Un mundo infeliz: Hotel Rwanda, de Terry George
¿Dónde estábamos en 1994? ¿Qué hacíamos? ¿Hacia dónde mirábamos? Probablemente hacia nuestro propio ombligo, y por eso no nos dimos cuenta. Pero estaba pasando: en un lapso de apenas cien días, en Ruanda, extremistas hutus masacraron a cerca de un millón de integrantes de la etnia tutsi, en un exterminio sistemático e incontenible, que manchó de ignominia a esa nación.
Quinientas mil mujeres fueron violadas y un número similar de tutsis tuvieron que salir huyendo del país. El mundo entero fue testigo impávido de este genocidio aterrador, sin que nadie pareciera capaz o interesado en intervenir, o en por lo menos protestar. La televisión mostraba ocasionalmente las imágenes, pero -claro- eso no era nuestro asunto ni nuestro problema, eso era cosa de países africanos pobres, de naciones perdidas en el mapa, un enfrentamiento tribal sin trascendencia alguna. Y como somos tan importantes y estamos tan ocupados, seguimos -sin inmutarnos- con nuestros pequeños asuntos. ¿ Cuándo será que algo conmueva a este indolente planeta?
Por fortuna todavía hay algunos con vergüenza. El realizador irlandés Terry George -director de Some mother’s Son (1996) y guionista de Jim Sheridan en El nombre del padre (1993) y The Boxer (1997)- trata ahora de remover nuestra oxidada conciencia, a ver si por fin despertamos y nos damos cuenta de que lo que ocurrió en Ruanda fue un.a tragedia humana como pocas recuerda la historia reciente. El resultado es Hotel Rwanda (2004), una película que enfoca desde la perspectiva personal un conflicto demasiado complejo como para pretender abarcarlo y comprenderlo por completo. Lo que al director le importa, más que lograr un tono documental, es el factor humano, la gente que fue capaz de hacer la diferencia, aquéllos que se enfrentaron con la disyuntiva de salir corriendo o de tratar de hacer algo.
Como símbolo de resistencia encuentra a un personaje de la vida real, Paul Rusesabagina (magistralmente interpretado por Don Cheadle), que en ese entonces era el gerente del lujoso Hotel Milles Collines, en Kigali, propiedad de la las aerolíneas belgas Sabenas. Paul, un hutu casado con Tatiana, una tutsi (Sophie Okonedo), presencia y sirve como anfitrión al frágil intento de paz entre ambas tribus, pero todo sale mal, la situación se torna insostenible, los hutus culpan a los tutsis de la muerte del presidente del país y se inicia un exterminio azuzado por la radio que insta a los hutus a la limpieza étnica.
Inicialmente, Paul confia en que el ejército belga, la ONU, la prensa y las fuerzas occidentales harán algo para evitar la tragedia, pero con su familia amenazada y abandonado a su suerte, decide echar mano de sus buenas relaciones con los militares y utilizar las instalaciones del hotel como refugio para un gran número de tutsis que huyen del genocidio. Recursivo, tendrá que negociar, mentir, regalar, sobornar, esconder y falsificar: todo se vale a la hora de sobrevivir. La historia registra que este hombre logró salvar la vida de 1268 personas, de ahí que con frecuencia se le compare con Oskar Schindler, motivaciones aparte.
Don Cheadle obtuvo una nominación al premio Oscar por su interpretación de un ser humano enfrentado a unas circunstancias que lo superan, pero que logra sobrellevarlas a punta de entereza y convicción. Es notable cómo el personaje que interpreta toma conciencia progresiva de la situación a la que se enfrenta y cómo descubre que en realidad está solo, que aquéllos que estaba seguro de que iban a ayudarle le muestran indiferencia, tienen las manos atadas o prefieren huir. Como emblema de coraje y generosidad, Paul Rusesabagina demuestra su pleno valor. Y Cheadle le hace justicia.
Como también la hace esta valiosa película. Su valor como testimonio es muy grande, sus méritos superan lo meramente cinematográfico para servir de denuncia, de recordatorio y de necesario memorial de agravios a una “comunidad internacional” que le dio la espalda a un país que necesitó con urgencia de su ayuda. Hotel Rwanda nos recuerda que éste no es un mundo feliz y que nosotros hacemos todo lo posible por volverlo todavía peor.
Publicado en la revista Arcadia no. 4 (Bogotá, enero/06) pág. 28
©Publicaciones Semana, S.A., 2006
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