Un van Gogh en movimiento: Loving Vincent, de Dorota Kobiela y Hugh Welchman
Loving Vincent – Cartas a Van Gogh (2017) es un largometraje animado lleno de milagros y el más grande de ellos fue el esfuerzo enorme que representó su realización, pues sus codirectores y guionistas, Dorota Kobiela y Hugh Welchman, decidieron recorrer el camino más difícil, pero más cercano al espíritu del hombre que querían retratar: reclutaron a más de cien pintores y con ellos hicieron –a partir de la obra de van Gogh– 65.000 pinturas al óleo, cada una de las cuales es un fotograma que, a razón de 12 por segundo, constituyen los 853 planos de este filme. En una de sus últimas cartas van Gogh expresó que “la verdad es que sólo podemos hablar de nosotros a través de nuestras pinturas” y Loving Vincent hace honor a esas palabras.
Es milagroso y emotivo ver esos lienzos icónicos cobrar vida, ver sus trazos moverse y convertirse en escenas y secuencias de un filme que contó con la participación de actores -Robert Gulaczyk, Saoirse Ronan, Douglas Booth, Eleanor Tomlinson- cuyas facciones y movimientos sirvieron para las escenas que no están inspiradas en cuadros de van Gogh y que corresponden principalmente a flashbacks de la vida de este artista.
Dado que no se trata de un documental, sino de una puesta en escena cuya atmósfera se inspira en los sitios y personajes que el pintor plasmó en sus cuadros, había que darle una línea narrativa que justificara semejante empresa, pues de otra forma el efecto visual que provoca terminaría agotándose tarde o temprano.
Se optó por evocar en retrospectiva las circunstancias que llevaron a la muerte del pintor, contadas por testigos de lo que ocurrió, cada uno de los cuales parece tener una teoría o un punto de vista diferente de lo sucedido. La posibilidad de que van Gogh no se hubiera suicidado, sino que haya sido asesinado surgió en la biografía suya publicada por Steven Naifeh y Gregory White Smith en 2011, y esta película hace eco de la misma.
Este ángulo especulativo contribuye a darle dramatismo a Loving Vincent, pues no era fácil proveer de unidad narrativa a unas pinturas individuales. El resultado final es tan bueno como la suma de sus partes.
Publicado en el periódico EL Tiempo (Bogotá, 03/12/17) con el título “Un van Gogh en movimiento” p. 2.8
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