manipulación y seducción verbal. Toda una estrategia mental se desarrolla frente a nuestros ojos, mientras Vandergroat –titiritero con las manos atadas- parece manejar a su antojo al grupo, debilitado moral y físicamente por la herida de bala que Kemp sufrió luego de un ataque indio y que les impide retornar a Abilene con la presteza que todos quisieran.

El viaje –realmente toda la película es un viaje, pero sin sitio de partida ni de llegada- se convierte entonces en una batalla por el poder, por el control de unas circunstancias muy inestables en las que priman los intereses de cada uno. Alejados de la civilización (representados en los poblados y las ciudades que nunca veremos), parece primar entonces la ley del más fuerte, y más precisamente aquí, la ley del más astuto. Subrayando la ambigüedad moral de los personajes del filme, ese protagonista sagaz es Vandergroat, sociable y sonriente contraparte de la amargura que Kemp refleja. Por momentos incluso nos sentimos de su lado y, muy en secreto, anhelamos que logre fugarse, resultado lógico de una estrategia a tres bandas tan precisa que parece diseñada desde antes que lo atraparan.

The Naked Spur (1953)

The Naked Spur (1953)

La ambivalencia moral que el filme logra transmitir al espectador es un hecho notable, considerando que -como género- el western siempre hizo una clara distinción entre los personajes a cada lado de la ley, indicándonos sin ambigüedad alguna a quien debíamos apoyar. Sin embargo Kemp nos da indicios de que su degradación ética no es absoluta y que es posible que merezca ser redimido al final: cuando ocurre la emboscada a los indios, que lo deja herido, y contempla el resultado de la horrible masacre que han provocado, es inocultable su pesadumbre. Este hombre vulnerable, un otrora ciudadano, ha tenido que igualarse con los dudosos personajes que lo acompañan y con el criminal que atraparon, sólo debido a la mala fortuna, a la traición de un ser al que amaba y al que sigue anhelando. La presencia de Lina representa para él la última oportunidad de ser feliz, de volver a empezar, de liberarse de tanto dolor.

The Naked Spur (1953)

The Naked Spur (1953)

A diferencia de otros filmes de Mann, donde el protagonista tiene un pasado criminal y lo que desea es reivindicarse y reintegrarse a la sociedad, en The Naked Spur Kemp no arrastra un lastre oscuro y, sin embargo, el desarraigo lo ha convertido en un paria social que desea a toda costa restablecer el curso normal y ajustado de su vida. En la descripción de la complejidad psicológica de este personaje, la película (escrita por un par de guionistas novatos, Sam Rolfe y Harold Jack Bloom, mientras otros tres westerns del tándem Mann & Stewart llevan la firma del experimentado Borden Chase) es magistral. Incluso el hermoso paisaje natural en que fue rodada –el Parque Nacional de Las Montañas Rocosas- parece a veces un escenario interior, un panorama mental antes que geográfico, donde lo agreste de la naturaleza parece recalcar los sentimientos y pulsiones primarias que aquí salen a flote.

“Estábamos en un campo magnífico –en Durango- y todo se prestaba para la improvisación. ¡Nunca entendí porqué todos los westerns están rodados en paisajes desiertos! John Ford, por ejemplo, adora Monument Valley, pero yo conozco Monument Valley muy bien y no todo el Oeste es así. De hecho, el desierto sólo representa una parte del Oeste americano. Yo quería mostrar las montañas, las cataratas, las áreas boscosas, las cumbres nevadas -en resumen redescubrir completa la atmósfera de Daniel Boone: los personajes emergen más detalladamente en un entorno así. En ese sentido el rodaje de The Naked Spur me dio satisfacciones genuinas” (1), explicaba Anthony Mann en 1967 en una entrevista al ser preguntado por el punto de partida que dio inicio al filme. A pesar del recuerdo nostálgico, la verdad es que la película funcionó mal en las taquillas y tuvo un paso breve por los teatros.

The Naked Spur (1953)

The Naked Spur (1953)

Las carreras de Anthony Mann y James Stewart se separarían definitivamente luego de un altercado personal durante el inicio del rodaje de un western posterior, Night Passage, proyecto con el que el director nunca estuvo de acuerdo. A Mann le esperaría aún otro gran éxito, Man of the West (1958), junto a Gary Cooper, para después decaer realizando coproducciones internacionales como El Cid (1961) y La caída del Imperio Romano (The Fall of the Roman Empire, 1964). Fallecería en 1967 en Berlín. James Stewart, en cambio, tendría por delante el reto de darle la talla a Alfred Hitchcock en La ventana indiscreta (Rear Window, 1954), El hombre que sabía demasiado (The Man Who Knew Too Much, 1956) y Vértigo (1958). Cuando uno ve esas películas y admira la hondura psicológica que el actor logró darle a sus caracterizaciones, no puede dejar de pensar que ese entrenamiento histriónico lo adquirió gracias a westerns tan complejos como The Naked Spur, odisea hacia los abismos más profundos y atormentados del alma humana.

Referencia:
1. Jonathan Rosenbaum, Essential Cinema: On the Necessity of Film Canons, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 2004, p.321

Publicado originalmente en la Revista Kinetoscopio no. 78 (Medellín, Vol. 16, 2007) Págs. 118- 121
©Centro Colombo Americano de Medellín, 2007

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

Poster - Naked Spur, The (1953)_01

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