Ella baila sola: Priscilla, de Sofia Coppola

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Una biopic sobre Priscilla Presley se antoja de entrada un material ideal para el estilo de Sofia Coppola, y más si la fuente es la autobiografía de esta celebridad, Elvis and Me, publicada en 1985. Hasta ahora todo bien. Pero que la propia Priscilla haya sido una de las productoras del filme encierra a Sofia Coppola dentro de una jaula muy parecida a aquella donde está encerrada el personaje protagónico de Priscilla (2023): tiene todo lo que necesita, pero debe cumplir unas reglas precisas y  no puede escapar. Por más que Priscilla Presley no se haya aparecido por el plató durante el rodaje es innegable que ella no iba a permitir que la película arrojara una sombra sobre su propia vida o que se tomara libertades narrativas propias de la creatividad de Sofia. La película tácitamente debía contar con el visto bueno de Priscilla Presley. Y esa versión es la que vemos. Si la directora pretendía originalmente hacer algo diferente con la autobiografía nunca lo sabremos.

Priscilla (2023)

¿Entonces qué es lo que tenemos enfrente? Para empezar, una película estéticamente muy femenina, reflejando el sentir adolescente de finales de los años cincuenta y principios de los años sesenta. Sofia Coppola disfruta mostrándonos toda la parafernalia que rodeaba a las chicas de la época en cuanto a maquillaje, peinado, vestuario, aderezos, perfumes y decoración. Eso lo hace con gran  fruición y enorme detalle, no es algo superfluo para ella: es parte fundamental de lo que implica ser mujer y joven. Además es su marca como directora. Su mirada como autora ha estado siempre en el centro del debate entre estilo y sustancia, pero para ella es imposible separarlos. Su cine es la representación viva de una casa de muñecas, un ambiente perfectamente controlado y hermosamente dispuesto para nuestro disfrute (según nos guste su estilo o no).

Priscilla (2023)

En esa casa de muñecas llamada Graceland habita una muy joven y solitaria Priscilla, que tiene al hombre con la que todas las chicas de Estado Unidos sueñan, pero que paradójicamente se niega a tener sexo con ella en las pocas ocasiones que va a su hogar, pues siempre anda de tour o en algún rodaje en el que invariablemente se la vincula románticamente con la coprotagonista de turno.  Priscilla (interpretada por Cailee Spaeny, quien ganó la Copa Volpi a mejor actriz en Venecia por este rol), lee estoica esas noticias en la revistas, asiste a clases para terminar la secundaria y se aburre enormemente en la soledad e inmensidad de la mansión, en la que debe estar a toda hora lista y dispuesta para recibir a Elvis (Jacob Elordi), que se porta como un mafioso local cuando llega en la ruidosa compañía de sus compañeros de gira. En la intimidad él es frio, distante y egoísta: no la deja ser un objeto de deseo para él mismo, no la deja trabajar ni hacer una carrera. Debe dedicarse devota a ser la mujer que él idealiza. La que debe soportar sus arrebatos seudoespirituales, sus pataletas y cambios de humor, la que ve las consecuencias de todas las drogas que toma (y que le hace tomar) y la que se hace la vista gorda ante los deslices –nada supuestos- de su futuro marido.

Priscilla (2023)

No debía ser fácil que una mujer de los años sesenta expresara sus necesidades sexuales a su pareja, pero Priscilla lo hace. Se le entrega y él la rechaza hasta el momento en que se casan. Rápidamente queda en embarazo pero nada cambia para ella, a toda hora ignorada, estorbando, al vaivén de los caprichos de su marido.  Sin vida propia, bailando sola, sin música y en silencio. Hay una escena, estando ya con muchos meses de embarazo, en la que Elvis la llama a una de las  habitaciones de la mansión y le dice que necesita un tiempo, que deben separarse. Ella da media vuelta y dice que acepta, sin pensar en nada más, harta de todo. Elvis le grita que vuelva, que no era cierto lo que le decía. Pero ya los desplantes se están acumulando hasta que un día ella no pueda más.

Priscilla (2023)

El punto de Priscilla es la valentía de una mujer –de la que nada sabemos porque su voluntad y pensamientos estaban a cargo de su famoso marido-   de dejar ese mundo aparentemente perfecto atrás, un mundo idealizado pero desquebrajado, y lanzarse al vacío, absolutamente sola pero segura de que esa era la mejor decisión. Necesitaba –literalmente- escuchar su propia música.  

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.   

           

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