Celuloide en llamas: Malcolm X, de Spike Lee

Compartir:

No me pudo haber pasado solo a mí como espectador. Cuando empieza esta película una voz en off introduce a Malcolm X que se apresta a dar un discurso. Como fondo vemos la bandera de Estados Unidos en tela y un montaje que nos muestra imágenes nocturnas de un hombre siendo fuertemente golpeado por la policía. Las palabras de Malcolm son de una gran agresividad, literalmente incendiarias. “Palabras como llamas”, pensé. Y en ese momento la bandera se empieza a quemar. Malcolm sigue hablando y su agresividad contra la injusticia racial y el “demonio blanco” va en crescendo, como en aumento va el incendio de la bandera, reducida al final a la forma de una X.

La metáfora que utilizó Spike Lee para introducir su filme y a su protagonista es tremendamente efectiva. Sabemos desde ya lo que nos espera en estas tres horas y veintidós minutos de celuloide: fuego. Pero esa mecha se enciende lentamente. Lee quiere y puede mostrarnos la evolución de su personaje y las contradicciones de su juventud durante la postguerra inmediata. Por eso la primera hora de Malcolm X (1992), aunque vemos flashbacks de su infancia en la que su familia fue víctima del Ku Klux Klan, está dedicada a sus años como “camaján” en Boston, mesero en un tren, ladrón en Harlem, yonqui, apostador y mujeriego. Se viste de manera vistosa y estrambótica, se tiñó y se alisó el cabello, conquistó a una mujer blanca y evitó que lo enlistaran. ¿Qué más puede pedir el joven Malcolm Little? Quizá que no lo metan preso.

Denzel Washington y Spike Lee en Malcolm X (1992)

Denzel Washington y Spike Lee en Malcolm X (1992)

Pero es en la cárcel –que constituye el segundo acto de este filme- donde encuentra la revelación, donde gracias a otro prisionero encuentra a Alá y, a través del islamismo, a darle un sentido a su vida. Malcolm tiene un momento de iluminación –San Pablo incluso es mencionado- y a partir de ahí adquiere fe, disciplina y un propósito. Será pastor y guía. Deja la cárcel y abraza el movimiento musulmán en defensa de su raza, convirtiéndose en discípulo de Elijah Muhammad y su Nación del Islam. Malcolm es un orador prodigioso y convincente, pero cuando deja las palabras y empieza a movilizar a las personas, sabemos que esto no va a ser tolerado. “Es demasiado poder para un hombre” dice el jefe de la policía y empezamos a entender que Malcolm es un personaje incomodo, pero no solo para los blancos, sino también para su propio pueblo, que terminará aislándolo y traicionándolo. Su poder amenaza a todos, sus palabras son capaces de encender corazones y hacer que la gente salga a las calles. Es hora de hacer que se calle. Ojalá para siempre.

Malcolm X (1992), de Spike Lee

Malcolm X (1992), de Spike Lee

Malcolm vive sus últimos días con temor, con paranoia, con amargura. Se siente solo, siente que aquellos a los que les dio su confianza y su fe le han dado la espalda. Trata de existir acorde a sus creencias y a sus palabras, pero lo que obtiene son amenazas, atentados, una especie de infierno insostenible para él y su familia. Denzel Washington da vida a Malcolm X con enorme aplomo, con la seguridad absoluta de estar representando a un líder que admira y que ayudó a que su raza tuviera consciencia de su situación y de que existía la posibilidad de hacer algo más que ofrecer la otra mejilla. Spike Lee rueda esta película con el mismo aplomo, este es su homenaje a Malcolm X y por eso esta cinta luce tan cuidadosamente producida, tan llena de detalles escenográficos y lujos estéticos.

Y pensar que este proyecto iba a ser dirigido inicialmente por Norman Jewison. No imagino a un director diferente y más comprometido que Lee para esta tarea. Él tuvo que luchar contra la estrechez del presupuesto y la imposición de la duración máxima del filme, él tuvo que conseguir fondos privados, él tuvo que dar la cara para imponer su propia visión del personaje. Lo que queda al final del día es el retrato de un hombre en llamas, cuya ira solo era comparable al dolor que sentía que su raza estaba padeciendo. Era hora que alguien gritara y luchara. Malcolm X lo hizo.

Publicado en la revista Kinetoscopio No. 112 (Medellín, octubre / diciembre, 2015), págs. 26-27
©Centro Colombo Americano de Medellín, 2015

Compartir: