El arte de pintar casas: El irlandés, de Martin Scorsese

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“Después aprendiste a contener el llanto y a sacar la rabia y el odio de otra manera”.
-Blast of Silence (1961)

“Las primeras palabras que me dijo Jimmy al dirigirse a mí fueron: “Me han dicho que pintas casas”. La pintura es la sangre que supuestamente salpica sobre las paredes y el suelo cuando le disparas a alguien. Yo le respondí: “Y también hago trabajos de carpintería”. Eso se refiere a construir ataúdes, lo que viene a decir que uno también se deshace de los cuerpos” (1), le dice Frank “el irlandés” Sheeran a Charles Brandt, autor del libro conocido en español como Jimmy Hoffa. Caso cerrado y que originalmente se titula I Heard You Paint Houses. Brandt, antiguo fiscal de homicidios, exsubdirector de la Fiscalía General del estado de Delaware e investigador de asuntos criminales, entrevistó en numerosas ocasiones a Sheeran entre 1999 y 2003, el año en que este último murió. El relato en primera persona de su vida y de su participación en la desaparición del líder sindical Jimmy Hoffa, constituyen el núcleo de I Heard You Paint Houses.

A ese libro primero llegó Robert De Niro antes que Martin Scorsese. Ambos querían trabajar juntos de nuevo y habían adelantado negociaciones con Paramount Pictures para llevar a la pantalla la novela El invierno de Frankie Machine, de Don Winslow, publicada en 2006. Pero todo cambió cuando De Niro –gracias a Eric Roth- descubrió el libro de Charles Brandt y se fue para donde Scorsese: “Bob me vino a ver. Creo que nos encontramos en mi despacho, o en la sala de montaje de mi oficina, ya se me olvidan estas cosas. Se sentó y empezó a hablar del libro. O a intentarlo, porque no podía articular palabra. Conectó de una manera tan directa e íntima con el personaje que era incapaz de hablar de él. Y pensé: Aquí hay algo. Quizás podamos hacer algo que de verdad valga la pena” (2).

El irlandés (The Irishman, 2019)

El guion se le encargó a Steven Zaillian –que para Scorsese había hecho el argumento de Pandillas de Nueva York (Gangs of New York, 2002)- quien contó con la colaboración de Brandt, que en una reedición del libro añadió detalles que obligaron a reescrituras y a aplazamientos del proyecto. Además, la Paramount desistió de apoyar el cambio de plan y la futura película quedó varios años en el limbo, sin que ningún estudio se interesara en apoyarla. Solo fue gracias a la financiación de Netflix que El irlandés (The Irishman, 2019) pudo llevarse a cabo, pues la cinta –rodada entre septiembre de 2017 y marzo de 2018- tuvo un costo de casi 160 millones de dólares, una cifra muy elevada, sobre todo por el uso de la tecnología de efectos visuales digitales requerida para rejuvenecer el rostro de los actores protagónicos y así dar verosimilitud a los flashbacks que abundan en el filme. Scorsese se daba el gusto además de reunir a su pandilla de queridos veteranos: De Niro, Joe Pesci (retirado del cine desde 2010), Harvey Keitel y a un Al Pacino que siempre tendrá la marca de El padrino (The Godfather, 1972) donde quiera que vaya.

El irlandés (The Irishman, 2019)

Frank Sheeran nació en Filadelfia en 1920, de padre irlandés y madre sueca. “Yo no nací siendo parte de esa forma de vida que llevaba a la mafia, como los jóvenes italianos que venían de sitios como Brooklyn, Detroit y Chicago. Yo era un católico irlandés de Filadelfia y, antes de regresar a casa de la guerra, nunca había hecho nada malo, ni la más mínima conducta desordenada” (3), dice en el texto de Brandt. Integró las tropas norteamericanas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial y fue parte de la campaña italiana. Era un hombre enorme, de 1.95 mts, de baja escolaridad, con un temperamento irascible y pendenciero. Empezó a involucrarse con pequeños trabajos (y pequeños delitos) como conductor de un camión y es por casualidad que conoce al jefe mafioso Russell Bufalino. “Fue él quien me puso “el irlandés”. Antes de eso me llamaban Chich”, que es la abreviación de Frank en italiano: Francesco” (4). Contar con su confianza y su protección va a resultar fundamental para su vida y su carrera dentro la Fraternidad Internacional de Camioneros (International Brotherhood of Teamsters), el poderoso sindicato de transportadores estadounidenses. Sheeran era leal, tenía sangre fría y era incapaz de delatar a alguien, algo fundamental dentro de la filosofía mafiosa, en la que fue escalando posiciones y adquiriendo nuevas responsabilidades, pues Sheeran dominaba el arte de pintar casas.

El irlandés (The Irishman, 2019)

Sheeran llegó a ser parte del círculo íntimo de Jimmy Hoffa, el polémico presidente de la Fraternidad, un hombre que convirtió el dinero del fondo de pensiones del sindicato en un banco privado para la mafia italiana. Ya Scorsese –sin mencionar nombres- se había asomado a esas maniobras en Casino (1995), pues es con el dinero de ese sindicato que se financia el casino de Las Vegas que regenta el personaje que Robert De Niro interpreta en ese filme. Hoffa, acérrimo enemigo de los Kennedy, terminó involucrado, así sea indirectamente –según el texto de Brandt- en la invasión de Bahía Cochinos junto a la CIA y en el complot para asesinar a John F. Kennedy. Sheeran era su matón de confianza y por eso ascendió sin dificultad en la jerarquía de un sindicato al que no le faltaban disidencias y, por lo tanto, había que dar lecciones ejemplarizantes a quienes se atrevieran a desafiar el poder de Hoffa.

El irlandés se inicia por la vejez de Sheeran, recluido en un hogar para ancianos. Él mira a la cámara y empieza a contar su propia historia. Iremos al pasado, con un eje central narrativo que es un viaje en automóvil que, a mediados de 1975, emprenden Sheeran (De Niro) y Russell (Pesci) con sus respectivas esposas, rumbo a Detroit, para asistir a la boda de la hija de un abogado de la mafia, Bill Bufalino (Ray Romano), un supuesto primo de Russell. A ese recorrido terrestre volveremos una y otra vez, mientras gracias a la voz de Sheeran iremos conociendo, gracias a flashbacks, de sus “tareas” y “encargos” previos para la mafia y para el sindicato. El “irlandés” Sheeran es un hombre imperturbable, imposibilitado para sentir compasión o remordimiento alguno y así lo representa Robert De Niro, sin el menor gesto de duda o lástima, sin un pensamiento introspectivo frente a lo que hace o frente a las consecuencias de su actuar.

El irlandés (The Irishman, 2019)

Quizá porque la película narrativamente está contada desde el otoño de la vida del personaje y filtrada por sus recuerdos, el tono de El irlandés es desapasionado y frío. Así como existió el western crepuscular, pues entonces este filme de Scorsese es una película crepuscular de gánsteres, algo que ya Louis Malle nos había mostrado –con más romanticismo- en Atlantic City (1980) con el personaje que interpreta Burt Lancaster. La aproximación de Scorsese –cero nostálgica- es más seca, pero igual de senilmente meditativa por parte de sus protagonistas. Comparen lo exultantes que resultaban los golpes que daban los personajes de Buenos muchachos (GoodFellas, 1990), con la frialdad y rutinariedad de los crímenes de Sheeran acá descritos. El único momento en que la violencia se desborda es cuando un tendero empuja a una de sus hijas, Peggy, y Sheeran se desquita con especial sevicia. No es casual, pues para Sheeran tener el amor de su familia era lo esencial. Nunca lo vemos enriquecerse súbitamente, ni alardear de su poder, ni derrochar dinero. Eso no fue nunca importante ni para él ni para Russell, quien también se preocupaba porque Peggy no lo quería como “tío”.

El irlandés (The Irishman, 2019)

Este par de personajes –contenidos, taciturnos, exactos a la hora de hablar y de callar- contrastan con el Jimmy Hoffa volátil que encarna Al Pacino con su habitual histrionismo. Hoffa es la ebriedad del poder y lo que eso implica en términos de seguridad personal y de seguridad del negocio mafioso que su sindicato financia en la sombra. Sheeran lo respeta y lo aprecia con sinceridad, pues Hoffa es un ídolo de masas carismático, fácil de querer y admirar. Cubrirle la espalda y protegerlo son acciones que él hace con total fidelidad. Además, él no tiene autoridad moral para juzgarlo a él ni a nadie. Pero, de repente, la película se convierte en un triángulo en el que Sheeran está entre dos lealtades: la de Russell y la de Hoffa. Entre la familia y el trabajo, para decirlo de otra forma. A uno de los dos debe poner a salvo. Y ya sabemos lo que más le preocupa a Sheeran.

El irlandés (The Irishman, 2019)

Scorsese tiene otra preocupación: la redención de sus personajes. Frank Sheeran, el irlandés implacable e insensible no le teme a ningún hombre. Jamás va a capitular en su código de silencio, ese que le ha permitido seguir con vida y sobrevivir a todos aquellos con los que se relacionó. ¿Ser perdonado por la iglesia? Eso le importaba más a sus hijas y les dio gusto: “Mis hijas me organizaron una audiencia privada con monseñor Heldufor en la iglesia de St. Dorothy, en Springfield, Pensilvania. Me encontré con él, conversamos sobre mi vida y me concedió el perdón por mis pecados” (5). Quizá él sabía lo que la voz del propio Scorsese pronuncia en Calles peligrosas (Mean Streets, 1973) en relación al personaje de Charlie en ese filme: “Los pecados no se redimen en la iglesia, se redimen en las calles, se redimen en casa, el resto es cuento y tú lo sabes…”. El libro de Charles Brandt es en sí mismo una larga confesión, pero si a lo que Sheeran aspiraba era a la absolución de su familia, específicamente a reconciliarse con Peggy, se fue a la tumba irredento y eso le pesaba más en la conciencia que cualquier crimen que hubiera cometido. Esa fue su verdadera tragedia.

El irlandés (The Irishman, 2019)

El irlandés no es una película disruptiva dentro de la carrera de Martin Scorsese. Este filme –formalmente clásico para los estándares de este realizador- no es un cisma, es una depuración, un punto de llegada al que solo se accede con la madurez. Sin estridencias Scorsese está demostrando –como Russell Bufalino, con quien perfectamente podría identificarse- que quien hala las cuerdas que hacen accionar a las marionetas, no tiene que pavonearse ostentoso, sino hacer los movimientos precisos en el momento indicado para que todo se mueva según su deseo.

Referencias:
1. Charles Brandt, Jimmy Hoffa. Caso cerrado, Barcelona, Editorial Planeta, 2014, p. 24
2. Roger Salvans 15/11/2019 “‘El irlandés’. Hablamos, en exclusiva, con el maestro Martin Scorsese”. Página web: www.fotogramas.es
Disponible online en:
https://www.fotogramas.es/noticias-cine/g29807804/el-irlandes-entrevista-martin-scorsese/
3. Charles Brandt, Op cit., p. 45
4. Ibid., p.36
5. Ibid., p. 396

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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