Todas quieren con Woody

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Woody con Scarlett Johansson
Por Juan Carlos González A.

Publicado en la revista GENTE Año 2 No.01 (Bogotá, enero/09) págs. 60-64
©Editorial Televisa, todos los derechos reservados.

Aunque en uno de sus cuentos –Los condenados, de 1977– dice que “las mujeres son una presencia blanda y envolvente”, la verdad es que si queremos acercarnos con más propiedad a lo que representan ellas para Woody Allen, hemos de escuchar uno de los diálogos de su película Anything Else, donde afirma que “la mujer es lo más próximo que estaremos nunca del paraíso”.

Él, enamoradizo perdido, ha creado como disculpa un universo fílmico del que ellas son protagonistas, aunque (paradójicamente) su cinematografía parece escrita en primera persona del género masculino. No hay que caer en el engaño, las obras de Woody tienen para las mujeres un espacio propio, inauditamente rico, donde hemos podido observar algunos de los retratos femeninos más hermosos del cine contemporáneo. Es Diane Keaton entre las sombras del planetario en Manhattan; es Mia Farrow sentada en un teatro en penumbras mientras el cine le devuelve la fe en La rosa púrpura del Cairo; es el rostro exquisitamente perfecto y plácido de Charlotte Rampling en Recuerdos; es Gena Rowlands en silencio, mirando al vacío en La otra mujer; es Mira Sorvino tratando de seducirlo en Poderosa Afrodita; es Scarlett Johansson hecha un mar de deseo en Match Point.

Con Mira Sorvino, protagonista de Poderosa Afrodita

“Cuando yo empecé no podía escribir para mujeres. Siempre lo hacía desde el punto de vista masculino. La gente me lo comentaba. Entonces llevé a las tablas Play It Again, Sam, con Diane Keaton. Empezamos a salir, a vivir juntos y nos volvimos muy cercanos. Por medio de una especie de ósmosis socrática o algo así, empecé a escribir para mujeres. Y ya sólo escribo para ellas. Por alguna razón las encuentro muy interesantes. Ocasionalmente también pueden serlo los hombres, pero realmente mi corazón está en escribir para ellas. Y un bono adicional es que hay tantas actrices maravillosas”, afirmaba el director en una entrevista con Cole Haddon a propósito del estreno de Vicky Cristina Barcelona.

Las actrices lo saben y por eso harán lo que sea necesario por actuar en una de sus películas y poder incluir ese papel en sus currículos. No por nada frente a su lente han pasado (vean la lista): Meryl Streep, Anjelica Huston, Cybill Shepherd, Madonna, Jodie Foster, Kathy Bates, Juliette Lewis, Jennifer Tilly, Helena Bonham Carter, Drew Barrymore, Natalie Portman, Goldie Hawn, Julia Roberts, Demi Moore, Elizabeth Shue, Charlize Theron, Melanie Griffith, Uma Thurman, Samantha Morton, Helen Hunt, Christina Ricci, Chloë Sevigny… no importa que el rol sea pequeño o intrascendente, lo importante es poder ser descubiertas y dirigidas por él y a lo mejor ser nominadas al Oscar (seis actrices lo han logrado) o ganarlo, como ya lo consiguieron Diane Keaton (por Annie Hall), Dianne Wiest (por Hannah y sus hermanas) y Mira Sorvino (por Poderosa Afrodita), galardón que quizás obtenga este año Penélope Cruz en su debut con Woody, luego de ganar ya el premio del Círculo de Críticos de Cine de Nueva York y el del National Board of Review por su papel en Vicky Cristina Barcelona.

Con Diane Keaton en Annie Hall (1977)

Musas y compañeras
Aunque pareciera que todo un harem pretende aparecer en su cine, la verdad es que son pocas las musas que lo han inspirado y tres de ellas fueron incluso sus compañeras sentimentales: Louisse Lasser (su segunda esposa, de la que se separó en 1969 después de tres años juntos), Diane Keaton (tuvieron un romance comenzando los 70) y Mia Farrow (su pareja de 1980 a 1992), de ahí que no pocos piensen que sus películas estén inspiradas en la relación que vivió con cada una. En algunos filmes esto es más que evidente, como en Annie Hall, cuyo personaje principal está modelado a imagen y semejanza de Keaton (“era solo el inicio de su habilidad de ensayar esas diferentes técnicas narrativas. Su imaginación es simplemente asombrosa”, recordaba la actriz a propósito de esa película); o como en Hannah y sus hermanas, donde la hermana hogareña y comprensiva no puede ser otra distinta a la propia Mia Farrow. En otras instancias –y con actrices menos cercanas– incluso el personaje femenino funciona como un curioso alter ego del propio Allen, como ocurrió con Mary Beth Hurt en Interiores y con la debutante Rebecca Hall en Vicky Cristina Barcelona.

Woody Allen en sus tiempos con Mia Farrow

Con Louisse Lasser actuó en sus primeras películas como director, tales como Robó, huyó y lo pescaron y Bananas, mientras a Diane Keaton la dirigió por primera vez en El dormilón para hacer luego otras cinco películas. Doce largometrajes realizó con Mia Farrow entre 1982 y 1992 antes de su comentada y dolorosa ruptura, todo un homenaje al talento de una mujer a la que él sigue considerando una maravillosa actriz; entre esos filmes se cuentan Zelig, Días de radio y Septiembre. Tres películas ha realizado ya con la que muchos consideran su nueva musa, la hermosa rubia Scarlett Johansson, que llegó a su cine de manera accidental, pues su primera opción para Match Point era Kate Winslet. “Sabía que Scarlett era una gran actriz y una belleza. La contraté y quedé totalmente cautivado por ella. Pienso que simplemente es capaz de hacer cualquier cosa”, expresa el director, a quien, valga la aclaración no le une ninguna relación afectiva con la actriz (al menos por ahora).

¿Y cuáles son las mujeres que habitan ese planeta agridulce, mezcla de ansiedad contemporánea, humor cerebral y drama con tintes fatalistas? La propia Scarlett Johansson parece tener la respuesta cuando afirmaba en una entrevista que “él tiene tal aprecio y comprensión por lo intrincado de la mente femenina. Pienso que Woody diría que somos una especie superior o algo así. Él ama a las mujeres y la forma en que pensamos”. Por eso Allen, un entregado admirador de la mujer, la describe en sus obras como independiente, segura de sí misma y de sus posibilidades –intelectuales, laborales, sexuales– y opuesta al personaje masculino (varias veces interpretado por el propio Allen) que es frágil y nervioso, como ocurre en Annie Hall, Manhattan, Broadway Danny Rose, Misterioso asesinato en Manhattan y El beso del escorpión. El director no se burla de las mujeres, no les sirven de comodín humorístico, escasamente al final aprenderán a sacar a flote su sensibilidad femenina, su capacidad de reconocerse débiles frente al amor. Lo cual no implica necesariamente traicionarse, de ahí que no siempre caigan en brazos de tan dubitativo galán como el que el propio Woody representa.

Junto a Penelope Cruz, Scarlett Johansson y Rebecca Hall


Las hermanas y el genio
El director puebla su mundo con mujeres en relación con una familia, donde las hermanas son importantes (Interiores, Días de radio, Hannah y sus hermanas) no sólo como forma de apoyarse entre sí, sino también como disculpa para el conflicto, que existe tras la aparente levedad de su cine. Por eso cuando Woody quiere hacer drama más profundo las mujeres le sirven como espejo para explorar los dolores del alma y entonces los retratos se hacen más amargos y dejan al descubierto la soledad, la incapacidad de expresar los sentimientos, la pena ante el abandono afectivo. Basta recordar a Mia Farrow en Septiembre, a las tres hermanas de Interiores, a la mudita que fue Samantha Morton en Acordes y desacuerdos para entender que este hombre septuagenario es un excelente director de actrices, que logra sacar de ellas energía y fuerza insospechadas.

Quizá su secreto sea encontrar a la actriz adecuada y ponerla en un rol apropiado para sus capacidades y su edad, uno en el que dé lo mejor de sí, sin forzarla a ser lo que no es. Cada papel parece hecho a la medida de las actrices. No es casual entonces que Penélope Cruz expresara en el Festival de Cannes el año anterior que “sólo cuando tu realizador es un genio te lleva a hacer cosas de las que no eres consciente”. Él puede darse ese lujo, no por nada todas quieren con Woody. Por algo será.

Con Muriel Hemingway en Manhattan (1979)
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