De lo irrenunciable: Persépolis, de Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud
“Nos esforzábamos tanto por ser felices, que olvidábamos que no éramos libres”, afirma en Persépolis su protagonista y codirectora, Marjane Satrapi, a manera de afortunada síntesis de la película, ganadora del Premio del Jurado en Cannes el año anterior.
El filme es la historia de su vida y la de su país, Irán, en los últimos 38 años, y para contar ambas Marjane ha recurrido a los dibujos animados, que dan movimiento a una homónima novela gráfica de su autoría, publicada con gran éxito editorial hace unos años. Persépolis tiene una animación muy limpia, con dibujos de trazo sencillo y en blanco y negro, lo que le permite utilizarlos no como un fin en sí mismos, sino como un medio efectivo y sensible de denunciar lo difícil que fue crecer y vivir -y más para una mujer- en Irán luego de la caída del Sha y de la revolución que implantó en el poder un régimen islamista.
Marjane mira con gran nostalgia esos tiempos, que fueron los de su infancia y su adolescencia, y los retrata con el dolor de las oportunidades malgastadas y los años perdidos. El punto de vista siempre es el suyo, el de una joven que se resiste a ver cómo sus libertades individuales son constreñidas y asfixiadas por una sociedad donde impera el miedo, una palabra que se va a convertir en una constante de este relato amargo.
Que se trate de una película animada no le quita impacto a la seriedad de la denuncia; por el contrario, se hace más notoria al llenar de tragedia y muerte un tipo de narración audiovisual que relacionamos con lo infantil y lo festivo. Por eso mismo, el filme nos impacta y nos toca tanto, porque entendemos que esa niña perdió su infancia entre guerras fratricidas, represiones e ideología.
Cuando ya la situación era insostenible, nos vamos con ella a afrontar el exilio europeo en Austria. Tras el deslumbramiento inicial viene para Marjane la desilusión y la soledad. En ese momento de la película, cuando estamos lejos de Irán, quisiéramos que la narración volviera allá, pues los profundos cambios de la sociedad iraní se antojan más interesantes que la vida de esta adolescente. Pero Marjane nos recuerda que ella y sus circunstancias personales son fruto de lo sucedido en Irán. Volverá tiempo después, para que confirmemos a su lado que esta película valiente es una conmovedora proclama de aquello a lo que no se renuncia: a la libertad, a la capacidad de soñar y de sentir; homenaje a lo inquebrantable del espíritu humano, que sobrevive a rejas, destierro y muerte.
Publicado en el periódico El Tiempo (Bogotá, 12/06/08). Columna Cine, pág. 1-24
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