Material muy inflamable: Burning, de Lee Chang-dong

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¿Qué quema más? ¿Las llamas o los celos? ¿El fuego o la duda? En Burning (Beoning, 2018), el director surcoreano Lee Chang-dong decide hacer un experimento con humanos para responder a esas preguntas. Su conejillo de Indias es un joven llamado Lee Jong-su (Ah-in Yoo), un joven de origen campesino que en Seúl trata de ganarse la vida haciendo acarreos y mensajería mientras aspira a convertirse en escritor, algo que parece más deseo que realidad. De casualidad reencuentra a una chica de su propio pueblo, Shin Hae-mi (Jong-seo Jun), que trabaja como impulsadora de ventas y estudiante de pantomima. Ambos son pobres, tienen muchos sueños y un pasado común: terminarán acercándose físicamente, una experiencia que parece marcarlo más a él que a ella. Para Lee Jong-su su aparición es un inesperado rayo de sol.

Shin Hae-mi se va de viaje y cuando regresa empieza otra película. Si hasta ese momento hemos asistido a un drama sobre un hombre con serias carencias afectivas paternas y maternas, y que encuentra en una mujer un bálsamo, un oasis y una ilusión, al volver a verla algo ha cambiado: ella conoció en su viaje a otro hombre, llamado Ben (Steven Yeun) y con él regresa. Es muy duro para cualquier hombre ver a una mujer, que es objeto de su deseo, atraída por un rival que se ve más fuerte y seguro de sí mismo. Sentimentalmente es una catástrofe.

Burning (Beoning, 2018)

La decepción de Lee Jong-su al ir a recoger a Hae-mi al aeropuerto es enorme, tanto como esa sensación urente que lo invade: eso que siente son los celos, los viejos y conocidos celos. Y ese sentimiento se irá haciendo mayor a medida que descubre que Ben es el sueño de cualquier mujer: adinerado, apuesto, interesante, mundano, un playboy de ley. Lee Jong-su no se explica porque le interesa una mujer hermosa, pero tan sencilla, como Hae-mi. Ella está obnubilada y no se hace esas preguntas: no las necesita.

Hay un momento en la película cuando los tres están cenando en la parte de afuera de la casa paterna de Lee Jong-su. En un momento ambos hombres quedan solos y es tal la impotencia que siente el protagonista frente a su rival, que se sincera frente a él y le confiesa, casi como un ruego, lo que siente por Shin Hae-mi, buscando un gesto de magnanimidad de parte de Ben. Ha reconocido su derrota, pero espera piedad. Es un instante muy doloroso, entre dos seres muy desiguales: uno simple y otro sofisticado, uno pueblerino, otro citadino, uno que tiene que ganarse la vida, el otro un “nuevo rico”. Ustedes supondrán la actitud de Ben en ese instante.

Burning (Beoning, 2018)

Burning tiene un nuevo giro argumental en su último tercio y la película pasa a volverse un thriller donde ahora la incertidumbre es la que domina a Lee Jong-su –la película tiene exclusivamente su punto de vista- quemándolo por dentro. No sabe lo que ocurre, pero está lleno de sospechas que no es capaz de confirmar. Además no es un hombre culto que sea capaz de hacer una investigación sistemática sobre lo que le preocupa y eso el director Lee Chang-dong no lo traiciona. El comportamiento del joven se vuelve obsesivo y paranoico, incapaz de entender lo que ocurre con Shin Hae-mi y con Ben, imposibilitado de saber si sus sospechas son fundadas o no. Este segmento de la película es el más ambiguo –algo huele a La ventana indiscreta (Rear Window, 1954) de Hitchcock- y a la vez el más explosivo y catártico. Todo ardió. Y se quemó.

Burning (Beoning, 2018)

Burning es la libre adaptación de Quemar graneros, un cuento del japonés Haruki Murakami que hace parte de su libro El elefante desaparece. Trasladada la acción a Seúl, los guionistas conservan la narración en primera persona (convirtiéndola en la mirada del protagonista), pero añadiéndole todo un sustrato psicológico (abandono y maltrato infantil) a Lee Jong-su que lo convierte en un ser frágil, cohibido y tremendamente dependiente de afecto. Encontrar a Shin Hae-mi y luego perderla es algo completamente intolerable para él. Su reacción es tan primaria como adolorida frente a una ausencia que representaba para este hombre un futuro menos amargo, una vida más amable que la que llevaba hasta entonces. La película es la descripción exacta de una explosión, la de sus sentimientos. Lo entiendo: las ilusiones arden más que la gasolina.

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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