El viejo y el gato: Harry and Tonto, de Paul Mazursky
Actor, guionista, productor y director, el neoyorquino Paul Mazursky falleció el 30 de junio de 2014 a los 84 años, dejando una trayectoria que tuvo sus mejores momentos en los años setenta. “Él fue nuestro Fellini americano. Lo echaré muchísimo de menos”, escribió Mel Brooks en su cuenta de Twitter, al enterarse de la muerte de su colega.
El elogio de Mel Brooks no es gratuito. Mazursky tuvo en el cine italiano a algunos de sus inspiradores, empezando por Federico Fellini. “Eran los años cincuenta en Greenwich Village. Había un teatro de cine arte llamado East Street Playhouse donde vi un poster que decía I Vitelloni de Federico Fellini. Nunca había oído hablar de él pero entré. Y cuando salí estaba aturdido, casi con dificultad para respirar. Estaba terriblemente conmovido y también me divirtió. Esa mezcla de humor y poder me agarró y pensé ‘Vaya, me gustaría ser capaz de hacer eso.’ Hasta entonces había sido un actor. Tenía 23, 24 años y nunca había pensado de dirigir una película. Estaba empeñado en hacer teatro. Pero eso es lo que me orientó hacia el cine”, recordaba Mazursky.
Debutaría como director con una arriesgada sátira social y sexual llamada Bob & Carol & Ted & Alice (1969) que tuvo gran resonancia. Para su segunda cinta, Alex In Wonderland (1970) sobre un director de cine que no sabe qué película dirigir luego de haber tenido un enorme éxito, Mazursky claramente se estaba inspirando en 8½ (1963) de Fellini y se le ocurrió incluirlo en el largometraje. No lo conocía, pero se atrevió a enviarle un telegrama invitándolo a ser parte de su filme. Fellini le respondió diciéndole “No sé quién eres y por ciento, yo no soy actor, soy director. P.D.: si alguna vez vienes a Roma, llámame”. Mazursky tomó el primer vuelo de Los Ángeles a Italia y al llegar a Roma lo llamó. “Sucede que estoy en Roma”, le dijo. Se hicieron amigos cercanos y obviamente Fellini accedió a aparecer en Alex In Wonderland.
Las críticas fueron implacables con esa cinta. Josh Greenfeld, periodista de la revista Look, fue a entrevistar a Mazursky a propósito de Alex. Ambos se conocían del Brookyln College, al que habían asistido paralelamente. La conversación derivó hacia otros temas y de repente Mazursky le preguntó “¿Alguna vez has pensado lo que sería tener setenta años?” Empezaron a discutir sobre el asunto y el director le confesó que le gustaría escribir la historia de un anciano que se queda solo, únicamente acompañado de su gato. Le inspiraba el recuerdo de su madre y su gato llamado Tonto, al que sacaba a pasear con una correa por Greenwich Village. Empezaron director y periodista a pensar en la posibilidad de hacer un guion a partir de esa idea.
Pero Mazursky estaba hastiado de Hollywood y del cine tras su fracaso artístico y partió para Roma donde tenía a Federico Fellini. Allí siguió –con la continua colaboración a la distancia de Josh Greenfeld- escribiendo el guion de esa película que acabaría llamándose Harry and Tonto. En Roma tuvo un encuentro definitivo para ese filme. La anécdota la trae Sam Wasson en su libro Paul on Mazursky: nuestro decepcionado realizador asistió alguna noche a la fiesta de cumpleaños de Emi De Sica, hija del famoso director italiano del neorrealismo, Vittorio De Sica, autor –por solo mencionar una película- de Ladrón de bicicletas (Ladri di biciclette, 1948). Mazursky conoció esa noche a De Sica y este le preguntó en que estaba trabajando.
– “Estoy haciendo una película sobre un anciano y un gato”, le respondió.
-“¿Sabes que hice una película sobre un anciano y un perro?”, le preguntó De Sica con algo de sorpresa.
– “Yo sé. Umberto D. Ya te estoy robando”, le dijo Mazursky.
-“¿Te gustaría ver la película de nuevo?”, lo interrogó De Sica.
Fueron al sótano de la casa, donde el director tenía una copia en 16 mm y la proyectó para él. Al final Mazursky lloraba de la emoción.
-“Creo que voy a robar más de ti”, le dijo.
– “Toma lo que quieras”, le respondió De Sica.
Tras un tiempo de pausa y de reflexión creativa en Roma, Mazursky regresa a Estados Unidos y termina el guion junto a Greenfeld. Pese a un interés inicial de Warner Brothers Harry and Tonto empieza a dar tumbos de estudio en estudio encontrando solo respuestas negativas. Tantas que incluso Mazursky dirige otro filme –Blume in Love (1973)- mientras intenta conseguir la financiación para su proyecto. Por fin encuentra eco en Alan Ladd, Jr. un ejecutivo senior de la Fox que le ofreció un millón de dólares para rodar el largometraje. Paul Mazursky aceptó encantado.
Ahora llegarían las negativas de los actores a los que les propuso el papel principal: ni James Cagney, ni Danny Kaye, ni Cary Grant aceptaron. La Fox presionaba por una gran estrella como Laurence Olivier o Frank Sinatra, pero en vez de eso Mazursky pensó en un actor que se había hecho muy popular por una comedia televisiva que se exhibió a mediados de los años cincuenta, llamada The Honeymooners, protagonizada por Jackie Gleason. El mejor amigo de Gleason en ese seriado era interpretado por un actor llamado Art Carney, quien también había tenido éxito en Broadway actuando en The Rope Dancers. Sin embargo el nombre y el prestigio de Carney era ante todo el de un actor de la televisión que había ganado cinco premios Emmy a lo largo de su trayectoria y que venía de una seguidilla de problemas personales con el alcohol y las drogas, y que sufrió un colapso nervioso cuando sus adicciones obligaron a su esposa a divorciarse de él.
Cuando Mazursky le propuso el rol de Harry, Carney solo tenía 55 años. No le parecía que pudiera encajar en el papel de un hombre dos décadas mayor, pero necesitaba un trabajo como este para enderezar su rumbo. A la Fox la opción de utilizarlo les gustaba, pues si la cinta no funcionaba en los cines podrían usarla en televisión, donde el reconocimiento de Carney era enorme. Al actor le encanecieron el pelo, se dejó crecer el bigote, utilizó el audífono que jamás quiso que su público supiera que usaba y dejó de disimular la cojera que le dejó una metralla que se le alojó en una pierna durante la Batalla de Normandía. “No lo dirigí, simplemente lo puse ahí”, explicaba Mazursky al hablar de un actor que le dio lo que necesitaba y lo que el guion pedía.
Harry and Tonto trata sobre lo que nos da la vejez y lo que nos quita. Hay satisfacción con lo logrado, lo vivido y lo aprendido, pero sin duda hay una gran nostalgia por lo que se fue ya. Nos muestra lo difícil que es para un adulto mayor adaptarse a los cambios, lo complejo que es desprenderse de rutinas y cosas ya probadas, y lanzarse a aventuras inesperadas. Puede que en sus orígenes este presente el espíritu de Umberto D. (1952) pero Mazursky no buscaba la denuncia ni la tragedia, lo suyo es la exposición, el relato puro de un hombre con su vida a cuestas y sin un plan preciso de qué hacer en los años que le quedan. Tendrá que descubrirlo por sí mismo.
En la inmediatez de su estructura formal, el filme está muy relacionado al estilo improvisado de John Cassavetes. “Harry and Tonto es hermosa para mí porque no tiene trucos. En otras palabras, no hay montaje elaborado, no hay cámara lenta, no hay sonidos de ecos. Esos son trucos. No hubo tiempo para eso. Hicimos tomas directas. Ese es mi estilo”, explicaba Paul Mazursky. Por eso la película luce tan auténtica, tan sincera. Algunos de los extras miran desprevenidamente a la cámara, estamos seguros que otras personas que ahí aparecen ni siquiera se dieron cuenta que estaban siendo filmadas.
Con su formato episódico de road movie, Mazursky se anticipa al cine de Alexander Payne; sin duda el autor de Las confesiones del Sr. Schmidt (About Schmidt, 2002) y de Nebraska (2013) tiene más de una deuda con este filme, que a su vez está en las raíces de las que surgió Estamos todos bien (Stanno tutti bene, 1990) de Tornatore y Una historia sencilla (The Straight Story, 1999) de Lynch. Harry –acompañado de su gato- visita a sus tres hijos, dispersos por la geografía de Estados Unidos pero no busca instalarse con ellos, quizá trata de ver qué modelo de vida están llevando y tomar cosas de lo que ve para instalarse por su propia cuenta. Harry también se relaciona con varios jóvenes, una generación completamente desorientada que, como él, no parece tener un lugar en el mundo.
Harry and Tonto no es un canto fúnebre –aunque la muerte está permanentemente presente- ni tampoco es una comedia de situaciones. Es una sensible mirada a un hombre con su dignidad y sus valores íntegros, que aún no quiere que otros decidan por él, así muchas veces se equivoque. Al no ridiculizar a Harry y ponerse de su lado, Mazursky logró captar la simpatía de miles de hombres y mujeres que se veían enteramente reflejados en Harry. ¿Y Tonto? La película nunca olvida que está frente a un gato, con la libertad y el desparpajo que eso implica, no frente a una simpática atracción circense.
Cuando a principios de 1975 se anunciaron las candidaturas al premio Óscar al mejor actor, Art Carney estaba en ese grupo. Pocas veces tuvo un año a nominados de tan alto perfil, se trataba de un auténtico “quinteto de la muerte”: Albert Finney, Al Pacino, Dustin Hoffman, Jack Nicholson y Carney. Y en la noche del 8 de abril de ese año, Art Carney ganó el Premio Óscar derrotando a semejantes contendores. Fue ovacionado ante un auditorio de pie y recibió el galardón de manos de Glenda Jackson. Carney agradeció a Mazursky y a Josh Greenfeld “por esa gema de guion” y a su agente que le aconsejó diciéndole simplemente “Hazlo. Tu eres viejo”. Art Carney se sintió renacer y a partir de ahí recibió papeles tan interesantes como los de The Late Show (1977) de Robert Benton o Going in Style (1979) de Martin Brest. Fallecería a los 85 años a finales de 2003.
Paul Mazursky dirigió en total 15 largometrajes, él mismo estuvo 5 veces nominado al Óscar, pero la única película suya que obtuvo uno de esos dorados galardones fue Harry and Tonto. Una historia simple, pero inolvidable.
Publicado en el suplemento “Generación” del periódico El Colombiano (Medellín, 20/07/14). Págs. 4-5
©El Colombiano, 2014