Un héroe de verdad: Sully, de Clint Eastwood

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Todos probablemente recordamos la noticia: en la tarde del 15 de enero de 2009 un avión comercial con 155 personas a bordo que salió del aeropuerto de La Guardia en Nueva York tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en el río Hudson minutos después de despegar, cuando ambos motores fallaron tras impactar con una bandada de gansos. Todos los pasajeros sobrevivieron.

El capitán de la nave, Chesley “Sully” Sullenberger, y el primer oficial Jeffrey Skiles, lograron un acuatizaje milagroso. Las imágenes de los pasajeros de pie sobre las alas de la nave esperando ser rescatados son icónicas. Este es el material que Clint Eastwood escogió para su película Sully (2016), pero no piensen por eso que estamos ante un filme sobre un incidente aéreo. Aunque los eventos son recreados en su dramática dimensión, Eastwood no pretende sacar partido de ellos. Este veterano realizador opta mejor por el aspecto humano, por destacar la figura del capitán (magníficamente interpretado por Tom Hanks), un hombre que tuvo apenas minutos para tomar una decisión que fue la diferencia entre sobrevivir y morir.

Sully (2016)

La mayoría de los hechos que este filme nos muestra tienen que ver con lo ocurrido después del amarizaje, cuando los pilotos tuvieron que afrontar un juicio antes las autoridades aeronáuticas que interpretaron como temeraria la maniobra que realizaron, criticando que no se hubiese intentado aterrizar en una pista cercana. Paradójicamente se estaba juzgando como error humano un acto donde nadie murió. Esto le interesa a Eastwood: explorar las dudas de su personaje, preguntarse junto a él si hizo lo correcto, si quizá no expuso a los pasajeros a un peligro mayor. Las simulaciones del vuelo parecen no darle la razón a Sully, pero surge un argumento incontrovertible, el factor humano.

Un director humanista como Eastwood ve ahí la clave de su filme, el exaltar la mezcla de conocimiento, experticia, instinto, sangre fría y adrenalina que se transforma en un acto heroico incomprensible para los demás, pues tiene una lógica interna inmediata que un programa informático en su frialdad matemática no logra reproducir. Es la experiencia humana -lo que nuestros sentidos captan- lo que nos hace únicos. Eso fue a lo que apeló este piloto, este héroe real en una época de todopoderosos paladines de tira cómica.

Publicado en la columna Séptimo arte del periódico El Tiempo (Bogotá, 18/12/16), sección “debes hacer”, p. 4, con el título “Un héroe de verdad”.
©Casa Editorial El Tiempo, 2016

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