La sombra de una duda: Chloe, de Atom Egoyan

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Chloe (2009) es la más reciente producción del interesante director armenio-canadiense Atom Egoyan, recordado por filmes como Exótica y El dulce porvenir, y que en esta ocasión realiza un remake de una película francesa reciente, Nathalie (2003), protagonizada por Gérard Depardieu, Fanny Ardant y Emmanuelle Béart. En la versión de Egoyan, sus papeles son retomados respectivamente por Liam Neeson, Julianne Moore y Amanda Seyfried, en un rol que implica un cambio de registro al de los papeles habitualmente “blancos” de esta joven actriz.

La duda es la que da inicio a este drama, en el que una exitosa ginecóloga, Catherine (Moore) sospecha que su esposo la está engañando. Para comprobarlo, consigue una carnada humana, una prostituta de alto nivel, Chloe (Seyfried), que asumiendo el papel de una universitaria va a seducirlo y si él sigue el juego, reportar a Catherine los pormenores de su aventura. En la desconfianza que mina la relación entre la pareja protagónica hay ecos distantes del Hitchcock de Suspicion y La sombra de una duda; pero además en el prólogo de esta película hay un monólogo en el que Chloe nos dice algo clave “En mi rubro es tan importante describir lo que hago como hacer lo que hago. Cuando decir qué. Qué palabras escoger”. Y es clave, pues posteriormente veremos que Egoyan hace uso de un recurso narrativo que Hitchcock desestima y que utilizó sin éxito en Pánico en la escena: hacer que la cámara mienta. Lastimosamente no puedo ahondar más en el concepto, pues tendría que revelar aspectos argumentales decisivos.

La película parte de una trampa, pero quizá haya más de una reservada (incluida alguna para el espectador), pues a medida que el drama se hace más sórdido empiezan a aflorar las verdaderas intenciones de un personaje que supo aprovechar la fragilidad de una mujer que, como Catherine, afronta una etapa de su vida en la que su matrimonio ya acusa “fatiga del metal”. En su parte final Chloe nos conduce por los terrenos de la psicopatía –más afines a Polanski- para culminar en clave de thriller con menos impulso y claridad que el que auguraba su premisa inicial.

Pese a sus intenciones comerciales, Chloe tiene la marca del cine de Egoyan. Hay celos, soledad, obsesión: la compleja mecánica del afecto que nunca acabaremos de entender.

Publicado en el periódico El Tiempo (Bogotá, 03/02/11). Pág. 16
©Casa Editorial El Tiempo, 2011

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