El arte de ser un humano: The Square, de Ruben Östlund

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Un jurado presidido por Pedro Almodóvar le dio en Cannes la Palma de oro a un filme sueco, una aguda sátira social llamada The Square, el quinto largometraje de Ruben Östlund.

Los orígenes de The Square (2017) se pueden trazar hasta la investigación que el director sueco Ruben Östlund hizo para su película Play (2011), en la que analizó el fenómeno de los niños que roban a otros niños en sitios públicos en la ciudad de Gothenburg y como las personas veían lo que ocurrían y no intervenían. Esa “apatía del transeúnte”, la inhibición de ayudar a alguien cuando otras personas están presentes, como si la responsabilidad social se diluyera, le llamó la atención a Östlund. Por eso le propuso al productor y profesor de cine Kalle Boman hacer un proyecto artístico que apuntara a reafirmar nuestros valores y la confianza que tenemos en la sociedad.

A principios de 2015 hicieron una exhibición temporal en el museo Vandalorum, de la ciudad de Värnamo, al sur de Suecia, que terminaría convirtiéndose en una instalación permanente en la plaza principal de esa ciudad: un gran cuadrado empotrado en el suelo. Quien entre a ese sitio –una suerte de refugio humanitario- deberá ayudar altruistamente a quien lo necesite. Luego otro cuadrado se instaló en la ciudad noruega de Grimstad. Pese a los buenos propósitos, el cuadrado de la plaza de Värnamo se ha convertido en sitio para que las parejas se comprometan, los adolescentes se reúnan en la noche y también ha servido de escenario para protestas públicas.

Ruben Östlund y Kalle Boman en su instalación en la plaza de Värnamo.

Con esos antecedentes en mente, ahora vamos a The Square, la película. “El cuadrado es un santuario de confianza y cuidado. Dentro de él todos compartimos iguales derechos y obligaciones”, reza la inscripción de una placa que acompaña al cuadrado que es la nueva propuesta artística que tiene Christian Nielsen, el curador principal del museo de arte contemporáneo X-Royal de Estocolmo. El cuadrado del filme –obra de una artista argentina- será instalado frente a la entrada del museo, con la misma filosofía original que Östlund y Boman tuvieron en la vida real: ser una zona libre de prejuicios e indiferencia, donde se vale (y se debe) ayudar al otro. El director y guionista partió de sus experiencias con la instalación que hizo, pero para –a partir de ella- criticar el estado de las cosas del mundo y de las personas de hoy.

Christian es el protagonista del filme. Es un hombre de unos 50 años, separado, con dos hijas aún niñas. Vive entre el mundo del arte contemporáneo y eso implica no solo lidiar con los egos y exigencias de los creadores, sino además conseguir los recursos y las donaciones para la supervivencia del museo. Christian (interpretado por el actor danés Claes Bang) no es un ser corrupto, soberbio, mal padre o irresponsable. Es un ser humano con una posición de poder y que por ello da órdenes, gesta, aprueba o desaprueba, da entrevistas, organiza cenas de recolección de fondos, está presente en múltiples reuniones. Sin embargo Christian será el blanco al que Östlund como guionista arrojará todos sus dardos críticos frente a la indiferencia social y frente a la vacuidad del arte contemporáneo.

The Square (2017)

Recurriendo al lugar común según el cual toda buena acción tiene su merecido castigo, una mañana Christian defiende en su camino al trabajo a una mujer que a gritos pedía ayuda. Excepto él y otro hombre, todos los demás transeúntes se desentendieron de sus gritos de auxilio. Pero ese buen acto, ese volverse por un instante un buen samaritano, ese estar consciente de las necesidades del prójimo -que lo reconfortó y lo hizo sentir vivo- es el inicio de una hecatombe personal y profesional que es el núcleo de The Square. De aquí para adelante, y para su absoluto pasmo, todo empieza a salirle mal. Esto genera situaciones absurdas entre graciosas y atemorizantes, pues el tono del filme es el de una sátira bastante incisiva.

The Square (2017)

Ruben Östlund se dedica a demoler las certezas de Christian, a sacarlo de su burbuja social y cultural, a ridiculizar su apreciación del arte y a demostrarle que una cosa es creerse con autoridad moral y otra es tenerla. Entrar al cuadrado de la artista argentina no es un símbolo vacío y ceremonial, exige demostrar que tenemos las agallas para comportarnos con humanidad, con misericordia y compasión: ser capaz de devolverle su humanidad al mendigo en la calle, por ejemplo. Pero lo más curioso es que al cuadrado jamás lo vemos funcionando. La película transcurre en los días previos a la inauguración, mientras se prepara una campaña publicitaria que motive a las personas a acercarse y visitar la instalación. Ahí Östlund se torna feroz, criticando a los medios cuando, buscando ser “virales”, hacen lo que sea con tal de tener presencia en las redes sociales, sin importar que tanto daño hagan. Da bochorno presenciar lo bajo que se puede caer.

The Square (2017)

Christian debió estar atento a esa malhadada campaña, pero tiene tantos problemas personales que se le pasó por alto verificar la calidad de la misma. La solución a un robo que le hicieron tuvo consecuencias imprevistas que ahora no sabe cómo manejar, se involucró sexualmente con una periodista que le reclama su indiferencia, una instalación del museo sufrió daños imprevistos, una performance de un hombre que imita a un simio se salió de control, sus dos hijas se aparecen a pasar el fin de semana con él. Ah y la mujer con la que se acostó tiene un chimpancé como mascota. Tratar de solucionar todo a la vez es el reto de este hombre –externamente impasible- que sabemos que está al borde del colapso.

El humor de The Square surge de las situaciones, entre asombrosas y casi irreales, que acorralan a Christian. Östlund no busca la risa fácil, busca en nosotros la mueca de pasmo, el rictus amargo, acaso por momentos quiere que bajemos los ojos, tal es el impacto y la perplejidad que causan las desventuras de este hombre, que sufre en carne propia la indiferencia de los extraños cuando pide un favor y debe recurrir a alguien que en otras circunstancias ni siquiera hubiera visto.

The Square (2017)

La película le da una lección visceral –a él y a nosotros- respecto a lo que predicamos versus lo que en realidad hacemos. ¿Cuántas veces hablamos de valores y damos cátedra de entereza moral cuando nosotros mismos sabemos que no somos dignos de referirnos a ello? ¿Si vemos realmente a los demás? ¿Si nos ponemos en sus zapatos? ¿Calculamos el daño que podemos hacer a los otros con nuestros actos egoístas? ¿Utilizamos a los demás en pro de nuestros caprichos? The Square hace que nos hagamos estas preguntas sin darnos un sermón, sin perder nunca el tono irónico.

Fuerza es lo que tiene este filme sueco, fuerza para tocarnos, para conmovernos, para hacernos reír. Así sepamos que nos estamos riendo de nuestra propia derrota como seres humanos.

Publicado con el título “El arte de ser un humano” en el suplemento “Generación” del periódico El Colombiano (Medellín, 04/06/17), págs. 16-17
©El Colombiano, 2017

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