Andrew Sarris ha muerto

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“Pieza a pieza, escena a escena, momento a momento, las películas han corrido en paralelo con mi propia vida. Nací en medio de las convulsiones del cine sonoro. Crecí con las películas parlantes. La historia del cine constituye una parte muy significativa de mi autobiografía emocional”, escribía Andrew Sarris en la introducción de su libro The American Cinema: Directors and Directions 1929-1968, uno de los textos más influyentes –y más polémicos- que haya escrito un crítico de cine. Y Sarris era ante todo eso: un escritor apasionado que veía en el cine la justificación precisa para la reflexión escrita, para el análisis, para el debate.

Tenía para eso a su lado a otros críticos que enaltecieron este oficio, aún a costa de rencillas personales, como Pauline Kael, Manny Farber, John Simon o Stanley Kauffmann, toda una irrepetible camada de notables escritores. El 20 de junio Andrew Sarris falleció a los 83 años en su natal Nueva York, dejando atrás una obra fecunda, publicada sobre todo en el semanario The Village Voice. Además fue docente en la Universidad de Columbia.

Quiero expresar mi admiración por la obra crítica y teórica del profesor Sarris, quien en 1962, en un ensayo llamado Notes on the Auteur Theory, hizo conscientes a los cinéfilos norteamericanos de la “política de autor” que François Truffaut había delineado en su texto Una cierta tendencia del cine francés, publicado en 1954.

Andrew Sarris acogió la idea del director como autor, brújula y responsable de los filmes que este hacía. Ciertos patrones (temáticos, formales) repetitivos película a película eran la huella digital que cada director imprimía a su cine, su toque personal, una mística difícil de definir y de explicar. Sarris concebía las premisas de esa teoría de autor como tres círculos concéntricos: el exterior era la técnica, el intermedio era el estilo personal y el más interno correspondía al significado interior. Solo el director que sabía darle sentido propio a su cine era un autor.

Sarris planteó un panteón de autores constituido por 14 directores, entre los cuales están Chaplin, Hitchcock, Keaton, Welles, Lubitsch, Ford y Renoir, y con ellos nos enseñó a entender la historia del cine como la propia historia de unos artistas que trascendieron a su época y que hicieron del cine un arte. “Lo que Andrew nos mostró es que ese arte estaba a nuestro alrededor” –recuerda Martin Scorsese- “Y que nuestra tradición también tenía mucho que ofrecer; él fue nuestro guía al mundo del cine”.

Publicado en el periódico El Tiempo (Bogotá, 05/07/12). pág. 18
©Casa Editorial El Tiempo, 2012

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