El irresistible cine de Neil Simon

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Apelando solo a la memoria recuerdo los nombres de Alfred Hitchcock y de Federico Fellini como dos de los directores cuyo nombre antecedía al título de sus filmes simbolizando autoría y calidad. Eso implicaba también el tener una trayectoria sólida y un reconocimiento fuera de toda duda. Pero no tenía en la mente que un guionista gozara de ese privilegio, hasta que vi las películas escritas por Neil Simon. El rompecorazones (The Heartbreak Kid, 1972) era su octavo filme como guionista, pero era tal su fama derivada de las versiones fílmicas de sus comedias teatrales, que ya en ese largometraje aparece su nombre delante del titulo, antecediendo cualquier otro crédito. Lo más curioso del asunto es que el de El rompecorazones no era ni un guion original suyo ni una adaptación de una de sus producciones teatrales: Simon tomó la premisa de un cuento de Bruce Jay Friedman y a partir de ahí hizo el guion, pero era tal su prestigio que la película se asumió con naturalidad como suya.

El rompecorazones (The Heartbreak Kid, 1972)

De ahí en adelante el nombre de Neil Simon se volvió una marca tanto en Broadway como en Hollywood, un sello que implicaba relatos de gente del común, personas a veces neuróticas, obsesivas, infelices, delirantes, otoñales, traicionadas y abandonadas, pero también de seres llenos de esperanza y confianza en el otro, en la amistad y en la familia. Simon no era un intelectual, era un observador agudo de su entorno neoyorquino y de ahí sacó siempre un material dramático y cómico cercano al público, que se sentía plenamente identificado con esas historias cotidianas, graciosas y a veces amargas, llenas de color local, pero también rebosantes de unos diálogos demasiado inteligentes para ser creíbles. En eso, paradójicamente, recaía su éxito: en esas frases ingeniosas (one-liners) y llenas de humor que pocas veces aparecen en una conversación casual.

En su autobiografía Rewrites: A Memoir, Neil Simon escribía que “con frecuencia he explicado en entrevistas que un dramaturgo tiene una ventaja sobre los guionistas. Un público te dirá inmediatamente lo que está mal y tú puedes ir a casa a arreglarlo. Pero con un guionista, una vez que han rodado tu escena, es historia. O blasfemia”. Pero pese a saber de esa ventaja –y haberla disfrutado- el dramaturgo Neil Simon fue un triunfador absoluto también como guionista.

Tras la pista del Zorro (After the Fox, 1966)

Nacido en el Bronx en 1927, Neil Simon provenía de una familia de origen judío. Ver cine y escribir fueron un escape para una infancia donde las discusiones entre sus padres eran la regla general. “Los mejores Yankees son italianos. Mi madre hace espaguetis con kétchup. ¿Qué posibilidades tengo? A decir verdad creo que seré escritor. Quiero escribir libros, obras de teatro o guiones de cine. Claro, si no resulta lo de los Yankees”, dice Eugene Morris Jerome, el protagonista de la película Brighton Beach Memoirs (1986), una drama autobiográfico que Simon primero presentó en Broadway en 1983 y que trae esa declaración de principios que este autor cumplió a cabalidad.

Luego de trabajar ampliamente junto a su hermano mayor Danny como escritor de programas radiales, seriados, shows cómicos y películas televisivas, la primera obra suya en las tablas fue Come Blow Your Horn, en 1961. Desde ahí la seguidilla de éxitos teatrales fue incontenible, obteniendo tres veces el premio Tony y el Pulitzer en una carrera en las tablas que pocos dramaturgos populares han tenido. Su primer guion original para el cine data de 1965, escrito durante su permanencia temporal en Londres: Tras la pista del Zorro (After the Fox), que Vittorio De Sica convertiría en un filme suyo protagonizado por Peter Sellers. Pese a la combinación de talentos, el resultado no fue el más afortunado: “a los críticos les pareció que era el trabajo de un cocinero chino haciendo una cena italiana para una familia judía”, escribía Simon.

Descalzos en el parque (Barefoot in the Park, 1967)

Tras ese primer intento –y primer fracaso- en el mundo del cine, Simon optó por lo seguro: realizar él mismo las adaptaciones de sus exitosas obras de Broadway, empezando por Descalzos en el parque (Barefoot in the Park, 1967), dirigida por Gene Saks y con la actuación de Jane Fonda y Robert Redford, tan jóvenes como hermosos. A este éxito seguiría uno aún mayor firmado igualmente por Saks: Extraña pareja (The Odd Couple, 1968) con el impagable dúo de Walter Matthau y Jack Lemmon haciendo de las suyas. Simon conoció a Gene Saks primero como actor y luego como director teatral; él fue quien quiso que dirigiera Descalzos en el parque. “El único problema con parte del trabajo de Gene en la pantalla era el mismo problema que yo con frecuencia tengo en la pantalla. Ambos somos muy apegados al teatro. Seguimos viendo el proscenio de un teatro, incluso si estamos viendo a través del visor de una cámara”, refería Simon.

Extraña pareja (The Odd Couple, 1968)

De las siete películas que Gene Saks dirigió, cuatro tienen un guion de Neil Simon. Saks, ya como actor, participó en El prisionero de la Segunda Avenida (The Prisoner of Second Avenue, 1975) de Melvin Frank, a partir de un drama teatral de Simon. Esta obra merece resaltarse por la intensidad de las actuaciones protagónicas de Jack Lemmon y Anne Bancroft. Mel Edison (Lemmon) es un ejecutivo de Madison Avenue que se queda desempleado y sufre un colapso nervioso y un delirio psicótico frente a los ojos de su valiente esposa, que posteriormente será también víctima del stress, las presiones laborales y las exigencias de la vida neoyorquina. Pese a la situación tan límite que describe, El prisionero de la Segunda Avenida es una cinta que no debe pasarse por alto.

En este apartado de adaptaciones también destacan Plaza Suite (1971) de Arthur Hiller, Last of the Red Hot Lovers (1972), de Saks y The Sunshine Boys (1975) que fue su primera colaboración con el director Herbert Ross y con el productor Ray Stark, que se convertiría en su mentor y protector. “Ray Stark había venido volando en mi vida como un cometa. Se inclinó hacia abajo, me agarró por el cuello y me arrastró en el viaje más emocionante y estimulante que jamás haya experimentado”, evocaba el guionista.

The Sunshine Boys (1975)

Stark y Simon empezarían ahí una colaboración que duró dieciocho años y que incluyó otras diez películas: dos dirigidas por Herbert Ross –La chica del adiós (The Goodbye Girl, 1977) y California Suite (1978)-, tres firmadas por Robert Moore –Crimen por muerte (Murder by Death, 1976), Un detective barato (The Cheap Detective, 1978) y Capítulo dos (Chapter Two, 1979)- y una de Jay Sandrich (Seems Like Old Times, 1980), Hal Ashby (The Slugger’s Wife, 1985), Gene Saks (Brighton Beach Memoirs, 1986), Mike Nichols (Biloxi Blues, 1988) y Martha Coolidge (Lost in Yonkers, 1993). De los once filmes de Simon producidos por Stark, seis tienen un guion original para cine.

En total Neil Simon escribió dieciséis adaptaciones de sus propias obras teatrales, diez guiones originales e incontables películas y seriados para la televisión. Fue nominado cuatro veces al premio Oscar: tres al mejor guion adaptado (Extraña pareja, The Sunshine Boys y California Suite) y una al guion original (La chica del adiós), pero nunca ganó ninguno. En entrevista con Lawrence Grobel para su libro Endangered Species: Writers Talk About Their Craft, Their Visions, Their Lives, Simon expresaba que “Siempre me siento más como un escritor cuando estoy escribiendo una obra de teatro, debido a la tradición del teatro… no hay una tradición del guionista, a menos que él también sea el director, lo que lo convierte en un autor. Así que realmente siento que estoy escribiendo para la posteridad con las obras de teatro, que han existido desde la época griega”.

Crimen por muerte (Murder by Death, 1976)

Pese a eso hay dos de sus guiones escritos directamente para cine que merecen destacarse: la sátira Crimen por muerte y la comedia romántica La chica del adiós. La primera es una divertidísima y aguda crítica a las películas de detectives privados y grandes investigadores que desde las alturas de su intelectualidad resolvían los casos más inverosímiles a veces pasando por encima de la lógica, como Asesinato en el Expreso de Oriente (Murder on the Orient Express, 1974). ¿Qué tal que un grupo de esos detectives fueran convocados a un castillo por un misterioso anfitrión que los enfrenta ahí con un caso imposible de resolver? Mezclando su tradicional sentido del humor con situaciones físicas parecidas al del cine de Mel Brooks, Crimen por muerte es una delicia para no tomar en serio, sino para dejarse llevar por su artificiosidad y su inteligencia. La imitación que Peter Falk hace de Humphrey Bogart es asombrosa. Además miren el reparto: David Niven, Peter Sellers, Alec Guinness, Maggie Smith, Elsa Lanchester, James Coco y nadie menos que Truman Capote.

La chica del adiós (The Goodbye Girl, 1977)

La chica del adiós no solo es una gran comedia romántica –de esas que se añoran porque cada vez son más escasas y menos inteligentes- sino que además le sirve a Simon para referirse a las alegrías y a los dolores de la actividad teatral, pues el protagonista (interpretado por Richard Dreyfuss) es un actor de Chicago que llega a Nueva York a probar suerte en una producción off Broadway y a darse cuenta de lo difícil del medio artístico de esta metrópolis. La química entre él y Marsha Mason –que durante una década fue pareja de Neil Simon- es enorme, sin mencionar que los mejores one-liners del filme los pronuncia Quinn Cummings, una niña de nueve años. La chica del adiós fue nominada a cinco premios Oscar, incluyendo mejor película. Solo Dreyfuss obtendría el galardón, en el apartado a mejor actor.

Marsha Mason y Neil Simon en 1981

Neil Simon no dirigió ninguna película, pero todos sus guiones dejan claro que él era el verdadero autor del cine que otros firmaron. Uno puede ignorar quien dirigió California Suite, pero en los diálogos –en los combates verbales, mejor– entre Jane Fonda y Alan Alda o entre Maggie Smith y Michael Caine uno reconoce, sin dudarlo, la voz, el estilo y la idiosincrasia de Neil Simon. En esa originalidad está su legado, su huella digital que será indeleble tanto en el teatro norteamericano como en el cine.

Publicado en el suplemento “Generación”, del periódico El Colombiano (Medellín, 07/10/18), págs 4-5
© El Colombiano, 2018

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

Neil Simon entre Jack Lemmon y Walter Matthau

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