Crímenes y seres imperfectos; La decisión de partir, de Park Chan-wook

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Un film noir contemporáneo dirigido por el maestro coreano Park Chan-wook tenía que ser provocativo y La decisión de partir (Heojil kyolshim, 2022) lo es. Como sus antecesores en el género negro, el director ha creado un filme donde el sentido y la lógica argumental pasan a un segundo plano, en favor de una atmosfera criminal llena de un aura fatalista que todo lo envuelve, incluyendo –por supuesto- a los protagonistas de esta historia: un detective atormentado y una bella femme fatale que resuma peligro. A diferencia de las novelas pulp de Raymond Chandler, James M. Cain y Dashiell Hammett, que inspiraron al prototipo del detective hard boiled de los noir del Hollywood clásico, Park estaba pensando para su filme en las novelas protagonizadas por el detective sueco Martin Beck, escritas entre los años sesenta y setenta del siglo XX por Maj Sjöwall y Per Wahlöö, y que mostraban a un personaje más humano y frágil que el duro investigador privado que encarnaron Bogart o Dick Powell en la pantalla de cine.

La decisión de partir (Heojil kyolshim, 2022)

Con eso en mente nos presenta a Jang Hae-joon (Park Hae-il), un detective de la división de homicidios de la policía de Busán. Es un hombre casado, de buenas maneras, responsable con su trabajo, y atormentado, eso sí, pero no por su pasado, sino por los crímenes irresolutos que ha tenido que abandonar, lleno de interrogantes. La decisión de partir es la historia de un nuevo caso, aparentemente una muerte accidental, pero que trae detrás –como siempre- la sombra de una mujer sospechosa, una joven de origen chino llamada Song Seo-rae (Tang Wei). Empieza un juego de gato y ratón, de la fascinación de seguir los pasos y sentirse atraído por una sospechosa, y de estar casi seguros de que es culpable, pero a la vez aspirar a que no lo sea. Uno ve esta película y piensa en Hitchcock como inspirador, en Vértigo (1958) y su obsesiva vigilancia de una mujer, su fijación trágica con la muerte y la reaparición de un personaje que creíamos sepultado; en Para atrapar al ladrón (To Catch a Thief, 1955) y la seducción que emana un supuesto criminal.

La decisión de partir (Heojil kyolshim, 2022)

A esos referentes clásicos, Park opone una gramática narrativa absolutamente contemporánea: el montaje no solo está lleno de elipsis, sino que evade todas las escenas de transición entre secuencias (algunas de las cuales son entre oníricas e imaginadas), que de repente nos caen literalmente encima, sin entender del todo que ha ocurrido: es más, la historia parece haber concluido cuando súbitamente entendemos que falta aún la mitad de un relato al que se le suman capas de complejidad con cada nueva revelación o descubrimiento. Se requiere paciencia y, sobre todo, confianza en la habilidad del director y coguionista para poner juntas todas las piezas de un rompecabezas que solo empieza a tener sentido cuando la película concluye y sentimos que ya no habrá un nuevo giro en esta historia, que en el fondo es un romance melancólico entre dos seres opuestos. “Yo estoy al borde del colapso” -le dice en un momento dado Jang Hae-joon a Song Seo-rae y es fácil entenderlo: su escala de valores profesionales y personales se está desmoronando frente al deseo que le suscita esa mujer.

La decisión de partir (Heojil kyolshim, 2022)

La decisión de partir es un filme de nuestro tiempo y de un país tan tecnificado como Corea del Sur. No podría ser un remake de un viejo noir, porque está apoyado por completo –para que funcione internamente como thriller- en la tecnología digital: el “gran hermano” de las cámaras de vigilancia, los mensajes de texto y las fotos tomadas con el móvil, las grabaciones de audio de los teléfonos y relojes inteligentes, las apps, los videos de YouTube… todo lo que ahora impide la absoluta anonimidad de nuestros actos. Vivimos en un mundo donde parece imposible no dejar alguna huella, ya no biológica sino digital. Como parece casi imposible cometer un crimen y que pase inadvertido, así no haya habido testigos presenciales, el mérito de una película tan bien construida y ejecutada como esta -donde un crimen perfecto o varios parecen haberse cometido- reside en demostrarnos que, pese a toda esa parafernalia tecnológica, a veces lo único que no falla es una corazonada.

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A. – Instagram: @tiempodecine

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