Un poco de justicia poética: Muerte misteriosa, de Taylor Sheridan

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Taylor Sheridan, nacido en 1970, ha demostrado su talento en varios campos. Se ha desempeñado exitosamente como actor, sobre todo en series de televisión; como guionista fue nominado al Oscar por Sin nada que perder (Hell or High Water, 2016) y previamente había escrito el guion de Tierra de nadie: Sicario (Sicario, 2015), y ahora como director y escritor de Muerte misteriosa (Wind River, 2017), obtuvo en Cannes el galardón al mejor director en la sección competitiva “Una cierta mirada”.

Muerte misteriosa es apenas su segunda película como realizador –en 2011 dirigió una película de terror de bajo presupuesto llamada Vile– pero Sheridan demuestra un oficio y un olfato para la construcción de historias que no concuerdan con su corta experiencia. En este caso va a contarnos un thriller, basado en hechos reales, sobre el posible asesinato de una joven perteneciente a una etnia nativa americana, crimen ocurrido dentro de una reserva india en Wyoming, Estados Unidos.

Muerte misteriosa (Wind River, 2017)

Se trata de una relato muy bien narrado con un protagonista, Cory Lambert (Jeremy Renner), que trabaja para la agencia de protección de la vida salvaje (U.S. Fish and Wildlife Service) como cazador de los depredadores que perjudican a los rebaños locales. Es entonces un hombre habituado a seguir huellas y pistas en la nieve, y sobre todo, a interpretarlas. Cuando el cadáver de una joven es encontrado a cielo abierto en un paraje remoto, Cory pondrá su conocimiento para ayudar a resolver el caso, sobre todo porque el FBI envía a una joven novata, Jane Banner (Elizabeth Olsen), sin ninguna experiencia en este tipo de asesinatos y más aún en una tierra tan agreste como esta, en medio de una comunidad nativa no solo adolorida, sino desconfiada de ella y lo que representa.

Ese dúo del experto empírico y la novata del FBI unidos para capturar a un criminal, recuerda al de El silencio de los inocentes (The Silence of the Lambs, 1991) entre Hannibal Lecter y Clarice Starling, pero sin el toque de maldad de este último filme. En Muerte misteriosa van a trabajar muy cercanos y en un filme más condescendiente y convencional terminarían teniendo un romance, pero Taylor Sheridan delinea a Cory como un personaje muy adolorido, arrastrando el peso de un drama personal que parece estar repitiéndose ante sus ojos. La crítica al abandono gubernamental de los territorios nativos es además permanente, dando bochornoso motivo para el sarcasmo y la ironía de los personajes.

Muerte misteriosa (Wind River, 2017)

Aunque todo apunta a que el filme está estructurado como un whodunit para resolver el misterio del crimen, Taylor Sheridan decide contarnos lo sucedido en un flashback que repentinamente le revela al espectador lo ocurrido. Realmente lo que a él le interesa no es tanto la resolución del rompecabezas, sino la persecución de uno de los culpables, la cacería que Cory va a hacer y la justicia poética que va a aplicar. Cory es un hombre de la región, ha crecido entre los indios y desconfía de las leyes y la justicia de los blancos.

La lección que le da al culpable dice mucho de su forma de pensar y obrar. Y de la manera en que se vive en esos territorios, donde no hay buena o mala suerte, sino fuerza para sobrevivir o debilidad para ser un víctima.

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