Dirigido por George Clooney

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Poder y traición es el cuarto largometraje dirigido por George Clooney, que parece dispuesto a unirse a otros actores que han pasado al otro extremo de la cámara. Talento le sobra, como veremos en este recuento de sus filmes.

¿Qué tienen en común Marlon Brando, Paul Newman, Jack Nicholson, Al Pacino, Robert De Niro, John Malkovich, Mel Gibson, Jodie Foster, Sean Penn, Ben Affleck y Angelina Jolie, además de ser estrellas de cine? Pues que todos han dirigido por lo menos una película. Algunos actores y actrices quizá por talento, curiosidad, ganas de experimentar o cansados de recibir órdenes, a veces se sientan en la silla del director y exploran ese otro ángulo. Algunos se quedarán ahí ya para siempre como Woody Allen o Clint Eastwood, otros solo lo hacen esporádicamente, o simplemente probaron, jugaron y volvieron al lado en el que más alumbran los reflectores.

George Clooney es un caso que amerita atención. Se trata de un actor muy popular y reconocido, que proyecta una imagen muy cercana y atractiva. De ideas liberales y ganador de un Oscar como actor de reparto, tiene otras seis postulaciones en los rubros de actor principal, guionista… y director. Desde hace diez años viene dirigiendo filmes y son cuatro los que ha realizado hasta el momento.

Puesto que el más reciente de ellos se estrenó recientemente en el país, se antoja oportuno analizar su trayectoria como director. En ella ha tenido un papel crucial su amigo y socio Grant Heslov, con quien formó la compañía Smokehouse. Se conocieron en las clases de actuación de Milton Katselas en los años ochenta y a partir de ahí desarrollaron una perdurable amistad. Heslov ha sido productor y guionista de varios de sus filmes, e incluso fue director de Hombres de mentes (The Men Who Stare at Goats, 2009) donde Clooney actúa.

I.Confesiones de una mente peligrosa (2002) poster

Buscando retarse, para su debut Clooney escogió un tema polémico, la autobiografía de Chuck Barris, publicada en 1984. Barris fue un polémico productor de televisión creador de concursos muy populares entre los años sesenta y setenta del siglo XX, como The Dating Game, The Newlywed Game o The Gong Show. El guion de Confesiones de una mente peligrosa (Confessions of a Dangerous Mind, 2002), fue escrito por Charlie Kaufman, una de las plumas más brillantes del cine norteamericano, y nos describe a un antihéroe paranoide, encerrado en un hotel temiendo por su vida. Su propio relato nos lleva al pasado, a una infancia y una adolescencia inseguras, llenas de curiosidad e insatisfacciones sexuales, que se tradujeron en un hombre ávido de mujeres y proclive a la violencia. Buscando un futuro llega a la naciente televisión y es ahí donde desarrollará su carrera como productor y conductor de programas de televisión, tan populares como de mal gusto. La película recrea con propiedad esa atmósfera manipuladora y frívola, semilla de la insufrible televisión chatarra que vemos hoy en día, y paralelamente da cuenta de la búsqueda afectiva de Barris (interpretado por Sam Rockwell), quien parece ya ha encontrado un amor genuino.

Confesiones de una mente peligrosa toma un giro inesperado cuando Barris –está en su autobiografía- es contactado por la CIA para convertirse en asesino bajo contrato. Lo irónico del asunto es que Barris ha venido siendo analizado para concluir que reúne las condiciones para ser un asesino a sueldo. Es promiscuo, agresivo y hace concursos que explotan y abusan de los participantes y el público: carece de los escrúpulos que le impedirían matar a alguien. Su carrera de espía correrá simultánea a la televisiva.

Tal sarcasmo es el de la película, construida para que celebremos y odiemos a la vez a un hombre sin aparentes atributos, pero que logró un éxito y un reconocimiento enormes, apelando a la capacidad asombrosa de la televisión para vendernos ídolos huecos, llenos solo de aire. Clooney se estrenaba con un filme ambicioso, complejo en su estructura narrativa, oscuro y denso en su propuesta formal, pero sin embargo efectivo a la hora de transmitirnos la desazón vital de un hombre insatisfecho, asqueado de sí mismo.

II.Buenas noches, y buena suerte - poster

Su segundo filme, producido y coescrito por Grant Heslov, es una joya. Desde sus primeras secuencias sabemos que Buenas noches, y buena suerte (Good Night, and Good Luck., 2005) tiene algo valioso que contarnos. Y eso se traduce en peso, valentía, ganas de que sepamos hasta donde es capaz de llegar un hombre con tal de defender su derecho a la libre expresión. Son los años cincuenta, es la cacería de brujas anticomunista en todo su apogeo, es el senador McCarthy contra la prensa y los medios, es la paranoia del posible delatado, es la ansiedad del delator. Es la enorme figura del periodista de la CBS Edward R. Murrow –interpretado acá con toda dignidad por David Strathairn- que desde sus programas de televisión Person to person, y sobre todo See It Now tuvo el valor de encarar a McCarthy, gracias al apoyo incondicional del productor Fred Friendly (Clooney).

La fotografía en blanco y negro –cortesía de Robert Elswit- contribuye a darle más validez a un mundo que conocemos a través de fotos e imágenes televisivas con esos tonos. La película nos arroja allá, al mundo cerrado de las salas de redacción y del estudio de televisión, de los que prácticamente no saldremos nunca. Veremos a Murrow siempre ahí, cigarrillo en una mano, voz grave y mirada tensa, confiado siempre en que tiene la verdad de su lado. Ese es su único seguro contra los ataques virulentos de McCarthy. Murrow también nos advirtió sobre los peligros de una televisión vacía y banalizada, esa que vimos en Confesiones de una mente peligrosa. En ambas batallas tuvo triunfos pírricos, pues la CBS, pese a su respaldo, tuvo que capitular frente a la evidencia de los sondeos de audiencia: el público quería divertirse, no lecciones cívicas.

Si hay algo que hace inolvidable a esta película es la actuación de David Strathairn, pasmosa en su rigor y concentración. Es Murrow de pies a cabeza. Nunca lo vemos en su hogar ni al lado de su familia, siempre está en guardia, preparado para defender lo que cree. Buenas noches, y buena suerte tiene que ser una película muy cercana al corazón demócrata y liberal de Clooney. Las seis nominaciones al premio Oscar se antojan poca recompensa para un filme tan logrado como este.

III.Leatherheads (2008) poster

Jugando sucio (Leatherheads, 2008), conocida en España como Ella es el partido, es la incursión de Clooney en la comedia romántica de situaciones. Los hermanos Coen han aprovechado esa vena cómica y la verdad Clooney se siente a gusto burlándose de él mismo y de su imagen de galán. El amor cuesta caro (Intolerable Cruelty, 2003), de los Coen, tenía el tono de las screwball comedies que hizo Hollywood entre los años treinta y cuarenta del siglo XX, y a ese mismo estilo de humor le apunta Jugando sucio. Las screwball comedies eran un tipo de cintas caracterizadas por un intercambio verbal rápido y por la tensión sexual generada entre una pareja aparentemente en polos opuestos –sociales, laborales, ideológicos- pero que terminará enamorándose al final. En esta comedia, ambientada en 1925 dentro del naciente fútbol americano profesional, Clooney interpreta a un jugador veterano – Dodge Connelly- que ve la posibilidad de sacar al fútbol de la marginalidad y darle un estatus deportivo y económico del que carecía, vinculando a su equipo a un “jugador maravilla” del respetado fútbol universitario que oculta un secreto tras su fama y buen nombre como héroe de guerra, lo que hace recordar a la comedia Hail the Conquering Hero (1944) de Preston Sturges, el rey de la screwball comedy. Entra en escena Lexie Littleton (Renée Zellweger), una reportera que quiere ponerlo en evidencia.

El guion fue escrito por dos redactores de la revista Sports Illustrated, Duncan Brantley y Rick Reilly, que recrean un momento, supongo muy olvidado, en que el fútbol americano era un deporte que de profesional solo tenía el nombre. Jugaban en potreros, los equipos estaban integrados por granjeros, obreros, mineros y comerciantes, y las reglas casi que se improvisaban al amaño de los equipos. El patrocinio y el público eran escasos. La película –inspirada en el contrato que Harold “Red” Grange, proveniente del equipo de la Universidad de Illinois, firmó con los Chicago Bears en 1925- habla de la progresiva conversión del fútbol en el negocio que hoy conocemos. Esa pérdida de la pureza de un deporte se hace en pro de su supervivencia, quizá como único camino que quedaba. Dodge Connelly y Lexie Littleton buscan lo opuesto –él quiere el dinero que le permita seguir jugando, ella la noticia de primera plana que haga caer falsos ídolos- y por eso mismo terminarán por encontrarse el uno al otro, como en toda comedia romántica que se respete. Jugando sucio es un divertimento leve, pero nunca desprovisto de interés, así sea solo por conocer los orígenes del fútbol como espectáculo masivo.

                                                        IV.Poder y traición (The Ides of March) poster

Stephen (Ryan Gosling) no es un mal hombre. Cree en los ideales democráticos de su país y está absolutamente seguro que el candidato que está ayudando a elegir –desde la jefatura de prensa- será un gran presidente. Toda su vida gira en torno a esa campaña electoral, pone en ello su juventud, su inteligencia, su creatividad. Sin embargo está película está construida para darle una bofetada a su idealismo, a mostrarle el verdadero rostro de la política, el rictus sarcástico y maquinador detrás de la sonrisa impecable que promete un futuro mejor, lleno de igualdad y progreso. Es un descenso hacia los infiernos a los que él voluntariamente accede a ir –por despecho, por desilusión, por no tener ya nada que perder- pero la primera víctima es él mismo. Cuando uno compara el Stephen del principio de la película con el hombre taciturno y calculador del final, se da cuenta uno que el cambio ya está completo y que es irreversible. Este hombre ha entrado para siempre e irremediablemente en el círculo de mentiras, secretos, corrupción y silencio (sobre todo eso) con el que se construye una figura pública, una a la que él seguirá apoyando pese a sentirse defraudado, pese a la decepción infinita que lo embarga. Pero ya el idealismo se acabó, ahora sacará frutos del sacrificio de su inocencia. Él sostenía los hilos invisibles del candidato presidencial interpretado por Clooney, ahora Stephen será abiertamente el titiritero maquiavélico en el que jamás quiso convertirse.

George Clooney dirige Poder y traición (The Ides of March, 2011) con la misma sensación de hastío de Stephen. A partir de la obra teatral Farragut North de Beau Willimon, adaptada por él mismo, Clooney y Grant Heslov, se construye una película que más que cínica -ese nunca es su tono- está habitada por una sensación inevitable de derrota de los valores morales. Tienen enfrente la capacidad del poder político para ejercer el mal, para corromper cualquier espíritu por puro que sea. Stephen aprende la lección de la peor forma, pero por lo menos sigue en pie. Poder y traición es la primera película de Clooney ambientada en el presente y que habla de una situación ficticia. Todas las demás se inspiran y recrean sucesos reales del pasado, pero para esta prefirió la fabulación de unos eventos que son más atemorizantes en la medida en que los sabemos posibles.

La historia, la política, la televisión, la fuerza de los intereses comerciales, la lucha de poderes, la ingenuidad hecha trizas, todos esos son temas que George Clooney ha abordado en sus filmes. Su carrera como director no se antoja un capricho, sino una evolución natural de sus inquietudes artísticas y creativas. Bienvenido sea su cine, señor director.

Publicado en el suplemento “Generación” del periódico El Colombiano. Medellín, 17/06/12. Págs. 8-10
©El Colombiano, 2012

George Clooney tras la lente

George Clooney tras la lente

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