Sorgo rojo: de Mo Yan a Zhang Yimou

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El otorgamiento del premio Nobel de literatura al escritor chino Mo Yan nos hace evocar la adaptación al cine de su novela Sorgo rojo, que se constituyó en el debut del director Zhang Yimou

“Y él nunca supo que el cuerpo brillante, desnudo, puro como el jade blanco, había yacido sobre la tierra negra, a la sombra de los tallos del sorgo”.
-Mo Yan, Sorgo rojo

-“No me importa lo que filmes”, le dijo Mo Yan a Zhang Yimou cuando este le propuso llevar al cine su novela Sorgo rojo. Tal respuesta era la que requería para evitar reclamos y malos entendidos con el autor cuando viera su obra convertida en una película, más tratándose de un director de cine que –como Yimou- apenas iba a realizar su primera película. “Pienso que el cine tiene que encontrar sus propios medios de expresión; no puede duplicar la literatura. Incluso la adaptación de una buena obra literaria debe primero volverse un film; no puede ser una copia de la literatura. Una adaptación no tiene que ser como la obra original, debe ser fílmica. Lo primero que debe hacerse es simplificar los eventos: simplificarlos y popularizarlos”, expresaba Yimou en una entrevista realizada en 1988 a propósito del estreno de su versión de Sorgo rojo.

Zhang Yimou -tras estudiar fotografía- cursó estudios en la Escuela de Cine de Beijing e hizo parte de la famosa “quinta generación” que egresó en 1982 y de la que también hicieron parte los directores Chen Kaige, Tian Zhuangzhuang y Zhang Junzhao. Tras culminar sus estudios, Yimou empezó a trabajar en los estudios Guangxi como cinematografista. Suya es la fotografía de La tierra amarilla (Huáng tǔdì, 1984), de Kaige, considerada la obra fundacional de la “quinta generación”. Para su debut como director pensó en la primera novela de Mo Yan (pseudónimo de Guan Moye), publicada en 1987, y que hacía parte de lo que se conocía como “literatura de las raíces”, que propuso un redescubrimiento y una recuperación de las raíces históricas y de la tradición cultural china.

La novela Sorgo rojo lo intentaba a través del relato de cinco décadas en la vida de una familia rural, enfatizando el valor y el coraje de aquellos que les precedieron. “Durante decenios que no parecen más que un instante en el tiempo, hileras de figuras humanas color escarlata iban y venían entre los tallos de sorgo para entretejer un enorme nido humano. Mataron, saquearon, defendieron su tierra en una danza valerosa y alborotada que, a quienes –descendientes poco filiales- hoy hemos ocupado esa tierra, nos convierte por comparación en siluetas pálidas. Rodeado por el progreso, me invade un sentimiento incómodo de regresión de la especie”, escribe Mo Yan en esta novela.

Una curiosa foto de Mo Yan (izq,) y Zhang Yimou durante el rodaje de Sorgo rojo (1988)

Una curiosa foto de Mo Yan (izq,) y Zhang Yimou durante el rodaje de Sorgo rojo (1988)

La película Sorgo rojo es la adaptación épica y lírica de un relato que originalmente aspira más al realismo y a la denuncia. La historia de los abuelos del narrador del filme está contada por Yimou exclusivamente desde la perspectiva de los grandes sucesos (por lo general desafortunados) que les acontecieron, excluyendo cualquier referencia a la vida cotidiana de la pareja, que solo parece existir en un continuo torbellino vital que incluye asaltos, secuestros, violaciones, muerte, fuego y sangre. Zhang Yimou, sabedor de sus cualidades como fotógrafo, las explota en beneficio de un relato tan bellamente filmado que casi olvidamos lo truculento de los hechos escogidos para mostrarnos, distraídos por el movimiento que el viento imprime al sorgo, ondas que a la vez son vida y muerte; por los destellos escarlata del vino, por las granates puestas de sol, por la enorme luna que preside las noches desérticas, por el fuego siempre presente, por los primeros planos del bello rostro de la debutante Gong Li, constituida en el personaje que cataliza y polariza todos los sentimientos de los demás participantes de este relato trágico, tan fascinante en su concepción visual, como manipulador en cuanto a la temática sórdida que exhibe. Presidiendo todo y por encima de cualquier otro elemento formal, Yimou arroja sobre nuestros ojos una catarata de color rojo, omnipresente en este relato de pasiones en ebullición “En los quinientos años de tradición cultural china, el color rojo ha representado simplemente la pasión encendida, la cercanía del sol, el fuego en brasas, la sangre caliente. Pienso que para toda la humanidad tiene esa clase de sentido intenso”, refiere el director en la misma entrevista mencionada.

Gong Li en Sorgo rojo (1988)

Gong Li en Sorgo rojo (1988)

Tal crudeza y la exacerbación, tanto de los actos como de las emociones y los afectos, parecen disculparse por la época que aparentemente se está describiendo, un momento perdido en las arenas del tiempo, una era donde se funde la magia con la realidad y que podría estar situada en el siglo XVIII de nuestro calendario. Los personajes son campesinos, viven en una zona desértica y cuentan con mínimas condiciones de vida, sobreviviendo de una destilería artesanal de vino elaborado a partir del sorgo. De repente vemos al ejército japonés dándoles órdenes y maltratando a esos mismos campesinos y entendemos que lo que hemos estado viendo ocurre en el propio siglo XX, durante la segunda guerra sino-japonesa, y que simplemente la pobreza y el aislamiento de los pobladores chinos nos hicieron pensar algo diferente. La exhibición pública de las miserias del pueblo chino fue mal vista por los censores del gobierno, que prohibieron la presentación de Sorgo rojo en ese país. Según la cronología del libro de Mo Yan, la película se inicia en 1926 con el matrimonio por conveniencia de Jiu’er, la joven abuela del narrador del relato, y termina en 1939, cuando ella es asesinada. Sin embargo el libro relata –en cinco partes- la historia de sus descendientes hasta los años setenta del siglo XX. Yimou y los guionistas Chen Jianyu y Zhu Wei solo adaptaron las dos primeras partes del libro para ganar agilidad narrativa y no tener que comprimir demasiado los hechos.

Presentada en competencia en el 38º Festival Internacional de Cine de Berlín en 1988, Sorgo rojo obtuvo el Oso de Oro, el máximo galardón del evento, derrotando –entre otros- a filmes de Norman Jewison, Andrzej Wajda y Agnès Varda. Semejante vitrina internacional fue el lanzamiento de la carrera de Zhang Yimou y de su actriz Gong Li, y supuso un primer reconocimiento en Occidente a la literatura de Mo Yan, felizmente coronado este año con el premio Nobel. “Sin la película, sólo habría sido conocido en círculos literarios”, reconoce el escritor.

¿Pudieron en China ver Sorgo rojo alguna vez? No bien se enteraron del triunfo en Berlín levantaron el veto del filme y además le otorgaron el premio “Cien Flores” concedido por el gobierno a las bellas artes. Un feliz y súbito cambio de opinión, sin duda.

Publicado en el suplemento “Generación”, del periódico El Colombiano (Medellín, 28/10/12). Págs. 18-19
©El Colombiano, 2012

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