Nunca volveremos a casa

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Juan Carlos González A.

Publicado en el periódico El Tiempo (01/09/11). Pág. 22

El próximo domingo 4 de septiembre, en la 68ª versión del Festival Internacional de Cine de Venecia tendrá lugar -a las 2:30 pm en la Sala Grande- la proyección de la edición reconstruida y restaurada de We Can’t Go Home Again, la película experimental colectiva que Nicholas Ray rodó con sus estudiantes de cine del Harpur College de la Universidad de Nueva York en Binghampton y cuya versión inicial fue presentada en el Festival de Cannes en 1973. Esta exhibición especial es un hermoso homenaje que Venecia hace en el centenario del nacimiento de este autor, que precisamente se celebró en agosto. 
Ray siguió trabajando continuamente en el filme, presentó una nueva reedición en 1976 y hasta sus últimos días giraría alrededor de este complejo proyecto perpetuamente en construcción, inacabado e imperfecto, que fue rodado en múltiples formatos. En Relámpago sobre el agua –la película réquiem que hizo junto a Wim Wenders y que documenta los últimos días de su vida consumida por el cáncer- Ray proyecta en su apartamento un fragmento de We Can’t Go Home Again. Mientras se ven las imágenes, en las que él mismo aparece, Ray camina inquieto en el apartamento, enciende un cigarrillo, se retira un momento, regresa y continua mirando atento una película que él vio como un reverdecer rebelde, luego de tantos golpes que la vida y el cine le dieron buscando castigar su obstinación artística y su independencia creativa. Es conmovedor verlo depositar sus esperanzas en ese filme, que quizá le permitiría reivindicarse antes de morir. 
Cuando alguna vez se le preguntó de que trataba We Can’t Go Home Again él respondió que “Es acerca de lo que buscamos. Nos estamos buscando a nosotros mismos, buscando un sentido de identidad”. Esa búsqueda, esa inquietud perpetua acompaña siempre a los personajes de su cine, desde los jóvenes de Ellos viven de noche y Rebelde sin causa, a los adultos de En un lugar solitario, The Lusty Men y La Rosa del hampa, seres permanentemente agitados, que buscan la paz en los sitios equivocados, intentando volver a casa limpios, sin tantas heridas en el alma y en el cuerpo. Pero lo peor es que saben que ese retorno es imposible, que nunca volverán a ese hogar del que salieron, que ya es demasiado tarde, que ese paraíso está perdido para siempre. 
Nicholas Ray también lo sabía. Por eso en su cine habló siempre de él mismo, de su melancolía ante un destino trágico que lo alejaba de casa y lo acercaba a la muerte. 
Y ella llegó, como un relámpago.
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