Solos y en la oscuridad: El eclipse, de Michelangelo Antonioni

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En el prólogo a Sei film, publicado por Einaudi en 1964, escribe Michelangelo Antonioni sobre un evento que atestiguó tres años antes: “En Florencia para ver y rodar el eclipse de sol. Repentino frío. Silencio distinto de todos los demás silencios. Luz térrea, distinta de todas las demás luces. Y luego oscuridad. Inmovilidad completa. En lo único que consigo pensar es en que durante el eclipse probablemente se detienen hasta los sentimientos”. Estaba preparando su película y esa idea fue una de las que ayudó a gestar este filme, estrenado el 12 de abril, de 1962 en Milán.

El guion de este filme lo escribió Antonioni junto a Tonino Guerra. Era la tercera película que hacían juntos, luego de La aventura (L’avventura, 1960) y La noche (La notte, 1961), conformando así una trilogía de la incomunicación, del aislamiento y la alienación, que complementaría luego El desierto rojo (Il deserto rosso, 1964). Antonioni antes del rodaje le confesó a un periodista de la revista Combat que El eclipse “Es el film  en el que asumiré los máximos riesgos; después de él , o habré ganado la partida por mucho tiempo, o estaré definitivamente arruinado como autor y como cineasta” (1).

Esas manos...

Esas manos…

El eclipse abre con una famosa secuencia que a la vez es una conclusión. Tras discutir toda la noche, una pareja –Riccardo y Vittoria- ven que llega el amanecer y con él, el fin de su vida en común. Uno podría resumir el cine de Antonioni en esa escena inicial en casa de Riccardo. Solo por unos planos generales sabemos que están juntos, pues bien podría cada uno estar en un sitio diferente, tal es el grado de aislamiento, soledad y rechazo que sienten. Ya no hay nada que agregar, no hay más que decir, solo queda frustración y desesperanza en sus rostros.

Esa pareja se ha disuelto en uno de los apartamentos del complejo habitacional EUR (Esposizione Universale di Roma), con su arquitectura fascista, con sus grandes lotes baldíos, con su extraña geografía urbana que parece deshabitada: marco perfecto para ese adiós. Como lo expresa Marcello Simeone en La visión arquitectónica de Michelangelo Antonioni, ” En El eclipse, Antonioni transforma el EUR en un telón de fondo de ciencia ficción para la angustia existencial de Vittoria (Mónica Vitti), una joven traductora burguesa. Durante gran parte de la película, Vittoria deambula por el EUR desconcertada por sus residentes apáticos y su diseño arquitectónico insípido y modernista. Es como si ella estuviera viviendo en un planeta alienígena opuesto al sentimiento humano” (2).

El eclipse (L’eclisse, 1962)

Vittoria caerá en otros brazos mientras ve como algunos –incluida su madre- se entregan a la fe del dinero que fácil llega y se va en la bolsa de valores. No tienen a que más aferrarse, había miedo, era la guerra fría, era un desesperado sálvese quien pueda existencial y económico. A Vittoria nadie la escucha, nadie la mira, ella sabe que no será feliz con ese hombre -Piero- que ahora la abraza y la besa. Las miradas discordantes de ambos lo revelan. No se encuentran, están a ciegas, en realidad.

Alain Delon interpreta a Piero, un apuesto corredor de bolsa incapaz de quedarse quieto. Quizá si lo hace note el enorme vacío por el que deambula. Por fortuna para él, el ruido de fondo de la bolsa de valores es lo suficientemente estrepitoso e implacable como para permitirle detenerse. Antonioni no pudo haber encontrado un mejor símbolo de la deshumanización que ese recinto de la bolsa con sus especuladores, con sus tiburones, con sus víctimas. “No entiendo si es un oficina, un mercado o un cuadrilátero de boxeo”, dice Vittoria para referirse a ese lugar. La palabra compasión no se pronuncia ahí. Un minuto de silencio por un colega fallecido no son 60 segundos de reflexión, sino un grito de tensión ahogado que se libera cuando una alarma indica que ya han transcurrido. No hay humanos allí, hay fieras tragándose una a la otra.

El eclipse (L’eclisse, 1962)

Es Piero quien se prenda de Vittoria, como quien busca incluirla dentro de su lista de conquistas. Durante cuatro días lo acompañaremos a él -y a ella- en el inicio de una relación que ambos saben que no tiene futuro. -“Es como si estuviera en el extranjero”, dice él mientras observa el paisaje suburbano de su ciudad desde una colina. -“Es curioso. Es lo que siento yo a tu lado”, le responde ella. Vittoria está como insomne por haber roto con Riccardo, vaciada de sentido. Piero no la ve, no la toca más allá de su cuerpo, las razones y el aturdimiento afectivo de esta mujer no le importan. Solo quiere poseerla y lo logra. Que en dos ocasiones se besen a través de vidrios es signo de una distancia insalvable entre sus seres. Puede que sus promesas indiquen que habrá nuevos encuentros, pero al despedirse entenderemos que cada uno supo por fin que no tiene sentido estar juntos.

“Ninguno de los dos acudirá a la cita esa noche. En ausencia de los protagonistas, el realizador filma el lugar del encuentro frustrado; sugiere la ausencia de las personas a través de las cosas inanimadas. Los encuadres se suceden según cadencias lírico-musicales” (3). La última secuencia de El eclipse es un montaje de los sitios que hemos recorrido previamente con Piero y Vittoria: calles, andenes, esquinas, un bidón de agua con objetos que ella arrojó ahí, otras personas que ahora ocupan  esos lugares, luces que se encienden, la tarde que cae, la soledad omnipresente. No hay palabras en esa secuencia. ¿Para qué? Si ya no hay nada más que decir.

Referencias:
1. Aldo Tassone, Los films de Michelangelo Antonioni: un poeta de la visión, Oroso, Fluir Ediciones, 2005, p. 140
2. Marcello Simenone, The Architectural Vision of Michelangelo Antonioni – The Eclipse (1962), dvisible magazine, disponible online en: http://www.marcellosimeone.com/blog/the-architectural-vision-of-michelangelo-antonioni-the-eclipse-1962.html
3. Aldo Tassone, Op Cit., p. 138

Publicado originalmente en el periódico El Tiempo (Bogotá, 12/04/12). Pág. 20
©Casa Editorial El Tiempo, 2012

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

Eclipse poster

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