Plegarias atendidas: Capote, de Bennett Miller

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En las primeras horas del domingo 15 de noviembre de 1959, en Holcomb, Kansas, cuatro miembros de una misma familia fueron asesinados en su propia casa, sin motivo aparente, por dos hombres que nunca habían tenido relación alguna con ellos y que buscaban una supuesta caja fuerte que no existía. La crónica completa de esos hechos fue el material con el que Truman Capote escribió A sangre fría, una novela que, sobre todo en su primera parte, sorprende por la minuciosidad y el detalle casi obsesivo con que su autor la adorna. Ante nosotros se convierte en un narrador omnisciente, en un privilegiado testigo invisible de esos dos días previos a los acontecimientos de sangre que constituyen el eje central del texto. ¿Cómo lo logró? ¿Cómo fue capaz de reconstruir esas vidas, esas horas, esos instantes de terror que acabaron con la vida de la familia Clutter?

Las mismas preguntas tuvo que hacerse el guionista de Capote (2005), Dan Futterman, quien inspirado en el libro Truman Capote: A Biography, de Gerald Clarke -biógrafo oficial del escritor- ha escrito un argumento que, dejando de lado cualquier intención biográfica exhaustiva, se centra exclusivamente en la investigación que Capote realizó para escribir A sangre fría, hurgando en los motivos del escritor, oyendo junto a él la musa de la oportunidad que lo llevó a desplazarse a Kansas en busca de una historia atractiva y encontrar, según sus palabras, “una mina de oro”. Futterrnan y el director del filme, Bennett Miller (un neoyorquino nacido en 1966), han reconocido que el mérito de esta aproximación se lo adeudan también a un texto adicional, The Journalíst and the Murderer; escrito por Janet Malcolm en 1990, en el que su autora plante la cuestión de la posible deuda -y los límites de la misma- que el periodista adquiere con el tema y los personajes que le permiten escribir un texto. Y en este caso particular, lo que Capote y A sangre fría le deben a Perry Smith y Dick Hickcock, los asesinos de la familia Clutter.

Capote (2005)

Tratándose de los únicos protagonistas vivos del crimen, Truman Capote (interpretado por Philip Seymour HofIman con la afectación precisa y la distancia necesaria) vio en ellos el material perfecto para lograr documentar su novela con el nivel de detalle deseado y decidió ponerlos de su lado, interesarse en sus vidas -sobre todo en la de Smith, con quien creó un lazo afectivo más que evidente- y hasta ayudarles a conseguir asistencia legal adecuada para la magnitud de su proceso. Sentimos, sin embargo, que Capote se estaba lucrando de esa relación y que su supuesta sinceridad tenía sus límites, lo cual se evidencia en el desespero que lo invade cuando la misma defensa que él les consiguió logró dilatar la pena de muerte a la que habían sido condenados, impidiendo que A sangre fría pudiera tener punto final. Smith y Hickcock se convierten a partir de ahí en personajes incómodos, que siguen confiando en un hombre que ya no puede ocultar que sus vidas no le importan y que es su muerte lo único que le interesa. Hay un editor, muchos lectores y miles de dólares, esperando ese demorado ascenso al cadalso. La película es excepcional en la descripción de ese conflicto moral que acosa a Capote y que sólo encuentra alivio en su proverbial egoísmo, que logra mitigar en él cualquier asomo de duda: lo que importa es terminar ese libro, cueste lo que cueste. Es la novela que el mundo está esperando con urgencia.

Capote (2005)

Por fin, en la noche del 14 de abril de 1965, los asesinos murieron en la horca. Las plegarias de Truman Capote fueron atendidas, la justicia brilló majestuosa y A sangre fría se exhibió en las librerías. El dilema de Capote se convertiría en una nota al margen del éxito editorial, en una anécdota poco publicitada dentro de una carrera posterior llena de proyectos truncos (¿a causa de una conciencia inquieta?). El logro de esta película no es que nos enteremos de la ambición desmedida de Truman Capote, sino que desnude para nosotros los mecanismos ocultos tras la declaración testimonial, tras la crónica ejemplar, tras el documental transparente, tras el ejercicio periodístico aparentemente pulcro.¿Qué se les ha prometido a las fuentes? ¿Cuántas veces se les ha mentido y abusado de ellas? La reflexión y las respuestas corren por nuestra cuenta. Respetuosa, Capote no hace juicios, pero propone un diálogo que a estas alturas se antoja necesario.

Publicado en la revista Arcadia no. 6 (Bogotá, marzo/06) pág. 28
©Publicaciones Semana, S.A., 2006

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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