El cine del 2011

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Juan Carlos González A.

Publicado en el periódico El Tiempo (Bogotá, 05/01/12). Pág. 14
De los 204 largometrajes estrenados comercialmente en Bogotá el año anterior, la mayoría fueron producciones absolutamente prescindibles. El 2011 fue uno de los años más pobres en cuanto a estrenos de categoría: la mayoría de las grandes películas que fueron noticia en el mundo no se vieron acá. La cartelera usual se debatió entre comedias repetitivas, terror (no importa que la películas sean del 2009, la dosis hay que darla a como dé lugar), acción descerebrada y violenta, superhéroes y remakes de toda calaña. Hay qué ver el tipo de espectador que están generando con tal oferta.
Esta situación preocupante me hace recordar una frase del semiólogo soviético Yuri Lotman (1922 – 1993) que el maestro Luis Alberto Álvarez citaba: “El arte no sólo transmite información sino que rearma al espectador por medio de una percepción de dicha información, creando su propio público. Una estructura compleja del ser humano en pantalla, hace a las personas en el público intelectual y emocionalmente más complejas. Y, al contrario, una estructura primitiva crea un espectador primitivo. Este es el poder del arte cinematográfico y en ello está su responsabilidad”. Obviamente la responsabilidad social o cultural frente a la formación del espectador no es un asunto que trasnoche a la mayoría de nuestros distribuidores, con un par de notables y valerosas excepciones.
¿Algo para destacar? claro que sí: Xavier Beauvois hizo de De dioses y hombres un homenaje a los alcances sin límites de la fe; en la nostálgica y aleccionadora Medianoche en París Woody Allen ratificó el calibre de su arte (en Colombia vimos –por oportunismo, no por convicción- tres películas suyas en 2011); en Carlos, Olivier Assayas hace una biografía apasionante de un terrorista de nuestro tiempo; Jane Campion fue capaz de hacerle justicia a la poesía de John Keats con la belleza visual de Bright Star, mientras la debutante Natalia Smirnoff mostró casta de veterana en Rompecabezas.
Sofia Coppola dividió opiniones pero hizo de En un lugar del corazón una obra tan exigente como suya; los hermanos Coen se atrevieron a hacer un remake y el resultado fue un clásico llamado Temple de acero; J.J. Abrams jugó a la nostalgia cinéfila y logró conmovernos con Super 8; en cambio Charles Ferguson consiguió aterrarnos con la cruda realidad de Trabajo confidencial; por último, Mike Mills dio la sorpresa con la entrañable Así se siente el amor, que nos recuerda que frente al afecto siempre seremos principiantes.
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