La otra Sissi: La emperatriz rebelde, de Marie Kreutzer

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Las películas que Romy Schneider hizo entre 1955 y 1957, en las que encarnó a la emperatriz Elisabeth de Austria, dirigidas y escritas por Ernst Marischka, encasillaron a su protagonista, que fue “Sissi emperatriz” hasta que logró por sus méritos artísticos salirse de esa zona de confort y sacudirse de esa imagen edulcorada que estuvo por asfixiarla. Sin embargo, el mito romántico de la hermosa monarca sonriente y picara –con el rostro juvenil de Romy- se quedó instalado de manera inamovible en la memoria colectiva no solo cinéfila, sino histórica y turística de Viena, convirtiendo a este personaje en un cliché. Dos mini series estrenadas en streaming reavivaron e intentaron hacer más tridimensional su leyenda, Sisi (2021) estelarizada por Dominique Devenport, y La emperatriz (The Empress, 2022), en la que Devrim Lingnau dio vida a la protagonista. Sin embargo faltaba darle vuelta al mito, faltaba la mirada humanística y feminista de la directora y guionista Marie Kreutzer y por eso existe La emperatriz rebelde (Corsage, 2022), una biopic totalmente libérrima de Sissi.

Corsage (2022)

El 23 de diciembre de 1877, Elisabeth cumplió 40 años. No es una edad cualquiera: alcanzaba el promedio de la esperanza de vida de una mujer de aquella época. Ya a partir de ese momento era prácticamente una anciana que ya le había dado tres hijos a su esposo, el emperador de Austria Francisco José, y servía de representante decorativa de la casa monárquica. Nada más. Pero esta mujer tiene unos anhelos y unos deseos que no parecen ir acordes a los que se esperan de una emperatriz: los protocolos inherentes a su posición la amarran con más fortaleza que el rígido corsé que debe lucir diariamente, y ella se niega internamente a dejarse encasillar y a permitir que la humillen con comentarios sobre su peso, su palidez o su juventud desvaneciente. No quiere ser prisionera de un título nobiliario, quiere ser libre, feliz y estar satisfecha consigo misma, con su cuerpo, con su sexualidad viva. No es una casualidad si suena parecido a la insatisfacción de Diana de Gales, es simplemente la constatación de que desde siempre el reinado es una cárcel voluntaria, una jaula con barrotes de oro que no todas las mujeres (y algunos hombres) no desean asumir y se dan cuenta cuando ya es demasiado tarde.

Corsage (2022)

La película –que sigue a la protagonista durante un año de su vida- es una crónica divertida y pícara sobre su ennui y las variadas formas de escapismo que ella utiliza para sobrellevarlo, contando con la anuencia de su esposo, al parecer acostumbrado al temperamento rebelde e indomable de su mujer, que a veces la pone en situaciones donde se duda de su cordura o –lo que sería incluso peor – de su honra. Quizá podría tolerarse que Elisabeth estuviera loca, pero no que le fuera infiel a su esposo con su instructor de equitación. Para encarnar a este espíritu libre, la directora Kreutzer contó con una intérprete ideal: la actriz luxemburguesa Vicky Krieps, que incluye entre sus pergaminos artísticos el valioso hecho de ser poliglota. Es ella quien nos mira con sus ojos embriagados, deseosos, sorprendidos, aburridos, decepcionados, indómitos, torturados, tristes, llorosos… como sea, menos serenos. Ella tenía que expresarse clara y fuertemente, debía hacerlo so pena de desaparecer como un espectro del que nadie iba a acordarse en poco tiempo.

Corsage (2022)

La emperatriz rebelde hace uso de unos anacronismos totalmente voluntarios en la puesta en escena, en el modernismo indudable de algunos decorados, en la música incidental que repentinamente suena a Kris Kristofferson y a los Rolling Stones; y en ciertos gestos que una monarca no haría jamás en público. Más que un guiño a la María Antonieta (Marie Antoinette, 2006) de Sofia Coppola, lo que pretende la directora Marie Kreutzer es trazar un paralelismo entre la vida de Elisabeth y la de muchas mujeres de este siglo que siguen presas de una relación tóxica, de un cargo asfixiante, de un acoso crónico, de unas obligaciones maternales opresoras, de una mala pareja sexual, de unas ventanas cerradas que no les permiten volar. Es a esas mujeres a las que esta película les está hablando de frente. Es a ellas a las que La emperatriz rebelde está dedicada.

Corsage (2022)

La directora supone para Elisabeth un destino extremo que es consecuente con la época en la que ella vivió, con las normas que no estaba dispuesta a aceptar y con la tragedia que representaba ser una figura pública sometida al escrutinio permanente de propios y extraños. La buena noticia es que las mujeres que vean La emperatriz rebelde y se sientan identificadas con esta emperatriz, no tienen que recurrir a salidas de ese tipo (así lo piensen) para romper sus propias cadenas. Esta película es el primer paso, es la toma de consciencia, necesaria para -a partir de aquí- repensarse y obrar en consecuencia. Eso le da un adjetivo que enriquece a este filme. Eso lo convierte en indispensable.

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A. – Instagram: @tiempodecine

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