“A” de Ariane, no de Adolf: Love in the Afternoon, de Billy Wilder

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«Filmar en París parece maravilloso. Pero es una tortura. No es un día de fiesta, créame. Estar encerrado en los estudios y no ser capaz de caminar por las calles y respirar el aire, mirar en las vidrieras de los almacenes o tomar algo en un café, es como ser el pianista en un burdel. Parece que usted es el único que no está haciendo el amor».
-Billy Wilder

Wilderiana hasta la médula, Love in the Afternoon (1957) es una celebración del arte de la escritura argumental y a la vez un homenaje al genio aparentemente inagotable de su autor, engolosinado en las posibilidades cómicas de las palabras que se unen -de manera nada caprichosa- en diálogos que chispean de gracia. Pareciera que cada frase fuera pulida con la paciencia de un escultor que saca una estatua de un trozo de mármol: Wilder llena el filme de esculturas verbales, inauditas en su estilización, pero irresistibles en su sofisticado encanto, que se prolonga en una puesta en escena parisina donde sus personajes flotan, fluyen, giran y se deslizan. Ninguno camina, se tropieza o atropella a los demás. Wilder -como casi siempre- los abstrae de la realidad y los pone a habitar una ciudad soñada donde el amor crece silvestre. El sortilegio de la atmósfera romántica funciona perfecto, haciendo de los protagonistas del filme unos seres tan entrañables y simpáticos, que excusamos su bidimensionalidad que raya en la caricatura. Pero que no se piense que Wilder se burla de ellos: con su humor los bendice agradecido. Y nos dejamos seducir, maravillados por cada detalle visual, por cada apunte sutil, por cada situación graciosa, cada una más inteligente que la otra.

Love in the Afrternoon (1957)

Wilder encuentra de nuevo el tono que tenían sus filmes con Charles Brackett, ahora de la mano de un nuevo coguionista, I.A.L. Diamond. «Había una revista mensual del gremio de los guionistas [el Screen Writers Guild] con algunas noticias gremiales. También había algunos textos divertidos que me gustaban. Un nombre que siempre ví en esos artículos era el de I.A.L. Diamond. Siempre me fijo en el nombre del escritor de cualquier cosa que me guste y no podía pasar por alto un nombre con tres iniciales como ese. Pregunté por él y vino a mi oficina. Hablamos cerca de media hora. Fuimos a almorzar. Estuvimos juntos por más de treinta años», recordaba Wilder. Había nacido como Iţec Domnici en Rumania en junio de 1920, miembro de una familia que se mudó a los Estados Unidos cuando él tenía nueve años. Graduado de periodismo en la Universidad de Columbia en 1941, ese año se trasladó a Hollywood y trabajó como guionista en muchos filmes, el primero de los cuales fue Murder in the Blue Room (1944), una comedia de misterio de Leslie Goodwins. Love in the Afternoon sería su décimo quinto crédito como guionista.

Love in the Afternoon (1957)

La película -basada en la novela Ariane de Claude Anet, escrita en 1920- es el tributo más deliberado que hace Wilder a Ernst Lubitsch y a sus comedias románticas, en particular La viudad alegre (The Merry Widow, 1934) y La octava mujer de Barba azul (Bluebeard’s Eighth Wife, 1938). Maurice Chevalier -actor en cinco filmes de Lubitsch- interpreta a un detective privado, Chavasse, que se dedica a seguirle la pista a parejas infieles. Cuando un marido traicionado amenaza matar a un promiscuo seductor norteamericano que está teniendo un affaire con su esposa, interviene Ariane (Audrey Hepburn), la virginal hija de Cavase, que no sólo logra salvarlo sino que además termina enamorándose del playboy, el millonario Frank Flannagan (Gary Cooper), a quién hace creer que ella es una mujer de mundo, rodeada de amantes y aventuras. Sus furtivos encuentros vespertinos parecen perfectos, pero Flannagan se siente tan intrigado por su joven amante y tan celoso de sus supuestos rivales, que decide investigarla… y contrata a Chavasse. Entenderán ustedes que contar más sería absurdo: a partir de ahí esta comedia romántica alcanza alturas de perfección.

Love in the afternoon (1957)

Diversión aparte, Love in the Afternoon contiene un elemento que es muy caro a Wilder, como es el de la impostura construida sobre una base de mentiras sucesivas. Lo vimos en El mayor y la menor, En Cinco tumbas al Cairo, en A Foreign Affair, en Stalag 17 y lo veremos en Testigo de cargo, Some Like it Hot, en El apartamento, en Irma la dulce. La otra piel les permite a sus personajes interpretar un papel del que van a lucrarse, siempre y cuando logren mantener la mascarada. La tensión de estas películas radica en el esfuerzo que esa persona hace para sostener la mentira, para evitar ser puesto al descubierto. En ese momento el disfraz le pesa como un lastre que no lo deja escapar, castigo a una mentira sostenida y que a la vez sirve como purgatorio. De ese trance saldrán libres -con la excepción del alemán Price en Stalag 17– gracias a una verdad que por fin puede proclamar con orgullo. La propia aceptación parece ser la mejor recompensa.

Otra vez Cary Grant dijo no
«Yo quería que Cary Grant interpretara a Flannagan, pero es que yo siempre quise a Grant para cualquier cosa. Era una frustración para mí que él nunca dijera que si a ninguna película que le ofrecía. Nada personal. Algo intuitivo. Él nunca me explicó porqué. Tenía ideas muy rígidas acerca de que papeles quería», se quejaba Wilder ante la biógrafa Charlotte Chandler. El modelo de playboy que pretendían reflejar se asemejaba a Howard Hughes. Diamond recuerda que empezaron a escribir el personaje con Cary Grant en mente, «pero a medida que escribimos, Gary Cooper se hizo más evidente». Wilder añade que «todos nos dijeron que lo pusimos a representar un papel contrario a su tipo, pero ese era su tipo, su tipo de la vida real. El Señor Cooper era un hombre elegante y yo estaba influenciado por el Gary Cooper real. Las mujeres lo amaban. Me interesaba observar su técnica con ellas. Él no tenía una “línea”. Él decía muy poco. Escuchaba cada palabra que decían y eso es lo que las encantaba, un hombre que estaba fascinado por ellas. Vi esto. Pero el público lo veía como el epítome del héroe del western, fuerte y silencioso». El actor de cincuenta y seis años era desde hacía tres décadas la estrella masculina por excelencia y aunque estaba casado con la misma mujer hacía muchos años, entre sus amantes se contaban Patricia Neal, Carole Lombard, Barbara Stanwyck y Merle Oberon.

Love in the Afternoon (1957)

Para confirmar su fama entre las mujeres, fue la presencia de Cooper lo que convenció a Audrey Hepburn de aceptar coprotagonizar esta película. La única condición que la actriz puso fue que se rodara en París -donde había acabado de culminar la filmación de Funny Face (1957)- pues así podría reunirse los fines de semana con su esposo, el actor Mel Ferrer, quien se encontraba rodando en España y Francia. Tras un breve viaje a Nueva York, la actriz se puso a las órdenes de Wilder, a quien recordaba con gran cariño. Desde el comienzo de la producción en el otoño de 1956 se detectó un problema: Gary Cooper lucía demasiado viejo, cansado y sin brío (recordemos que moriría víctima de un cáncer en 1961). La instalación de filtros en las cámaras no fue suficiente, por lo que los primeros planos del actor tuvieron que rodarse entre sombras, desde su espalda o a través de una gasa como lo explica Hellmuth Karasek en el libro Nadie es perfecto. Sin embargo todo fue inútil: la diferencia de edad entre la pareja era demasiado evidente: ambos se llevaban veintiocho años. «Realmente hubiera tenido más sentido que Gary Cooper hubiera interpretado a mi padre y Chevalier a mi amante», comentaría Audrey años después en la biografía Audrey: her real story de Alexander Walker.

Love in the Afternoon (1957)

El actor se sintió incomodo durante el rodaje, siempre aparentaba que le apretaba demasiado el cuello de la camisa, nervioso al entender por qué sus escenas requerían tantas tomas y cuál era el motivo de los murmullos que oía tras las cámaras. «El día que Gary Cooper firmó para esta película, se volvió demasiado viejo», comentaba Wilder con ironía. Y eso que el público estaba acostumbrado ver a Audrey acompañada de hombres mayores en la pantalla: Bogart en Sabrina, Fred Astaire en Funny Face, pero aquí era difícil dar credibilidad al romance entre ambos, añadiéndole un toque de escándalo que la película logra evitar por su manejo sutil del tema. Aunque sabemos que esta pareja dispar está teniendo relaciones sexuales extraconyugales en esa habitación del hotel Ritz, en realidad eso queda a nuestra imaginación. Wilder nos muestra a Audrey arreglándose el peinado, despojándose de un abrigo de armiño que cae al suelo, buscando un zapato a cuatro patas, pero nada más. Nada evidente, nada vulgar, nada que alterara a los agudos censores de la época.

Love in the Afternoon (1957)

Durante la filmación hubo eventos externos que añadieron un toque de nerviosismo a la producción. La violencia se tomó las calles de París como protesta a la invasión soviética a Hungría. La embajada rusa fue apedreada y bombardeada, e incluso uno de los miembros del equipo técnico de Love in the Afternoon fue alcanzado por un misil y murió días más tarde en un hospital. Audrey tenía que desplazarse con un guardaespaldas armado y dar un rodeo por la ciudad para llegar a los estudios de Boulogne evitando los sitios peligrosos. El rodaje se agilizó tratando de terminar todo lo antes posible y poder así abandonar París. Las cosas se empeoraron con la invasión de Egipto a manos de las fuerzas británicas y francesas en retaliación a la nacionalización que hizo Nasser del canal de Suez. Hubo más protestas en las calles de la ciudad, apagones y restricción nocturna a la venta de combustible. En el momento en que Israel se unió a las fuerzas anti Nasser hubo real temor de que la guerra se diseminara por toda Europa. La compañía productora hacia reservas diarias en las aerolíneas para que las estrellas del filme salieran con rapidez para los Estados Unidos si era necesario, pero por fortuna la crisis cedió casi simultáneamente con la culminación del rodaje en diciembre.

Love in the Afternoon (1957)

Parte del público lamentó ver a su héroe -de guerra, del western- persiguiendo una jovencita que podría ser su hija y no son pocos los críticos que no logran ver este filme desde un plano distinto al moral. Pero unos y otros son incapaces de negar las virtudes del filme, el sentido del ritmo, la rápida sucesión de eventos, la hábil utilización de la música, las “pegas” que se repiten de manera periódica (running gags), como las del cuarteto cíngaro que persigue a Cooper a donde quiera que vaya como inesperada música de fondo, y, por supuesto, la utilización de París como acertado y romántico telón de fondo.

Love in the Afternoon (1957)

Esto último se debe a un hombre que también se asoció a Wilder a partir de esta película, el afamado escenografista y director de arte húngaro Alexander Trauner. Recuerda el director ante Charlotte Chandler: «Cuando yo estaba filmando las escenas multitudinarias para Spirit en Guyancourt, conocí a Alexander Trauner. Me dijo, “¿Qué estás haciendo aquí? Esto es tema de la segunda unidad. Deberías estar en Maxim´s disfrutando un soufflé Grand Marnier”. Casi acierta. Yo prefiero el soufflé de chocolate». Trabajarían en otras seis películas, incluyendo El apartamento, por la que Trauner ganaría el Premio Oscar.

Love in the afternoon (1957)

Con nuevo coguionista y nuevo escenografista, Wilder también se vincula a una nueva compañía productora, la Allied Artists, cuya historia vale la pena contar. Después de la Segunda Guerra Mundial, el productor Walter Mirisch entró a Monogram Pictures como asistente del jefe del estudio, Samuel “Steve” Broidy, a quién logró convencer de que era hora de crear una nueva unidad para hacer filmes de mayor presupuesto. En 1946 se creó esa subsidiaria, Allied Artists Productions, que eventualmente terminaría por absorber el nombre de Monogram y en 1953 pasar a llamarse Allied Artists Pictures Corporation, en la que la familia Mirisch empezó a tener una gran influencia: Walter era el productor ejecutivo, su hermano Marvin era el jefe de ventas y su hermano Harold era el tesorero corporativo. Ellos impulsaron el estudio, firmando contratos con directores tan prestigiosos como William Wyler, John Huston y Billy Wilder, así como con la estrella Gary Cooper. Sin embargo la tímida recepción de películas como Friendly Persuasion (1956) de Wyler, hicieron que Broidy se devolviera a hacer lo que le había funcionado bien en Monogram: películas de acción de serie B. A pesar de algunos éxitos que le permitieron mantenerse a flote, Allied entró en bancarrota en 1979. Sin embargo en 1957 los hermanos Mirisch dejan la empresa y fundan la Mirisch Company, que a la vez firmó un contrato con United Artists para realizar doce películas, que se extendería luego a veinte. A través de la Mirisch, Wilder realiza Some Like it Hot y El apartamento, manteniendo siempre una excelente relación con la compañia, que en 1963 fue adquirida por United Artists.

Billy Wilder con los protagonistas durante el rodaje…

Love in the Afternoon se estrenó el 30 de julio de 1957. Aunque en el New York Times se afirmó que “En el pedestal en el que la reputación de Ernst Lubistch había estado descansando todos estos años, habrá que hacer ahora un hueco para alguien más: ese alguien no es otro que Billy Wilder”, la verdad es que la película tuvo una tímida recepción en taquilla en los Estados Unidos. Allied Artists vendió los derechos europeos y el filme tuvo una buena recepción allá. La versión norteamericana y la europea difieren en el final. En el epilogo original, Cooper y Audrey se encuentran en una plataforma de tren, él la alza, se la lleva a su compartimiento y allí la llama por primera vez por su nombre auténtico. «Ese era el final real», según Wilder. Pero en Estados Unidos se añadió la voz de Maurice Chevalier informando que la pareja está ahora pagando una “cadena perpetua”, casados y viviendo en Nueva York. Al director no le gustaba ese final, pero tuvo que aceptarlo para acallar las voces de amoralidad que rodeaban al filme.

Audrey Wilder con Gary Cooper en Love in the Afternoon (1957)

¿Wilder inmoral? ¡Por favor! Al cínico director el tema no lo trasnochaba. Es más, en una de las escenas de la película, Flannagan vuelve a París y Ariane lo ve en el teatro acompañado por una hermosa y elegante mujer. Esa acompañante misteriosa no es otra que Audrey Wilder, la esposa del director. Un pequeño préstamo, pero muy significativo…

Publicado en el libro Elogio de lo imperfecto: El cine de Billy Wilder, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 2008, p. 95-101
©Editorial Universidad de Antioquia, 2008

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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