Recuerdos de ‘Bonnie and Clyde’

Compartir:
Warren Beatty, Faye Dunaway y Arthur Penn durante el rodaje de Bonnie and Clyde

Juan Carlos González A.

Publicado en el periódico El Tiempo (Bogotá, 14/10/10). Pág. 18
©Casa Editorial El Tiempo, 2010

La noticia del fallecimiento de Tony Curtis puso en segundo plano la muerte de Arthur Penn, que se fue a sus 88 años en silencio y con dignidad, dos palabras que también lo acompañaron durante su vida. Fue un autor discreto, un intelectual -que hizo teatro en Francia y estudió literatura en Italia- alejado del oropel y los peligros de la fama, y que llegó al cine gracias a su labor en la televisión.
Aunque debutó como director en 1958, quiero evocarlo hoy por Bonnie and Clyde. Tras ser despedido durante el rodaje de The Train y sufrir con el montaje final de The Chase, Arthur Penn se encontraba dispuesto a abandonar el cine. Pero el actor Warren Beatty vino a buscarlo.
Tenía en sus manos un guión, escrito por David Newman y Robert Benton, inspirado en las andanzas de los asaltantes Clyde Barrow y Bonnie Parker. Los guionistas se habían inspirado en el Godard de Sin aliento y en el Truffaut de Dispárenle al pianista y a esos mismos directores recurrieron sin éxito buscando que se interesaran en el proyecto. Beatty, que anhelaba un gran papel que impulsara su carrera, compró el guión y se empeñó en producir él la película, algo insólito en esos momentos. Ahora necesitaba un director con la sensibilidad europea suficiente. Alguien como Arthur Penn.
Bonnie and Clyde, protagonizada por Beatty y Faye Dunaway, sería estrenada con pocos augurios en septiembre de 1967 para poco después desaparecer de la cartelera. La crítica de cine más tradicional la destrozó considerándola vulgar, y el público vio una historia extraña, mezcla de acción, comedia, contrapunteo erótico y explícita violencia. Pero cuando la revista Time del 8 de diciembre de ese año publicó un artículo llamado ‘The New Cinema: Violence… Sex… Art’ y en la portada apareció una ilustración de Robert Rauschenberg sobre Bonnie and Clyde, todos entendieron que la incomprendida película había dado inicio a una revolución.
“No sabíamos con qué estábamos conectando. Después de Bonnie and Clyde, las paredes se vinieron abajo; todo lo que parecía construido con hormigón armado empezó a derrumbarse”, recordaba Arthur Penn. Lo que se estaba desintegrando era el cine clásico de Hollywood. Surgía otra generación en medio de las luchas sociales, Vietnam, movimientos de contracultura y ganas de hacer un cine más arriesgado y vital. Vendrían Hopper, Ashby, Altman, Coppola, Scorsese… el nuevo cine norteamericano, que hace poco le dio un adiós agradecido a Arthur Penn. No será el olvido lo que le espera.

Compartir: