El miedo siempre está aquí: Restrepo, de Tim Hetherington y Sebastian Junger

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Las ficciones cinematográficas sobre la guerra siempre serán eso: recreaciones, puestas en escena, interpretaciones parcializadas. No hay en ellas el caos, la incertidumbre y el miedo de la guerra real, esa que vemos tan de cerca en Restrepo (2010). Arriesgando –literalmente- su vida, los codirectores Sebastian Junger y Tim Hetherington se internaron 15 meses con los miembros de un grupo de soldados de los Estados Unidos asignados al valle de Korangal en Afganistán, un paraje considerado de muy alta peligrosidad por la presencia permanente de los talibanes.

Allí el 22 de julio de 2007 perdió la vida en combate el soldado de primera clase Juan Sebastián “Doc”’ Restrepo, un paramédico de origen colombiano que hacía parte del pelotón y al que sus compañeros rindieron homenaje bautizando con su apellido un puesto de avanzada en ese inaccesible valle.

Los dos realizadores de este premiado documental se mimetizan con los soldados y los acompañan hombro a hombro en sus peligrosas misiones. No hacen comentarios, no editorializan, rara vez formulan alguna pregunta en off, se limitan a hacer parte de un grupo de seres viviendo en unas condiciones extremas, con el temor a la muerte siempre rondándolos, ante el peligro que representa un enemigo oculto que nunca ven, pero cuya presencia intuyen y cuyos disparos y explosiones padecen a diario. La película se contagia de la zozobra casi insoportable que viven esos jóvenes militares, mientras describe las difíciles condiciones de vida que soportan lejos de los suyos en una tierra ajena cuyos empobrecidos habitantes pueden ser –desde su paranoia- los talibanes encubiertos que van a emboscarlos.

Intercaladas con las secuencias en el campo de batalla hay unas entrevistas realizadas en Italia con algunos de los combatientes que regresaron. Las consecuencias mentales de tal estado de tensión se reflejan en algunos de ellos, incapaces de sobreponerse aún al horror que han presenciado. Eso es Restrepo: una narración directa, nerviosa y por momentos sinsentido, tanto como el objeto de la presencia militar en ese valle de la muerte, del que se retiraron sin gloria en el 2010, después de casi 50 bajas norteamericanas. Lucharon y murieron por su patria, sí. Pero, ¿para qué?

Esta historia triste tiene un colofón sombrío: Tim Hetherington, el valiente fotorreportero inglés al que debemos Restrepo, falleció el 20 de abril de este año, víctima de una explosión en Misrata (Libia). Esta vez fue la muerte la que salió a su encuentro.

Publicado en el periódico El Tiempo (Bogotá, 29/09/11). Pág. 22
©Casa Editorial El Tiempo, 2011

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